En medio de una incesante actividad para atender las demandas de ayuda, agravadas por la pandemia, el vicepresidente del Banco de Alimentos de Bizkaia explica cómo se adaptan a las nuevas circunstancias que impone la crisis sanitaria de cara a seguir adelante con su labor en la nueva situación de pobreza en el territorio.

Este año, la Gran Recogida de Alimentos va a ser distinta como consecuencia de la pandemia. ¿Cómo van a proceder?

—Este año, las circunstancias nos obligan a hacer de otra forma la tradicional Gran Recogida de Alimentos. Será por medio de los bono alimento, sin voluntarios, aunque en algunos casos habrá voluntarios, pero serán muy pocos y solo para informar, ya que no podrán ni repartir bolsas ni impresos ni recoger alimentos.

¿Dónde y cuándo se compra un bono alimento?

—Se pueden adquirir en la caja de los establecimientos habituales que se suman a la campaña. Como la situación es extraña, la campaña se amplía del 16 al 21 de noviembre. Durante toda esa semana se pueden adquirir en los supermercados. Además, aunque no nos gusta pedir dinero, en la situación actual también se puede cooperar con el Banco de Alimentos haciendo donaciones con tarjeta de crédito, por Bizum, por PayPal y por transferencia bancaria a través de su página web (www.bancali-biz.org?), pinchando en Emergencia covid-19 de forma sencilla.

¿Realmente la situación es grave?

—Ha habido una subida del 30% en el nivel de demanda de alimentos de las instituciones con las que trabajamos.

Además, el virus sigue latente y se pone la vista ya en un plazo más largo...

—Sí, ha surgido un tipo nuevo de demandante de ayuda que antes no existía, que es la gente que hasta hace poco tiempo tenía su trabajo y su medio de vida organizado. Incluso hay personas que aunque trabajan, sus ingresos no les sirven para poder hacer frente a los gastos mensuales y a ellos hay que ayudarles también.

¿Cuáles son los colectivos más afectados por los efectos del covid-19?

—Hasta ahora nosotros ayudábamos a personas en riesgo de exclusión o en pobreza pero ahora se suman personas que nunca en su vida pensaron que iban a estar en riesgo de exclusión. Son personas que se mantenían bien pero ahora han quedado en paro, como gente que tenía un pequeño negocio, que tenía un bar o trabajaba en transporte, en hostelería, en el servicio doméstico, en pequeñas empresas que han cerrado... y que ahora están necesitadas, algunos en ERTEs, por ejemplo.

¿Ellos se suman a las personas en situación de pobreza endémica?

—Eso es, sobre todo parados, personas con trabajos precarios y familias monoparentales con bastantes hijos normalmente. Asimismo, me preocupa que el número de niños atendidos, que son el colectivo más vulnerable, no para de subir.

¿Considera que la pandemia ha hecho un daño importante?

—Yo creo que ha provocado una crisis mucho peor que la de 2008, que fue una crisis solamente económica. Pensábamos que había sido lo peor de lo peor, pero nos encontramos con que esta va a ser mucho más profunda y por lo que veo -aunque no soy economista ni profeta- que vamos a tardar más en salir. Como dato a tener en cuenta, en la crisis de 2008, el pico de demanda de ayuda lo tuvimos en 2012 y sin embargo ahora, en cinco meses ha subido la demanda de ayuda en un 30%.

¿Aprecian una mayor sensibilización de la gente en términos de solidaridad?

—Estamos impresionados de cómo se está volcando la sociedad. Estamos recibiendo donativos de empresas, de personas particulares, de asociaciones, fundaciones, instituciones públicas... Es impresionante cómo nos están echando una mano para poder hacer frente a los gastos que implica la adquisición de alimentos para el tan elevado número de personas que demandan ayuda.

Esta es una buena noticia...

—Estamos muy agradecidos. La solidaridad está a flor de piel en Bizkaia. Siempre nos ha sorprendido la generosidad en momentos claves como la Gran Recogida pero en estos últimos meses, la gente ofrece ayuda espontáneamente.

¿El llamamiento apunta a seguir en esta línea?

—Sí, porque la necesidad es de todo el año y para ayudar a esas personas hay que tener medios.

¿Cuál es el mensaje desde el Banco de Alimentos para apelar a la solidaridad?

—Me impresiona que algunos de los demandantes, hasta hace poco colaboraban ayudando ellos como voluntarios, lo que demuestra que todos somos vulnerables y podemos encontrarnos en un momento de nuestra vida en una situación de necesidad. Eso hay que tenerlo muy presente.

El futuro inmediato no es halagüeño, con la posibilidad de un nuevo confinamiento planeando. ¿Ello vendría a agravar aún más las situaciones de pobreza?

—Claro, porque numerosos comerciantes, hosteleros... están a punto de bajar la persiana. Hay sectores especialmente afectados y esto es una pescadilla que se muerde la cola, porque ningún sector de la economía es una isla y la crisis de unos repercute en otros, es un efecto en cadena. No hay ningún sector de la producción que esté aislado y no tenga relación con los demás.

¿En cuanto al voluntariado se percibe también un aumento en vista de la situación?

—Estoy asombrado también de los voluntarios, que están respondiendo muy bien y trabajando mucho. Además, es destacable la labor de gente joven que por circunstancias laborales están en paro, por poner el caso, que han venido voluntarios, cosa que nos ha venido muy bien. Son gente joven y fuerte que saca adelante mucho trabajo y que son de menos riesgo que los que somos más mayores.

¿Necesitan más gente?

De momento nos defendemos pero siempre viene bien el refuerzo, que echen una mano.

En el año del 25 aniversario del Banco de Alimentos de Bizkaia ¿cuál es el balance?

—Hemos cumplido 25 años pero no hemos podido celebrarlo, dada la situación. Estamos viviendo una actividad trepidante y en unas condiciones complicadas, porque además, intentamos que haya el mínimo número de personas en el Banco de Alimentos para evitar posibilidades de contagio. Entonces hay que trabajar más con menos personas, por lo que intentamos hacer turnos, que sea rotativo, por ejemplo.

¿Cuál es el reto o proyecto más inmediato que tienen entre manos?

—Hace dos años abrimos un centro de reparto en Santutxu, BBK Lagun Gunea, en el que trabajamos junto con la Cruz Roja, y anteayer abrimos otro en Rekalde, el Centro de Reparto San Vicente Paúl, con las Conferencias de San Vicente de Paúl como socio.

¿Esta inauguración es señal de que la actividad del Banco de Alimentos de Bizkaia no cesa?

—Por desgracia, somos cada vez más necesarios, aunque nos gustaría no serlo.