Francisco José Garzón, maquinista del tren accidentado en 2013 en Santiago con un saldo de 80 muertos y 145 heridos, pidió de nuevo perdón ayer jueves, en su declaración en sede judicial y aseguró que “no había ningún tipo de señal hasta la curva. Nada de nada”.

El acusado basó su defensa en la falta de medidas de seguridad. “Fue un accidente y no pude evitarlo”, afirmó en el edificio de la Ciudad de la Cultura que acoge la vista oral, donde hizo especial hincapié en que con las medidas que hay ahora en la línea Santiago-Ourense, una tragedia ferroviaria como la vivida jamás se hubiese desencadenado, ni incluso haciendo lo mismo que él, yendo al doble de la velocidad máxima permitida.

“La curva de A Grandeira no se puede ver con antelación suficiente y la vía es muy monótona, va a túnel por minuto, y desde el último túnel no se ve la curva. Yo frené antes de la señal de la curva, pero fue prácticamente imposible, porque es absurdo usar esa señal como referencia. No se puede pasar en ese punto concreto de 200 a 80”, ha relatado en sala.

Ha contado además Garzón que él mismo ya le había hablado al jefe de seguridad de la zona de la reducción drástica de velocidad que había que ejecutar al aproximarse a ese punto.

A Garzón y Cortabitarte se les imputan, respectivamente, ocho decenas de fallecimientos por imprudencia grave profesional, 145 de lesiones por el mismo motivo y un delito de daños.