Bizkaia sufrió el pasado año 25 incendios forestales que afectaron a 46,55 hectáreas de terreno, con lo que el pasado ejercicio se convierte en el que tiene la segunda mejor estadística en esta materia de los últimos diez años. En ese período, sólo 2018 ha tenido unos registros mejores (24 incendios) que afectaron a 30,97 hectáreas. Más de la mitad de esos fuegos (13), fueron extinguidos por el dispositivo foral (agentes forestales del Servicio de Montes, bomberos y personal de Basalan) antes de que alcanzaran una hectárea de extensión -en conjunto sumaron 2,98 hectáreas de afección-, "por lo que técnicamente se consideran conatos", ilustraban.

Otros nueve incendios dañaron entre una y cinco hectáreas (con un balance de 23,37 hectáreas del total de superficie quemada) y los tres restantes superaron las cinco hectáreas quemadas (en conjunto suman 20,20 hectáreas). Abril concentró el mayor número de incendios (10), con una superficie total afectada de 26,19 hectáreas, lo que representa el 56,2% del cómputo global. Es también el mes en el que se produjeron dos de los tres incendios de más de cinco hectáreas, que suman 14,20 hectáreas afectadas. El tercero de estos incendios de mayor tamaño se produjo en diciembre, en el que se quemaron seis hectáreas de matorral. El siguiente mes en cuanto a número fue marzo, con ocho incidentes de este tipo, si bien la superficie afectada en ellos fue de 5,9 hectáreas, porque seis de ellos no alcanzaron a quemar una hectárea.

De junio a septiembre únicamente se produjo un fuego en agosto -de 3,90 hectáreas de afección- lo que confirma la estacionalidad de los incendios forestales en Bizkaia, en donde el mayor riesgo de que se produzcan se concentra "en los meses de la parada vegetativa, entre octubre y abril", describía Amaia Antxustegi, diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural. La mayor parte de la superficie afectada durante el pasado año estaba ocupada por matorrales (39,32 hectáreas, lo que supone el 84,5% del total quemado). Otro 14,2% (6,63 hectáreas) eran arbolado y sólo 0,60 hectáreas afectadas se correspondían con zonas de pastizal.

Durante los últimos años, la Diputación Foral de Bizkaia viene desarrollando una estrategia forestal "que está repercutiendo positivamente en la tendencia a la baja registrada en la afección de los incendios forestales". Esta planificación se centra en la sostenibilidad en la gestión y uso de las masas forestales, y "ha permitido que Bizkaia sea durante los últimos años el territorio de la Comunidad Autónoma Vasca con mayor superficie dotada de certificación forestal sostenible y también el territorio donde se están desarrollando mayor número de planes de este tipo", apostillaba Antxustegi.

Esta apuesta por la gestión forestal sostenible se materializa a través de medidas concretas incorporadas en los Planes de ayudas al medio forestal. "Dentro de este plan se enmarcan las ayudas a las inversiones en la implementación de Planes preventivos contra incendios forestales que eviten la existencia de zonas carentes de infraestructuras para la lucha contra los incendios y establezcan barreras naturales que impidan la expansión de los incendios forestales en zonas que se consideren de medio o alto riesgo", agregaba.

En esta estrategia juegan también un papel importante todas las medidas de prevención que se adoptan. En la propagación e intensidad de los fuegos forestales intervienen de forma relevante la naturaleza y distribución del material combustible, por lo que resulta "fundamental" la eliminación del matorral invasor de las masas forestales establecidas y la ejecución de labores de aclareo, entresaca y podas correspondientes, además del mantenimiento de la red de pistas forestales de carácter general.

A estas labores de selvicultura preventiva se destinan importantes recursos presupuestarios, tanto en los montes públicos como en los privados, por medio de los Planes de ayudas a propietarios forestales y por medio del presupuesto ordinario de la Subdirección de espacios naturales para los montes de utilidad pública y patrimoniales. Estos trabajos se complementan con la fragmentación de la masa forestal en superficies discontinuas gracias a la existencia de una adecuada red de pistas forestales que, además, permite el rápido acceso de los vehículos de extinción al lugar donde se produce el fuego.