Bilbao - La revolución anunciada el martes por el equipo de Fernando Pérez comienza a vislumbrarse en la fachada de Azkuna Zentroa (AZ), donde las ilustraciones de Aitor Saraiba invitan a la ciudadanía a identificarlo como templo de la cultura contemporánea. Los hitos marcados para el próximo lustro van desde aliarse con el público joven como generador de contenidos, abordar la señalética para que la visita sea más intuitiva o poner en marcha un programa educativo llamado a ser referente. Todo ello dando valor a espacios poco explotados hasta ahora, como la terraza de 853 metros cuadrados que atesora.

¿Cómo lleva la vuelta a casa?

-Bilbao siempre ha sido mi casa y AZ también. Empecé a trabajar tres días antes de su inauguración como responsable de Programación. Ha sido una vuelta a casa muy bien recibida y ahora desde la perspectiva de la dirección, que te da una visión mucho más global.

El Proyecto Programa presentado el martes es muy ambicioso.

-Sí, por eso nos hemos dotado de un recorrido de cinco años para implementarlo. No es un plan estratégico, es una propuesta que la dirección hace al consejo y a la ciudadanía. Aunque sea ambicioso es realizable, es ir cumpliendo etapas para crecer.

¿Siguen los bilbainos sin saber cómo definir AZ?

-Definirse es muy importante para todos. Para las instituciones y para las personas, en general. Cuando sabes lo que eres y lo transmites es cuando tienes una base a partir de la que poder construir. Te defines y no dices lo que puedes encontrar. Es en esa definición donde se encuentran las claves del proyecto.

¿Quieren que desaparezca la línea divisoria que diferenciaba el ocio y la cultura?

-Sobre todo es actualizar los contenidos. El ocio es muy importante, pero es un concepto que surge de la democratización cultural y que tenía que ver en esa división del tiempo que se hacía en los 80 y 90. Por eso pensábamos que se podía subir un peldaño y trasladar el concepto de ocio más a la sociedad y la cultura contemporánea. Es un concepto más amplio que también engloba el ocio, pero que tiene que ver con las nuevas formas de producción, el trabajar con la cultura desde la participación...

Han mencionado el deseo de formar una sociedad más crítica. ¿Es más necesario ahora que nunca?

-Sí, una sociedad más crítica, más diversa y más creativa. Una institución cultural tiene que proponer a los ciudadanos que sean capaces de asumir un riesgo. Proponer propuestas artísticas desde una perspectiva crítica es positivo; cada uno es capaz de elegir, de conocer, de actuar ante las situaciones generales de la vida y las que parten de la perspectiva cultural.

El Centro de Actividades Complementarias será un laboratorio de ideas. ¿Cómo se abrirá al público?

-Lantegia va a ser un espacio basado en propuestas de creatividad, de innovación. Será un lugar para la experimentación, para que las propuestas artísticas cotidianas tengan un reflejo en el edificio. Es un espacio para que la parte artística de las industrias culturales y creativas pueda desarrollarse. Ello está vinculado a los artistas, a los agentes, pero también a las comunidades de públicos.

Y realizará un guiño a los más jóvenes con la cultura digital. ¿Es imprescindible usar su lenguaje para acercarse a esta comunidad?

-Totalmente. La idea es a partir de la Mediateka, pero también con la programación de todo el centro, trabajar de forma más normalizada con los jóvenes, no tanto para ellos. Hoy en día los jóvenes se comunican de otra forma. Es a partir del espacio de la Mediateka y en el resto de la programación donde queremos pensar en su forma cotidiana de trabajar. Nos interesa el público joven como generador de cultura.

¿Es un público que se ha escapado?

-El público en la cultura es bastante mayor en general, quizás por la propia idiosincrasia de las instituciones. Los jóvenes están haciendo propuestas muy interesantes que hasta ahora quizás no hemos sido capaces de entender. Es momento de trabajar con ellos hablando su mismo lenguaje. No es tanto captar a los jóvenes, sino que entiendan que este es un lugar en el que se pueden sentir cómodos.

Hasta ahora la perspectiva feminista ha cobrado mucho protagonismo en las exposiciones de AZ. ¿Seguirán en la misma línea?

-Sí, la perspectiva feminista en la programación está en el ADN. No solo en la sala de exposiciones, sino en el resto de la programación. Además, nos parece fundamental añadir una línea de trabajo que ya hemos puesto en marcha en torno a la creación y la perspectiva LGTBI en el arte.

¿Qué usos prevén para la terraza en la programación de verano?

-La terraza se va a actualizar para que tenga un uso mayor. Se van a iniciar visitas en verano. Tienen que ser actividades ad hoc a los accesos, que son por ascensor o por cuatro plantas de escaleras. Una de las actividades será con pantallas y vídeo danza, de forma que de noche se puedan ver las proyecciones.

