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Actividad navideña a tope

Ocio, compras y gastronomía ocuparon ayer la mayor parte de los planes de los miles y miles de personas que llenaban las calles de Bilbao. El ambiente y decoración navideña animaron una jornada con un color especial

Actividad navideña a topeMiguel San Cristobal

BILBAO bulle. Calles llenas de gente, continuo ir y venir de grupos, familias, y parejas, restaurantes y bares a reventar? el de ayer fue un día típico de fiebre navideña, con actividades de ocio, compras y gastronomía a partes iguales. Muchos bilbainos y también otras muchas personas llegadas de distintos puntos de Euskadi y más allá llenaron durante toda la jornada las arterias y lugares más céntricos de la capital vizcaina y coparon sus calles y locales.

La época navideña saca lo mejor de muchas ciudades y Bilbao, como se puede comprobar estos días, es una de ellas. Incluso sin encender la llamativa iluminación, la deslumbrante decoración de calles, escaparates y edificios está siendo el telón de fondo perfecto para todas esas personas dispuestas a disfrutar de una ciudad que ofrece de todo y que ahora muestra su mejor cara. Ayer la banda sonora la ponían multitud de grupos y músicos que se podrían denominar oficiales y cuya actuación estaba programada como animación callejera, y también muchos artistas espontáneos con diversidad de estilos y géneros: desde un rapero en una esquina junto a la Plaza Moyua, hasta acordeonistas, guitarristas, solistas y cantautores en distintos puntos del Casco Viejo, junto al parque y la ría, en el eje Indautxu-Ercilla-Moyua y, por supuesto, en la Gran Vía.

Compras y comidas programadas con motivo de la cercana Navidad eran los principales motivos de muchos paseantes, pero también había quien solo quería disfrutar de un paseo para empaparse del ambiente alegre y luminoso y hacer tiempo para tomar algo en una terraza. Porque la magia de la Navidad no está únicamente en los adornos dorados, las guirnaldas o las luces led, también radica en tomar algo con los amigos o la familia y hacer planes para las inminentes vacaciones escolares.

Muchos planes Manoli, María Jesús, Sergio y Miriam, dos hermanas y dos primos llegados de la localidad navarra de San Adrián, tenían por delante un programa completísimo: “hacer unas compras, ver cosas, comer y pasar el día en Bilbao”. “Hay mucha gente, se nota que la Navidad está cerca y la ciudad está animadísima”, dijeron los miembros de esta familia que, como no era la primera vez que elegían la capital vizcaina para un día de vacaciones, ya venían preparados para encontrarse con “este buen ambiente”. Desde el punto de vista comercial, es cierto que la campaña navideña es la época más importante para muchas tiendas y por eso, aunque ahora tengan que hacer frente a la competencia de Internet y de mucho top manta instalado en las aceras, ayer la actividad en las zonas comerciales era frenética y los escaparates un imán irresistible.

Un grupo de amigas y compañeras de trabajo llegadas de Galdakao -y alguna de Bilbao- se preparaban para ir a comer a un restaurante de la calle Barroeta Aldamar, donde habían reservado “porque si no hoy no comes”, y coger fuerzas para una tarde de compras. Josune, haciéndose eco de sus compañeras aseguró que “todo el transporte público está lleno, hay mucha gente por todas partes, así que nuestros planes se irán adecuando sobre la marcha y según lo que nos encontremos”.

En la zona más céntrica de la ciudad, los semáforos parecían los de Tokio en hora punta; esos donde la luz verde es como la apertura de una compuerta que vierte decenas de personas de un lado a otro de la calle. Ese tránsito constante se apreciaba de forma clara en zonas de conexión como Moyua, donde las personas cargadas de bolsas se mezclaban con turistas plano en mano, parejas en busca de un regalo y familias con niños exultantes porque Olentzero “ya anda por ahí”. Algunos de los pasaban frente al Hotel Carlton no pudieron resistir la tentación de ver la elegante decoración interior del histórico edificio antes de continuar.

Ya cerca del Casco Viejo, también hasta los topes de visitantes y compradores, cuatro compañeros de trabajo -Ricardo López Maguregi, Marian Marius Dragomir, Francisco Amurrio y Mari Carmen Alfonso- se dirigían a participar y disfrutar de una comida de empresa en la que se juntan casi cincuenta personas. “La comida -explicó Francisco- la paga la empresa, que está en Galdakao. La hacemos casi todos los años, aunque con eso de la crisis durante los dos últimos la sustituyeron por un ágape dentro de la fábrica”. Ahora que han vuelto a “las buenas costumbres” y todos los compañeros celebran juntos la comida de Navidad, sus planes consistían en alargar la sobremesa para charlar con los amigos y estaba dispuesto, incluso, a echar una -o varias- partida de mus. Para María del Carmen, poder disfrutar de los motivos navideños y de la ebullición callejera era una alternativa mejor.