El traslado de todos los servicios, personal y dependencias al nuevo bloque técnico va a suponer una nueva realidad para la nervuda terminal aérea de color blanco. Y es que además de los 1.400 metros cuadrados de superficie que ya se ganaron el pasado año para uso de los viajeros con la ampliación de las salas de embarque en remoto, más otros 600 que se van a liberar en breve, se van a aprovechar otra multitud de huecos y locales esparcidos por todo el edificio con forma de paloma. Iván Grande concretó que “son dos mil metros cuadrados los recuperados en la zona aire, la que está restringida, pero luego hay muchos espacios en la zona tierra o pública que también van a quedar vacíos con los traslados”. Se refiere, por ejemplo, a la cantina y los despachos y salas que ocupan los sindicatos colindantes al parking principal del aeropuerto, vestuarios de diferentes colectivos como vigilantes, agentes de policía u operarios de handling o salas de reuniones que quedarán sin su uso de inmediato o a lo largo del próximo año.

Una ingente superficie a la que se le dará una segunda vida, por ejemplo, para habilitar más plazas de estacionamiento, ubicar oficinas de atención al viajero de nuevas compañías aéreas que puedan aterrizar en Loiu o la implantación de nuevos usos comerciales. El director del aeropuerto concretaba que “vamos a aprovechar al máximo la terminal para lo que se necesita realmente en el edificio y pensando en el viajero”.

En cuanto al personal que ahora trabaja en la terminal, tanto dependiente de Aena como de compañías aéreas y otras empresas necesarias para la actividad aeronáutica, tan solo quedarán en La Paloma aquellos cuya actividad se relaciona directamente con el viajero o a nivel operativo solo pueden efectuar su labor físicamente en el emblemático edificio central del aeropuerto de Bilbao.