El tronar de cohetes en lo alto del cielo y el sonido de una animada trikitixa anunció, sobre las 9.45 horas, la inminente llegada de la representación vizcaina de Arrankudiaga-Zollo, encabezada por su teniente alcalde Itziar Duoandikoetxea. Minutos más tarde, apareció la comitiva alavesa de Laudio por la ladera del frontón con su regidor, Ander Añibarro, al frente. En el punto de encuentro esperaban ya los ediles Álvaro Barrios y Nerea González “cuidando de nuestro territorio”. Y es que, una vez más, las dos delegaciones municipales, y algunos vecinos, se citaron a las 10.00 horas en el histórico mojón de Santa Ana para cumplir, como cada 26 de julio, con la costumbre de confirmar la correcta ubicación de la piedra de forma trapezoidal que marca el límite territorial entre ambas localidades.

Las delegaciones de Arrankudiaga-Zollo y de Laudio, en la foto de familia posterior al acto.

La revisión de la muga tiene sus orígenes en las luchas y batallas que protagonizaron los habitantes de las dos poblaciones fronterizas para obtener la propiedad de este terreno, emplazado en las campas de Santa Ana. El final del conflicto llegó en 1751, cuando la Real Chancillería de Valladolid fijó y ordenó el amojonamiento que hoy en día se mantiene en una histórica piedra con tres inscripciones: por un lado Arrankudiaga, por otro Laudio y en el frente Santa Ana.

Una vez posicionados a un lado y a otro del mojón, fueron clavados en el suelo los chuzos de punta de plata que representan a cada pueblo y, a continuación, la teniente alcalde de Arrankudiaga-Zollo y el corregidor laudioarra depositaron sobre la piedra caliza sus correspondientes varas de mando. El acto se cerró con un cariñoso abrazo entre Duoandikoetxea y Añibarro como gesto de fraternidad entre ambos pueblos. En todo momento, el buen humor y los comentarios jocosos fueron una constante, lo que demuestra las buenas relaciones que, desde hace años, existe entre ambas instituciones locales. “Parece que el mojón se está ladeando, lentamente, hacia Arrankudiaga-Zollo”, observó un asistente. “Bueno, a nosotros nos da igual, porque nos beneficia”, respondió al instante el alcalde de Laudio. Pero, al final, y tras observar detenidamente la piedra, la conclusión fue que su ubicación es la correcta y, tras hacerse la correspondiente foto, las dos delegaciones compartieron un lunch que, este año, como pueblo anfitrión, tocó organizar a la localidad vizcaina.