AS visitas guiadas temáticas mensuales habían arrancado de forma prometedora en enero y febrero -cuando se ampliaron las salidas a las torres de Balmaseda-, pero el programa se cortó de raíz en marzo por el coronavirus. Después del confinamiento, el Ayuntamiento y la empresa Alboan Servicios Turísticos no renuncian a divulgar el patrimonio, aunque guardando todas las medidas de seguridad en las salidas por el casco histórico que se han llevado a cabo los domingos de julio y agosto. Comenzando por el aforo: el casi medio centenar de personas que asistieron a principios de año al recorrido que conmemoraba el 821 aniversario de la villa más antigua de Bizkaia se minimizó primero a quince asistentes y, una vez el Gobierno vasco comunicó nuevas restricciones por el repunte de contagios, a diez. En todos los casos, con cita previa y obligación de utilizar mascarilla.

En este verano donde se apuesta mayoritariamente por destinos próximos por el temor a la evolución del covid-19, tanto el museo de historia local como el de la Pasión Viviente han contado gran afluencia de turistas llegados "sobre todo de Madrid, Catalunya y Bizkaia", si bien también han registrado la presencia de "belgas u holandeses", según repasó Jorge Gómez Balenciaga, de Alboan.

Se unieron a una de las salidas Arantza Hernández, Iñaki de Pablos y su hijo, Oier de Pablos, que viven en Santurtzi. Se habían detenido antes en Balmaseda, "pero la verdad es que con un guía todo se ve de manera diferente, los que nos está contando nos está sorprendiendo mucho y gratamente", comentaron. Para Iñigo García, Alejandro Molina, Asier López, Aitor Santamaría y Daniel Burat la excursión supuso un soplo de aire fresco en el tratamiento contra las adicciones que siguen en la fundación Gizakia en Gordexola que los meses de cuarentena han hecho aún más difícil. "Hemos pasado semanas encerrados, ahora empezamos a salir", compartió Beatriz Saldaña, que les acompañó. Muchas de las personas que se apuntaron a esta visita de agosto se hospedaban en el agroturismo Lezakamoetxe de Sopuerta. También se unió al recorrido Argiñe Lezama, hija de la familia propietaria, quien reconoció que esta temporada alta turística está resultando totalmente diferente debido a la pandemia. Las reservas se concretan casi en el último minuto por el temor a los rebrotes y posibles confinamientos. Así, priman las estancias cortas y huéspedes sobre todo de Euskadi. Los Lezama ganaron la Txerriki Azoka de Sopuerta, uno de los últimos eventos que pudo celebrarse en Enkarterri antes del cierre.

"Encrucijada de caminos, el único acceso durante siglos desde la meseta hasta el Cantábrico", la carta puebla concedida en 1199 por el señor de Bortedo dio un espaldarazo a la desde entonces villa de Balmaseda, que gozó a partir de ese momento de importantes privilegios. "Pasaron a ser libres, porque antes el fruto del trabajo de los vecinos iba sobre todo al señor feudal", adquirieron la facultad de amurallar el municipio "y construyeron una puerta de entrada: el Puente Viejo medieval, donde se abonaban impuestos". En el trayecto comprendido entre el valle de Mena -Burgos- y Sámano -Cantabria-, tan solo Balmaseda estaba autorizaba a organizar mercados. La entrada en juego de Orduña, "que abrió otra ruta en el siglo XVIII", sumió a Balmaseda en cierta decadencia, que reflotó a finales del siglo XIX el ferrocarril Bilbao-La Robla para el transporte de carbón hasta las grandes industrias. De allí surgiría otra seña de identidad: la putxera. Durante los viajes en tren que podían durar horas y horas "los ferroviarios tenían que comer caliente", de modo que idearon una ingeniosa solución "enganchando un tubo a la máquina que se calentaba con el vapor". En las zonas de los vagones donde no alcanzaba esta solución "cogían el carbón en ascuas y lo arrojaban al recipiente en el que se enganchaba el puchero". En 1971 la villa incorporó la costumbre a las fiestas patronales de San Severino dando lugar al afamado concurso de putxeras de alubias del 23 de octubre, este año en el alambre.

Balmaseda no ha perdido su trama urbana medieval "con una plaza al norte y otra al sur, cortadas por tres calles que, a su vez, están unidas por cantones". El paseo por el casco histórico desembocó en la plaza de San Juan, presidida por la kultur etxea y el Klaret Antzokia, sede del cine. En su momento iglesia, "fue la primera de Bizkaia que se construyó entera de hormigón, entre 1920 y 1924". Desde ahí se dirigieron al museo de historia, el de la Pasión Viviente y el palacio Horkasitas, con la exposición de la asociación Bapore Atelier.

Por las cumbres de la villa

De cara a la nueva temporada "estamos preparando más iniciativas", siempre a la expectativa por la pandemia y respetando las directrices sanitarias en cada momento. Además, Alboan Servicios turísticos suma otra excursión, que se adentra por el entorno de montaña de Balmaseda en dos etapas.

La primera, que "es la más exigente, recorre los 17 kilómetros que unen las cimas de La Garbea, Kolitza y Sabugal adentrándose en lugares tan bellos como el túmulo de La Garbea, el monte Kolitza -donde tuvo lugar una decisiva batalla en la Guerra Civil- y el sendero que nos llevará hasta el Sabugal, cubierto de robles y hayas". La segunda etapa "consta de diez kilómetros por los montes Arbalitza y Celadilla, escenarios de numerosas escaramuzas durante las carlistadas y la Guerra Civil". La actividad incluye noche en Balmaseda, "cuyas tradiciones, patrimonio y sabores tendremos ocasión de conocer".

Respetando las normas sanitarias, se estableció un aforo máximo de quince personas, diez en los dos últimos recorridos

También los museos han registrado una afluencia reseñable de turistas, en su mayoría vascos, catalanes y madrileños