“Una luz brilla en las tinieblas y las tinieblas nunca la vencieron”. Es la frase que da inicio a la representación de la Epifanía de Arrigorriaga y ayer, tras dos años sin poder poner en escena el tradicional evento a causa de la pandemia, la plaza del Ayuntamiento volvió a brillar de magia e ilusión, quizá la misma que aquel 5 de enero de 1969 cuando más de 200 vecinos del pueblo, entre figurantes, ayudantes y colaboradores, y bajo un guion escrito por Armando Astarloa, dieron vida a lo acontecido desde el momento de la Anunciación del nacimiento de Jesús hasta su huida a Egipto para escapar del rey Herodes.

Sus Majestades atendieron a los txikis.

Y así, ha vuelto a ser gracias a la implicación de diferentes asociaciones y agrupaciones del pueblo integradas y colaboradoras de Epifaniaren Aldeko Elkartea y “a la gente anónima que con su esfuerzo hace posible que la Epifanía salga adelante un año más”, recordaron con énfasis, por megafonía, minutos antes de las 19.00 horas. Ya desde bastante tiempo antes, y a pesar del frío, cientos de personas se fueron acercando a la plaza para ocupar un lugar donde tener un buen visionado de la representación. “¿Ves allí a los pastorcillos?. Y, ¿sabes qué es aquello? El castillo de Herodes”, explicaba un aitite a su nieta que, sentada sobre sus hombros, estaba concentrada contando los soldados romanos. “¡Hay 15!”, exclamó con satisfacción para después preguntar, con la inocente impaciencia infantil: “¿Cuándo aparecen los Reyes? Y, ¿la cabalgata?”.

Las antorchas iluminaron la noche.

Pero, hubo que esperar aún unos minutos para que los más peques pudieran ver de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar. Y es que la Epifanía de Arrigorriaga es un relato y recreación compuesto de 9 actos –siete principales y 2 menores– que arranca con la Anunciación del ángel Gabriel a María y en una época en la que “el tirano Herodes gobernaba Judea haciendo al pueblo cada vez más necesitado”, explica la narración. “Para nosotros es algo más que un festejo religioso, es un evento cultural surgido del pueblo y para el pueblo y somos muchos los que hemos participado activamente”, comentó orgulloso Unai, vecino de la localidad que de bien pequeño comenzó a empaparse de la esencia e importancia del evento. “Ya hace tiempo que lo dejé, pero empecé de pastorcillo y, en la última etapa fui soldado romano”, precisa. Y de todos los actos y escenas del montaje, recuerda especialmente el terrible encargo de Herodes. “¡Matad a todos los niños menores de 2 años de Belén! Y, en ese momento, los soldados nos teníamos que dispersar por el poblado, entrar en las casas y…”.

Las coloridas vestimentas volvieron a llamar la atención de los presentes.

Son muchas las historias personales que hay detrás de la Epifanía de Arrigorriaga porque han sido, y siguen siendo, muchos los vecinos que, distribuidos en diferentes grupos y enfundados en trajes típicos de hace dos milenios, dan vida a personajes como pastorcillos, pobladores de aquella época, antorcheros, tamborreros, romanos, damas, escribas, Herodes… y, por supuesto, a los principales protagonistas de la historia: Jesús, José, María y los tres Reyes Magos de Oriente. Todo ello con el acompañamiento de iluminación, sonido y unos decorados diseñados con todo lujo de detalles para trasladar al público asistente al poblado típico de aquella época, al portal de Belén o al castillo de Herodes.

Y con ese esfuerzo, con ese tesón, la luz siempre acaba ganando a las tinieblas. En el caso de ayer, en la 48 edición de la Epifanía, así volvió a ser, porque, una vez más, el brillo de los ojos de los niños y niñas que allí esperaban ansiosos -y también de sus aitas, aitites y amamas – volvieron a iluminar la plaza cuando la estrella de Oriente se posó sobre el establo y Melchor, Gaspar y Baltasar, a lomos de sus caballos y precedidos por tamborreros, antorcheros y caballeros, hicieron su primera aparición, a las 19.30 horas. Un murmullo invadió el ambiente, Sus Majestades no pudieron evitar acercarse a la multitud para saludar, acariciar en la mejilla a los más txikis e incluso recoger en mano las cartas de los más rezagados. Quedaba aún bastante representación (la recepción de Herodes a los Reyes de Oriente, la adoración al Niño Jesús y entrega de presentes en forma de oro, incienso y mirra, la huida a Egipto...), pero fue, en ese momento, cuando la magia de la noche de Reyes tomó Arrigorriaga de nuevo en su formato original. Y tanto niños como mayores, lo agradecieron.