Euskadi recuperará su movilidad interna después de que el Consejo Asesor del LABI se haya decantado por poner fin al confinamiento municipal y territorial en vigor desde la segunda semana de enero. La medida entrará en vigor el martes 9, una decisión inusual atendiendo a anteriores resoluciones, de aplicación más inmediata en el tiempo. Esta vez, sin embargo, los criterios de salud pública han primado en la adopción de esta decisión. El objetivo es, respetando el espíritu del 8-M, tratar de evitar posibles desplazamientos masivos para acudir a las manifestaciones convocadas por el movimiento feminista en las capitales vascas.

De hecho, actos reivindicativos se desarrollarán como ya es habitual en la inmensa mayoría de las localidades. Y es que la situación ha mejorado desde que fueron adoptadas las últimas medidas restrictivas (entre las que se incluía ese confinamiento municipal y el cierre perimetral) allá por el 11 de enero cuando la incidencia acumulada se situaba por encima de los 500 casos (ayer era de 225), pero no tanto como para arriesgarse a facilitar un escenario que podría tener consecuencias desastrosas a posteriori.

"No estamos en un tiempo en el que estemos analizando un escenario futuro próximo, cuando menos, de bonanza que nos lleve a una relajación de todas las medidas ahora en vigor", ha sintenizado el lehendakari Iñigo Urkullu, tras la reunión del LABI. Ha insistido en que Euskadi sigue en Fase 3 (la de transmisión tensionada); muy lejos todavía de los dos escalones inferiores (el moderado para una incidencia de 60 a 150 casos; y el bajo hasta 60) contemplados en el Plan Biziberri III. "Ni siquiera estamos cerca de llegar a los doscientos", ha manifestado el lehendakari.

Por eso, Urkullu ha enfatizado que "el esfuerzo tiene que ser compartido para bajar a los 60 casos, que es la cifra que entendemos que indicaría un escenario en el que se permitiera pensar en una situación de mayor relajación de las medidas hasta ahora en vigor". La premisa de la prudencia máxima ha sido, es y seguirá siendo esencial en las valoraciones y análisis científicos planteados desde el Comité Técnico. Más aún con el panorama amenazador que cada día dibujan las distintas variantes del SARS-CoV-2. La británica por ejemplo (presente ya en la mitad de los nuevos positivos detectados en la geografía vasca) se ha demostrado que es un 90% más contagiosa.REVISIÓN EN 20 DÍAS

Así las cosas, el final del confinamiento municipal y del cierre perimetral territorial es la única gran novedad de este último LABI ya que los horarios de apertura de la hostelería se mantienen fijados en las ocho de la tarde, al igual que los usos y aforos máximos permitidos en este tipo de establecimientos y en comercios. Tampoco el famoso toque de queda se ha movido y las 10 de la noche siguen siendo la hora límite. Y la próxima revisión de este paquete de medidas se ha fijado para dentro de 20 días. Lo esperado, en definitiva, a tenor de las declaraciones que en las últimas semanas se han venido realizando por distintas voces autorizadas tanto en lo sanitario como en lo político. Y sobre todo, a las puertas de una Semana Santa que vuelve a quedar en suspenso para tratar de esquivar una reactivación del virus.

Desde el LABI estiman que es necesario mantener el nivel de alerta durante todavía un par de semanas; el tiempo necesario para poder apreciar los efectos de la campaña de vacunación y, de paso, ayudar a que vayan disminuyendo los contagios y la incidencia del patógeno. Sobre todo teniendo en cuenta la ralentización en la evolución de la pandemia. Una circunstancia a la que se ha referido Iñigo Urkullu, quien ha avanzado la existencia de un estudio comparativo que establece una correlación entre precisamente esa ralentización y la reapertura de la hostelería cuando las capitales estaban en zona roja. El lehendakari se ha referido también a las lecciones aprendidas durante este largo año de pandemia.

Ahí están los ejemplos de la rápida desescalada del verano y las pasadas navidades. La flexibilidad normativa y la relajación social abrieron las puertas de los hospitales y el Gobierno vasco no está dispuesto a repetir esos errores. De hecho, ya en Navidad se mostró partidario de mantener las restricciones, pero en aras al consenso con otras comunidades, Euskadi moduló su discurso.

Ahora, el lehendakari y su gabinete ya no tienen la vista puesta en la Semana Santa de este año. Espera que en las siguientes reuniones de la Comisión Interterritorial de Salud, no se baje la guardia frente a un escenario tan cambiante como el engendrado por el virus. "Las próximas dos o tres semanas serán decisivas" para tener algo más de certidumbre sobre la curva que traza el virus: Y no solo en Euskadi; también en otras comunidades y países europeos. "No es momento de una desescalada", apostillaba el lehendakari.