La puesta en valor del Cerro del Castillo y su entorno trasciende las excavaciones que reconstruyen el pasado de la fortaleza medieval que, según los análisis practicados en 2021, data al menos del siglo X. Otra de sus ramificaciones se centra en el patrimonio inmaterial: el Ayuntamiento de Balmaseda, la cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la Universidad del País Vasco y la asociación cultural Orexinal aspiran a recobrar los viñedos que poblaban la zona, recuperar variedades autóctonas de uva y acondicionar una bodega comunitaria en algún edificio del casco histórico para incentivar la producción del txakoli tinto de antaño en la villa y proyectarla también al exterior. La primera fase ha arrancado con el lanzamiento de una campaña de crowdfunding para la plantación, de la mano del viticultor encartado Alfredo Egia, de unas 1.400 viñas en 2.150 metros cuadrados de la ladera sur que se asoma al núcleo urbano.

Se trata de instaurar un modelo de producción de txakoli tinto, que actualmente goza representatividad residual, a diferencia de siglos atrás, con el objetivo de que se expanda poco a poco en el ámbito local. Ya se puede contribuir a través de la página www.goteo.org. Pulsando la iniciativa Legado txakoli de Balmaseda, se puede elegir entre varios formatos, muchos de los cuales incluyen la posibilidad de grabar el nombre que se desee en las viñas como una manera de “socializar” e involucrar a la población en esta vuelta a las raíces, explican desde la asociación Orexinal. Quieren “aprovechar las sinergias para imprimir identidad al paisaje incidiendo en la calidad de la uva y, a partir de ahí, formar a pequeños elaboradores que en el futuro puedan unirse”, detalla el arquitecto Urtzi Llano, que forma parte de la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio de la UPV y participa en esta nueva idea junto con las investigadoras Fernanda Mercado y Catalina García. Al fin y al cabo, “la gestión integral del Cerro del Castillo ejerce como eje tractor de otras acciones”.

“En abril de 2023” comenzará la plantación de la variedad Cabernet Franc, también conocida como Berdexaria, “que la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina acaba de incorporar” en un área “de máxima exposición al sol con una pendiente del 50%” aplicando “técnicas de menor intervención con métodos biodinámicos, fermentaciones espontáneas, sin herbicidas ni fungicidas de síntesis, algo que va más allá de lo ecológico”, describe Alfredo Egia. Cada viña “con su estaca y sin cables” dibujará un paisaje “tipo de la zona del Mosela, que, incluso para el turismo y el propio Balmaseda posee un alto valor estético añadido”. La primera cosecha se recogería “al tercer año, pero luego ese vino entra en un proceso de maduración entre la fermentación y el tiempo en barrica y reposo en botella al menos otros dos años más para salir al mercado”.

Talleres con un viticultor

Orexinal programará “talleres dentro del concepto de auzolan para implicar a la comunidad” en el proceso. “En base a lo que vean y si quieren echarme una mano puede encenderse la chispa” para tomarle el testigo, dice el viticultor. A largo plazo, la asociación fija su objetivo “en el cultivo de las variedades Gascón y Seña autóctonas de Balmaseda y el trabajo encaminado a su reconocimiento por la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina”. Además, se documentará y registrará la sabiduría de los pequeños productores.

De todas estas cuestiones hablarán los agentes implicados en una charla en la kultur etxea de Balmaseda el jueves a las 18.30 horas. La víspera, a las 19.00 en ese mismo lugar, José Luis Solaun y Urtzi Llano desgranarán las novedades de la campaña arqueológica en el Cerro del Castillo del pasado verano.