La Torre de Martiartu se alza imponente en Goierri, pero con las huellas que el tiempo ha imprimido en ella. Son muy visibles, de hecho, esos azotes, en la fachada. Sin embargo, el equipo de gobierno de Erandio va a proceder a su restauración y puesta en valor. “Para la corporación municipal es una prioridad su recuperación”, enfatizan. El Ayuntamiento ya ha encargado el estudio previo para la realización de las obras por un importe que supera los 100.000 euros.

Este proyecto incluye a la ermita de San Antonio y el probaleku y tiene la pretensión clara de dotar de usos a Martiartu, ya que en la actualidad no tiene función alguna. Para ello, entre otras cuestiones, será necesario consolidar la estructura de la torre, así como llevar a cabo la conformación de los forjados y la cubierta para poder adecuar el espacio a nuevas utilidades. “Pretendemos dotar de uso a una edificación vacía, a la par que proceder a su rehabilitación, puesta en valor, promoción y difusión”, comentan desde el Consistorio. El objetivo final que pesa sobre esta actuación es la de cuidar el patrimonio y aprovecharlo.

Placa que indica que la torre es patrimonio de Erandio.

Esta edificación data del siglo XVI. Tuvo un carácter tanto residencial como defensivo. De hecho, hasta su abandono, casi siempre estuvo habitada. La torre estaba en un lugar estratégico controlando las rutas entre Plentzia y Bilbao, así como algunas del interior. La torre se destruyó en 1472, ya que Ochoa Ortiz de Guecho y Martiartu había apoyado al conde de Haro que, habiendo respaldado al legítimo monarca Enrique IV, pretendía hacer valer su poder sobre los linajes vizcainos para que reconocieran a Juana La Beltraneja. Los partidarios del conde de Haro fueron derrotados por los partidarios de los Reyes Católicos y, como consecuencia, la torre de los Martiartu fue destruida.

Martín Ortiz de Martiartu, hijo de Diego Pérez, fue el encargado de reparar la torre, cuyo carácter militar se ve reforzado con muros más gruesos y vanos que dotan de menos luz. Por aquellas fechas posiblemente ya el linaje de los Martiartu compaginaría su residencia en la torre con la otra que tenía en Getxo, de la cual también eran señores. Con el paso del tiempo, y con el cambio de intereses, negocios y vida social, las ciudades empezarán a coger importancia dejando estas zonas como centros de producción agrícola para intereses de los señores, los cuales irán disminuyendo. De este modo, la torre a principios del siglo XIX es arrendadada. Finalmente, Isidro Aretxabaleta y Mota vende la ermita y la torre, en 1948, al Ayuntamiento de Bilbao, que llega a un acuerdo con la familia. Poco tiempo después, el Consistorio hará unas obras de restauración que finalizan en 1954. Ese es el pasado que puede volver a formar del patrimonio de Erandio.