Con una lesión medular desde hace nueve años, Norma Lapeyre había pasado de andar por sí misma a tenerlo que hacer acompañada de muletas; después llegó el andador. Pero nunca había querido ni oír hablar de utilizar una silla de ruedas para desplazarse. “Me he resistido muchísimo a ella; era oír la palabra y sentía terror”, reconoce. Hasta que Juantxu llegó a su vida. “Gracias a él he podido asimilarlo, de una forma muy simple y llana, sin complicaciones. Precisamente porque va de igual a igual; quien me ha estado acompañando y ayudando es una persona que están en unas condiciones como las mías. Y eso vale muchísimo. Vosotros que andáis normal y bien podéis decirnos misa pero el mensaje no va a llegar igual de una persona que está en la misma situación. Eso vale la vida”, explica. Fue Juantxu el que no solo “me abrió la cabeza y me hizo entrar en razón”, sino el que le acompañó a la ortopedia a elegir y a probar la silla, que va a pedir esta misma semana, y, lo más importante, será él con quien aprenda a usarla. “La he probado con todos los nervios del mundo y ahora tengo que aprender a usarlas. Es un mundo completamente nuevo y diferente. Empezaré ese nuevo camino de la mano de alguien que es igual a mí, que ha vivido todo lo que voy a empezar a vivir; no estoy sola ni con alguien que no entiende mi situación”. Y es que, afirma, visto desde fuera “es muy fácil decir tú puedes, pero no es lo mismo que ver a alguien que ha podido y te dice que tú también lo harás. Es muy grande”.

Juantxu y Norma son mentor y mentorada, respectivamente, de un nuevo programa puesto en marcha por Fekoor, con el apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia, a través del cual personas con discapacidad apoyan y acompañan a otras en su misma situación para mejorar sus capacidades en el camino hacia una vida más autónoma. “Se trata de un apoyo entre iguales; un igual conoce mejor nuestras necesidades”, explicó ayer martes la responsable del centro de vida independiente Bizinde de la federación, Ana Elorz. Así lo ratificó la prueba piloto puesta en marcha el año pasado, “que fue todo un éxito”. Cada pareja se reúne una vez por semana durante seis meses, tiempo en el cual el mentor “acompaña al mentorado para lograr sus objetivos, que pueden ser buscar empleo, moverse en pareja en silla de ruedas, usar el transporte público o ir de compras”, señaló Elorz. El objetivo es lograr este año 60 parejas, para lo que precisan voluntarios. “Quienes ya han hecho ese recorrido son quienes mejor puede acompañar a otras con discapacidad para adquirir las herramientas que les permitan avanzar; es acción social en estado puro”, valoró el diputado de Acción Social, Sergio Murillo.

Raúl Pérez Uruburu tuvo que enfrentarse a una discapacidad sobrevenida hace 15 años. Con una gran red social, ha acompañado en ese camino a Asier Andueza, que se vio en la misma situación hace tres. “Y mira que es difícil andar dos sillas juntas por la calle”, bromea este cuando Raúl comenta lo mucho que le gusta salir a pasear con él. Congeniaron desde el primer momento; Asier quería recuperar su tiempo de ocio, ampliar su círculo de amigos y aprender pequeños trucos para hacer las compras. El ejemplo de Raúl, que repetirá como mentor, le ha servido de guía. “Hay muchas cosas que he aprendido repitiendo lo que tú haces”, admite. Incluso a saber cómo colocar el botellín en la silla. “Compré el mismo que tú”, se sonríen ambos. “Al final, lo más importante es la vida cotidiana, las cosas normales de la vida. Y contigo he aprendido eso”. Raúl asiente con la cabeza. “Tienes la misma mirada; ves la realidad desde la silla y no lo tiene un profesional”, advierte.