Como si de un viaje en el tiempo se tratase, Gamiz-Fika retrocedió ayer 85 años, hasta junio de 1937, para conmemorar el aniversario de la ruptura del Cinturón de Hierro, la línea de fortificaciones defensivas de Bilbao, que se produjo entre el 11 y 12 de junio entre Gamiz-Fika y Larrabetzu. La representación se llevó a cabo gracias un impresionante despliegue humano, con un total de 115 voluntarios de quince grupos de recreación procedentes de Euskadi, Nafarroa, Catalunya, Aragón o Madrid. En concreto: Lubakikoak, Frentes de Euzkadi, Museo Memorial del Cinturón de Hierro y Artillería Bergara, de Euskadi; Frente Nalón, Trubia 1916 y GIS de Asturias; Voluntarios de Fayón, Comité Primera Línea y Retaguardia Zaragoza, de Aragón; Didpatri, XV Brigada Mixta y Pàndols 1938, de Catalunya y No pasarán, de Madrid. Todos ellos permitieron a la localidad sumergirse en la Guerra Civil. “Todo esto me emociona muchísimo”, relató Emilio Aperribay, superviviente del bombardeo de Gernika, de 86 años. “Tenía un año cuando escapé en brazos de mi madre por la carretera hacia Forua”, apuntó.El recorrido comenzó en la plaza de Fika, la zona de retaguardia. Niños y niñas, ajenos al horror de la guerra, trataban de seguir con sus vidas estudiando en la escuela. “Hay niños y niñas de diferentes edades y les enseño diversas materias”, explicó Maia Curutchet, de Frentes de Euzkadi, ayer en el papel de andereño.

Después, el itinerario representó esos duros momentos de la evacuación de los niños por medio del departamento de asistencia social. “Se les tallaba y vacunaba contra la viruela, además del proceso administrativo para el embarque”, apuntó Alberto Sardón, de Frentes de Euzkadi.

También se pudo conocer una de esas infraestructuras clave, los hospitales de vanguardia. En total había trece en los diez sectores del frente con entre veinte y setenta camas. “Hemos intentado representar cómo se hacía el triaje para atender a los heridos más graves y que el público vea una cura, una amputación o una transfusión de sangre”, detalló Alicia García, que se metió en el papel de las enfermeras de guerra. El público también pudo conocer la infraestructura de un taller de confección de la sección de industrias movilizadas del gobierno de Euzkadi y la labor de los periodistas internacionales para dar visibilidad a la guerra en el extranjero. De escoltarles hasta el frente como miembro de la Policía motorizada vasca se encargó Mikel Enfield, del grupo Frentes de Euzkadi. “Asumo labores de escolta y de enlace porque los cielos están ocupados por facciosos y cada dos por tres nos tenemos que arrojar a la cuneta”, relató. Una peligrosa labor que cumplió precisamente gracias a su Royal Enfield inglesa de 1936. Más adelante, los asistentes se desplazaron hasta el cementerio de Fika, donde estaba situado el aeródromo. Allí dos mecánicos y dos pilotos, uno de la Legión Cóndor y otro de la aviación republicana La Gloriosa, enseñaron a través de unas pancartas a escala las características de los aviones Messerschmitt Bf 109 alemán y el Polikarpov I-15 Chato.

Por la tarde, se llevó a cabo la recreación de la batalla que supuso la ruptura del Cinturón en la que tomaron parte unidades del ejército de Euzkadi, el Cuerpo Expedicionario Asturiano y las Brigadas de Navarra. Un combate que fue muy desigual debido a la superioridad artillera del ejército franquista. “La artillería requeté tenía entre cien y doscientas piezas por tres o cuatro de los republicanos”, apuntó Andrés Díez, del grupo Artillería Bergara.