En la vida las cosas tienden a ir cambiando y evolucionando y, en este aspecto todo lo relacionado con la muerte no es, ni mucho menos, una excepción. En los últimos lustros la opción de incinerar a los seres queridos ha ido ganando enteros en detrimento de los enterramientos, cada vez menos comunes. Por todo ello, las instalaciones y equipamientos funerarios han de adaptarse a esta nueva realidad y, precisamente, el Ayuntamiento de Portugalete ha apostado por adaptar las instalaciones del cementerio jarrillero al escenario actual en el que las incineraciones se imponen claramente a las inhumaciones. Así las cosas, se han iniciado las obras de derribo de varios bloques de nichos que llevan muchos años en desuso y que, además, quedaban más altos que el talud del camposanto por lo que eran visibles desde el exterior de las instalaciones. “Hace más de 30 años se crearon estos 180 nichos en previsión de la demanda que podía haber con la perspectiva de esa época y con el cambio de tendencia al predominar las incineraciones, veíamos que ya no se iban a utilizar. Con el paso del tiempo se estaban deteriorando y, además, salían por encima del muro del cementerio y se veían desde la calle Ramón y Cajal, lo que no daba una imagen agradable. Por todo ello, hemos decidido derribar estos bloques de nichos porque con los que hay en la actualidad da para cubrir la demanda de sobra”, explicó Mikel Torres, alcalde de Portugalete.

Con estos trabajos, además de adaptar sus instalaciones a la situación actual, el cementerio de Portugalete gana en espacio, algo muy importante para el que es el tercer camposanto más importante en historia de Bizkaia tras el de Bilbao y el de Getxo, puesto que fue inaugurado en 1878. Con ese espacio que se ganará con esta actuación se podrá dar respuesta a la creciente demanda de columbarios. “La ejecución de estos derribos sí que nos va a dar la opción de crear columbarios algo que, actualmente, sí tiene una mayor demanda, La realidad dice que van avanzando los tiempos y los grandes bloques de nichos van dando paso a pequeñas cajas de columbarios”, apuntó Torres.

El 95% incineraciones

El cambio que han experimentado las costumbres funerarias ha sido radical en las últimas décadas, pasando de que las incineraciones fuesen una rara avis a que, actualmente, sea, con mucho, la práctica más habitual. En este aspecto, el primer edil portugalujo quiso poner cifras a las costumbres funerarias que se dan, a día de hoy, en la noble villa portugaluja. “Ahora mismo, el 95% de todas las personas que fallecen, al menos en Portugalete, acaban siendo incineradas. El cambio de tendencia es más que evidente y prácticamente apenas se solicitan enterramientos ni alquileres de nichos”, concluyó Torres.