Con cerca de 40 minutos de retraso con respecto al horario estimado por la organización, el jurado, integrado por miembros de la Asociación de Sumilleres de Bizkaia, que debía dilucidar los ganadores del concurso de Txakoli de Muskiz explicó ayer domingo a la concurrencia que “la calidad de los vinos presentados este año nos lo ha puesto muy difícil hasta el punto que hemos tenido que hacer un recata para tomar la decisión final, especialmente entre los txakolis blancos que optaban a la Medalla de Oro de la feria”. Ante esta circunstancia, los miembros del jurado añadieron que “cada vez más los txakolis tienen mucho más empaque, lo que los convierte en vinos para maridar con cualquier cosa. Hay vinos jóvenes, vinos con crianza en madera, con crianza en barrica. Es una maravilla”. Por ello, hoy día se está produciendo un “txakoli 2.0 que presenta un gran equilibrio, sin aristas, sin acideces ni azúcar residual ni excesos, un txakoli muy equilibrado”.

Innovación

Amigas de cuadrilla en Lezama y pertenecientes ambas a sendas familias del Txorierri vizcaino con larga tradición txakolinera, Oihana Ojanguren y Amaia Aretxabaleta representaron el nuevo tiempo que le espera al txakoli donde sobresale la pasión por mejorar un vino ancestral convirtiéndolo, con mimo y esfuerzo, en un producto de calidad homologable con cualquier vino.

“El secreto está en la personalidad de la gente y el cuidado del producto, el mimo con el que se lleva a cabo todo el proceso de elaboración”, señaló Oihana Ojanguren, miembro de la tercera generación en el bodega Erdikoetxe con más de 20 años de trayectoria y que ayer domingo recogió los premios al mejor txakoli Gorri y Tinto. Una apreciación que compartió Amaia Aretxabaleta, txakolinera de quinta generación de la bodega Magalarte que alzó el trofeo que distinguía a su txakoli AleUp con la Medalla de Oro de la feria muskiztarra.

Una cita en la que, tras dos años de ausencia se dieron cita varios miles de personas que abarrotaron los cuatro escenarios que componen el recinto ferial, La zona centro con más de 60 puestos con frutas, hortalizas, miel, chacinería, licores, huevos, repostería, txakoli, flores, obradores de pan… además de artesanos del cuero o la tallas de madera pusieron en evidencia que el público busca calidad. “Los precios no son especialmente caros aunque sí se nota que han subido un poco pero siempre es preferible comprar a nuestros productores que a las grandes superficies”, proclamó un matrimonio barakaldarra mientras abonaba los tomates y alubias llegadas de Gatika.

Otra de las zonas habituales de la feria era el recinto ganadero donde se presentaron más de 120 cabezas de ganado vacuno, ovino y caprino para deleite de los más pequeños. A ellos se sumó el recinto donde se llevó a cabo el concurso equino. Finalmente, junto al frontón Donibane –en cuyo interior se celebró la feria de oportunidades del comercio local– se desarrolló un concurso de perros pastor en el que participaron cuatro profesionales que encandilaron al público con el dominio del perro para pastorear los rebaños de ovejas.