Estos días que bailan en el calendario sin fecha fija solían ser alocados y muy divertidos. Este podría ser un domingo de colorida resaca para muchos… La estela de los carnavales, de los últimos grandes actos que existen prepandemia, se hace notar. Los colegios sí han disfrazado a sus peques y algunos ayuntamientos han organizado concursos virtuales o han hecho guiños a esta fiesta que en Erandio ha sido de lo más personal y original desde que en 2018, Trabudu Dantzari Taldea diseñara en Astrabudua el espectáculo Dantzxori, con más de 140 personas en escena. Este pasado viernes, los pájaros no pudieron echar a bailar y volar, claro, pero la agrupación ha colocado en su sede de la plaza Mendiguren elementos carnavaleros para sentir el espíritu de esta celebración.Allí están, entre otros, El Hartza, un enorme ser peludo con cuerpo de oso y cabeza de carnero, típico del Carnaval rural de Nafarroa; los momotxorros, con cuernos de toro, piel de oveja latxa y cencerros, infalibles en la fiesta de Altsasu; o el malvado bandido Miel Otxin, de Lantz. “Hemos creado un poco ambiente de carnaval”, explica Borja Zubillaga, uno de los integrantes de Trabudu. El hueco de Dantzxori se nota, eso sí. Y duele, como duelen todas las actividades invisibles, de las que el maldito coronavirus se ha adueñado y parece no querer soltar. Encima, para Trabudu este es el año de su 45 aniversario, ya que fue fundado en 1976. “Empezó con gente de Astrabudua que había sido dantzari en otros grupos, porque desde la Guerra Civil hasta ahora, existen asociaciones de danzas en Astrabudua. Por nuestro vigésimo aniversario, hicimos una investigación y localizamos a trece grupos”, repasa Borja. Así que el Carnaval de 2021 podría haber sido más especial aún para el barrio.

El corazón de Dantzxori es la naturaleza. Por eso, el argumento del espectáculo gira en torno a una Madre Tierra que duerme y no despierta ante tanto sufrimiento por la contaminación. Ahí entran en juego seres mitológicos para tratar de ayudarla. Para darle aire. Oxígeno. Vida. “Solo despertando a la Tierra volverá la alegría y podremos recibir el mensaje que los tres protagonistas tienen guardado. Lertxuntxo, que simboliza el medio ambiente, Txindorra, que inspira el euskera y Dantzxori, que representa la tradición, la fiesta y la alegría”, cuenta esta historia hecha por y para Astrabudua. El covid-19 la ha silenciado esta vez, pero no la callará. “Es un parón, pero seguirá. La idea es que sea el Carnaval de Erandio. Es la primera vez desde el año 91 o 92 que no hacemos esta fiesta. Así que vamos a continuar y a perfeccionar Dantzxori. Además hay cantera”, destaca Borja. Y es que Trabudu comenzó a principios de los 90 a llevar la alegría del disfraz a las calles de Astrabudua, pero no de una forma tan genuina como estas últimas ediciones. “Por el año 90 se nos ocurrió aprovechar los cursillos de aitas y amas para enseñarles dantzas de plaza, para que cuando hubiera una romería, la gente supiera bailar. Y dándole vueltas, pensamos también en el carnaval. Se nos ocurrió sacar el de Lantz sobre el 91 o 92 y participaban los padres que iban a ese curso, hacíamos una comida y salíamos por el barrio con los disfraces del carnaval de Lantz. Estuvimos haciendo unos cuentos años hasta que decidimos cambiar e hicimos el de Alsasua. Luego, sacamos un carnaval mitológico y, después, nos pusimos a investigar a ver si en Erandio o Astrabudua habían tenido sus propios carnavales y no encontramos nada”, resume el miembro de la agrupación cultural. Fue en 2015 cuando la presidencia de Trabudu decidió hacer una reunión con todos los grupos culturales y deportivos del barrio para hablar de la posibilidad de organizar un evento diferente, de conocer qué quería la gente e involucrarla, tal y como recuerdan dos de las jóvenes dantzaris de Trabudu: Eider Ibáñez e Izaro Esturo. “El presidente, Luque, llevaba tiempo con la idea de que como estamos en el valle del Txorierri, se podían usar pájaros, además, como hay un humedal también… Y él siempre dice: Cuando bailas, tienes que volar”, añaden las chicas.

Las diferentes ocupaciones del tejido asociativo de Astrabudua complicaron la dirección de orquesta de un evento así y, encima, en 2016, coincidió el 40 aniversario de Trabudu. “Así que nos centramos en ello y aparcamos la idea del Carnaval. Pero después, retomamos el proyecto e hicimos Dantzxori por primera vez en 2018”, apunta Borja.

Un año sin ritmo

La ausencia de la fiesta del disfraz lo evidencia: los pasos de baile en tiempos de coronavirus no son nada firmes. “Ahora estamos en una situación de parón. Primero, porque hay miedo y segundo porque si pasa algo donde ensayamos, la responsabilidad es nuestra. Sí hay aitas que quieren que los niños vengan y otros prefieren no venir...”, admite Borja. Así que Trabudu, como tantas otras asociaciones, se ha visto frenada por la situación sanitaria. Un dantzari eguna muy íntimo, una pequeña actuación para el centro extremeño y un Olentzero más familiar son las pocas actividades que han podido llevar a cabo a lo largo de casi un año. Ni euskal ezkontza, ni Santa Águeda... “Teníamos muchas dudas sobre cómo hacer con Olentzero… El Ayuntamiento nos ofreció la carpa de Astrabudua y montamos un baserri en una esquina, Olentzero y Mari Domingi en otra... Pusimos txalaparta y algo de música y en la salida Ulpiano daba chocolatinas junto a una niña vestida de baserritarrra. Realmente, fue una fórmula muy cómoda para nosotros”, reconoce el dantzari.

A una agenda despoblada de actos y ensayos, se suman las consecuencias económicas generadas por la pandemia. “Vendimos lotería de Navidad, aunque menos que otros años; no pudimos poner txosna en fiestas, así que ese dinero que no tenemos… Y el año pasado sí fueron cobradas las cuotas a los socios, pero este se pagará la mitad”, comenta Borja. Trabudu cuenta con cerca de 400 socios y más de 130 dantzaris. Pero no todo son sombras, también hay luces: se han apuntado una decena de personas más al grupo y la intención es que la música vuelva a sonar y los pies se empiecen a mover de nuevo. “Vamos a arrancar, no sé cómo, pero la idea es empezar ya, aunque sea los adultos. Estamos pensando en utilizar la carpa de fuera, en vez del local para ensayar. Queremos preparar algo para San Lorenzo y encima como es el aniversario… Aunque no hagamos nada especial, sí nos gustaría hacer una actuación bonita en las fiestas”, desvela Borja, cruzando los dedos para que, realmente, todo vaya a mejor.