La población de origen boliviano residente en los municipios de Arratia -la comunidad latina más numerosa de la comarca y con especial presencia en las localidades de Igorre y Areatza- se reunió el miércoles en la parroquia de San Pedro de Arantzazu para asistir a un oficio religioso en honor a su patrona, Nuestra Señora de Cotoca. El año pasado la prudencia llevó a suspender la celebración de este sencillo festejo y a pesar de que en esta ocasión ha acudido menos gente de lo habitual "la devoción a su virgencita no conoce ni de fronteras ni de kilómetros y, aunque los bolivianos que viven y trabajan en este valle de Arratia se acercan cada vez más a nuestra cultura, no se olvidan de sus raíces", destaca el párroco que ofició la misa, Jose Mari Kortazar.

Para ambientar el templo religioso acorde con la ceremonia, Dos pequeñas imágenes de la virgen de Cotoca se instalan junto al altar mayor de la parroquia de San Pedro de Arantzazu junto a las velas multicolores que recuerdan a los feligreses que es tiempo de Adviento y de preparativos de Navidad. Terminada la misa los asistentes se tomaron una foto de familia y se dirigieron en procesión hasta la sala donde algunas mujeres habían adecentado un altarcito con imágenes de la Virgen. "El coronavirus obligó a mantenerse confinado a uno de los participantes del grupo musical que iba a amenizar el encuentro, por lo cual esa actuación tuvo que ser sustituida por un equipo de música que desgranaba los cantos a la Virgen, explica Kortazar para el que el singular festejo celebrado el 8 de diciembre por la comunidad boliviana es un claro ejemplo de que "la fe y devoción son un magnífico puente, una red que une a personas de distinto continente pero de una misma fe".

Más de una década

Y es que son ya once años conmemorando en Arratia un festejo que comenzó "en un domicilio particular de unos bolivianos devotos de la Virgen" y que tras conversar con feligreses de la parroquia de Arantzazu "decidieron celebrarla con misa y abriendo la participación a cualquier persona interesada".

Es la manera de sentirse más cerca de su tierra, de sus creencias religiosas y de una tradición que tiene como epicentro el Santuario de Cocota, situado a 20 kilómetros al este de la ciudad boliviana de Santa Cruz conocida por la diversidad de comida típica y por la fiesta patronal de cada año en honor a la Virgen de Cotoca, denominada también Patrona del Oriente Boliviano.

La leyenda dice que la imagen fue encontrada por dos campesinos prófugos que, refugiados en el monte, vieron la noche de un 15 de diciembre un resplandor procedente del interior del tronco de un árbol. Tras acercarse hasta el lugar, hallaron la bella talla que inmediatamente empezó a ser venerada por los lugareños tanto esa jornada como la del 8 de diciembre. Posteriormente la imagen fue trasladada hasta la iglesia de Cotoca. Sin embargo, cuentan que por las noches regresaba misteriosamente hasta su lugar de origen donde aparecía con los pies llenos de tierra. Por este motivo fue devuelta a su morada junto con el tronco en que fue encontrada y, desde entonces, dejaron de producirse las misteriosas desapariciones nocturnas.