¿Abre la puerta a sesiones de cine al aire libre o a conciertos?

-Las posibilidades pueden ser múltiples siempre que no compitamos con otras actividades que existen. Las sesiones de cine ya se organizan por el Área de Cultura en Indautxu.

En alguna ocasión se ha barajado la posibilidad de cubrir la terraza. ¿Lo siguen teniendo en mente?

-La terraza es muy grande. Cubrir una parte de ella aportaría muchas posibilidades al centro. No abandonamos esa idea.

¿Es una aspiración a largo plazo?

-No está dentro del Proyecto Programa, pero no es un plan cerrado. Lo mismo que se pueden incluir proyectos que la ciudad demande. Los espacios pueden convertirse, dependiendo del proyecto, en una cosa u otra.

¿El Proyecto Fatxada es una forma de llamar la atención de la ciudadanía y sacar la cultura a la calle?

-La idea de AZ es ser un espacio ciudadano dentro y fuera. La fachada tiene un peso grande y hasta ahora solo se ha utilizado para autopromocionarnos. Eso ha cambiado. Cualquiera de los espacios puede ser una plataforma para que los artistas expresen su creatividad. Este proyecto, con doce ilustradores participantes, está vinculado a la tienda, porque sus piezas estarán en venta. Es una pincelada para que la gente se dé cuenta de que aquí dentro ocurren cosas relacionadas con la cultura.

¿Hay algún centro cultural en el que AZ se mire para poner en práctica todo esto que pretenden?

-Siempre tenemos referencias, pero nosotros también estamos siendo referencia de otros centros. Acaba de visitarnos el Ayuntamiento de Sevilla, ha habido agentes de una zona de Pekín que se han interesado en nuestro modelo... Los primeros pasos han consistido en poner en valor las dificultades de ser muy multiforme. En eso tenemos referencias como el Barbicana centre de Londres o le Centquatre de París. Nos definimos más sobre lo que no somos: no somos un museo, ni un cine ni un teatro... pero a la vez somos todo eso.

Una asignatura pendiente es la mejora de la señalética para que el visitante pueda guiarse mejor.

-Sí. Es una asignatura que está en el Proyecto Programa. Hemos trabajado sobre la definición, pero en una segunda fase tenemos que poner de manifiesto qué es qué y dónde está cada cosa: identificar cuáles son los edificios, dónde está la sala de exposiciones y qué existe en la planta menos uno y dos. No es evidente.

Quieren que la visita a AZ se convierta en una experiencia. ¿Cómo se puede conseguir?

-Una parte fundamental es que al acceder se perciba más una proactividad que una receptividad. Es decir, que la experiencia sea dependiendo del perfil de cada visitante y que esté ayudada por las personas de atención al público. Significa que cuando está usando uno de los servicios pueda conocer otros, que pueda llegar antes a los espectáculos, a las exposiciones...

La peatonalización entre el Guggenheim y AZ será realidad en 2021.

-Va a ser un cambio urbanístico fundamental. El Museo de Bellas Artes, el Guggenheim y nosotros somos un triángulo. Trabajar juntos va a ser muy beneficioso para los visitantes, pero también para los bilbainos.

¿Qué visita propondría a un turista que llega a AZ por este corredor?

-Puede quedarse todo un día a disfrutar del centro. Hay veces que llegan, ven la piscina desde abajo y se marchan. Hay que incidir en los turistas que no quieren limitarse a sacar una foto. Hay posibilidad de visitar la sala de exposiciones, ver un espectáculo de danza, usar la Mediateka, tomarse un café o ver una película en versión original subtitulada.

Cuando le nombraron director, se cuestionó el organigrama. Sin embargo, ahora se anuncia que no se descarta su ampliación. Entienden que no hay ‘staff’ de sobra.

-Antes de presentar este proyecto hemos hecho dos estudios: uno sobre las empresas externas y otro sobre el staff interno, que es escaso para los cientos miles de visitantes que acogen las actividades que organizamos. Para implementar este proyecto necesitamos que la plantilla crezca.

¿Cuál es la relación que mantiene Lourdes Fernández con el centro?

-Le he presentado personalmente el proyecto y le ha gustado muchísimo. El hecho de conocer el centro añade un valor a Lourdes y si existe algún proyecto en el que podamos colaborar, encantado.

Dentro de todo lo planteado. ¿Qué cree que será lo más complicado de llevar a la práctica?

-Me planteo lo realizable y tenemos cinco años para cumplirlo. El Proyecto Programa es muy extenso: habla de las nuevas tarjetas, proyectos de cocreación entre los trabajadores... La educación y la mediación son un valor añadido que aporto. Vamos a ser reconocidos por tener un programa educativo muy importante.

El año que viene AZ cumple una década. ¿Piensan en la celebración?

-Hemos creado una comisión de trabajo para organizarla. Las celebraciones están bien, pero lo importante será el proceso de estos cinco años.