Aunque Aurori Bolzoni Capilla se mantiene fiel al compromiso de relatar y ensalzar a través de su obra literaria la figura de los miles de hombres y mujeres de aquí y de allá que hicieron posible el desarrollo de la minería vizcaina, en su último trabajo El gato que quiso ser humano, esta bilbaina por un día –cuando nació el 22 de noviembre de 1948– y abantoarra para los restos ha dado un salto cualitativo en su obra al abrirse hueco en el mundo de la novela. “Cuando Catherine salió de casa para ir a su puesto de trabajo, al abrir la puerta un gato se le acercó cariñoso rodeando sus pies y casi la hizo caer. En vista de que el minino se resistía a marchar decidió seguirlo…” comienza la narración de Bolzoni, que sitúa al lector en un barrio de Leinter, en el condado de Wexford en Irlanda.

El gato que quiso ser humano narra la historia del joven Aitor, un inmigrante, al igual que su abuelo Manuel, el cual un buen día tuvo que dejar sus tierras castellanas para ir a trabajar a la zona minera en Bizkaia. Una historia que se repite en esta obra en la que el muchacho, una vez acabada su carrera de abogado laboralista, no encuentra su lugar y decide embarcar en el ferry desde el puerto de Santurtzi hasta Gran Bretaña, hasta el condado de Wexford en Leinter (Irlanda). Allí conoce a Catherine, dueña de una tienda en el puerto llamada El Galeón de Plata y, más tarde, a la amiga de esta joven, Fionna. Los tres se hacen inseparables, aunque la vida los llevará por caminos muy diferentes debido a la aparición de un felino sin nombre, negro como un tizón adornado con leves motas blancas.

Un pequeño Guadiana que va y viene por la narración, pero, como advierte Bolzoni, “sin llegar a ser un personaje propiamente dicho, sino más bien una presencia que introduce al lector por la senda de la intriga y el suspense”, reseña Goizalde. Así conocen popularmente a esta vecina de Sanfuentes, que se lanzó a escribir en 2012 tras participar en varios cursillos de creación literaria promovidos por el Ayuntamiento de Abanto Zierbena.

Libros “con corazón”

Una iniciativa cultural que le sirvió de catarsis para exteriorizar sus inquietudes socio literarias, como el empoderamiento de la mujer. Fruto de este proceso son sus libros de relatos Retazos mineros y Otras vidas en ocho días de otoño, la colaboración en la publicación de la biografía de su tío Santi Rodríguez, el pintor de los sueños, el cuento Recuerdos de amama y aitite y diversos poemarios con la vida minera y la piedra de sangre –como se conocía al mineral–, como telón de fondo. “Son libros con corazón en los que dejo al descubierto parte de mis vivencias personales”, señala esta amama con una apretada agenda que divide entre sus nietos y las clases de gimnasia que imparte a las socias de la Asociación de Mujeres del barrio de Sanfuentes donde reside aunque, puntualiza, ella es gallartina, “de la desaparecida calle Tres Naciones”.

Uno de los aspectos singulares de esta primera novela de Bolzoni –presentada este pasado jueves en la Asociación Artística Vizcaina de las que es miembro– es que tardó casi cuatro años en escribirla, ya que, si sus anteriores trabajos se basaban en sus propios recuerdos y experiencias vitales y en los relatos que escuchaba de unos y otras, especialmente las mujeres mineras a las que admira profundamente por su fuerza y carácter, en El Gato “he tenido que hacer un amplio trabajo de documentación sobre Irlanda en general y sobre los lugares por donde mis personajes desarrollarían sus vivencias, lugares reales de Irlanda, un país que espero algún día poder visitar porque me encanta, desvela esta mujer que de joven encontró en la costura el medio de vida y que hace veinte años se dio de bruces con la literatura.

Mujer inquieta y decidida que cultiva además la pintura, Goizalde fue la primera mujer en presidir un club de montaña, el alpino Gallarreta de Gallarta, y hoy colabora con diversos movimientos sociales de su municipio y de la comarca. “Tierra de mujeres luchadoras que se han forjado junto a sus maridos a base de esfuerzo y sacrificio”, subraya.