Igorre - En Igorre no hay nadie que no lo conozca. Ha sido una de esas personas que siempre ha estado ahí cuando se le ha necesitado, arrimando el hombro y poniendo todo de su parte para que las cosas fueran como debían. A sus 63 años, y después de casi 39 como alguacil de Igorre, Agustín Elexpe se ha jubilado, dejando, sin duda, una impronta en todos y cada uno de los vecinos de esta localidad del valle de Arratia. Y es que ha sido toda una vida dedicada a los demás, dedicada a su querido Igorre.

Desde acudir por un aviso de rotura de una tubería, hasta realizar notificaciones, pasando por un sinfín de trámites e incluso poner multas. Elexpe ha hecho de todo. “Realmente no tenía un cometido específico, sino que durante todos estos años he llegado a hacer todo tipo de trabajos”. En este sentido, el igorretarra destaca que “el puesto de alguacil en un pueblo es alguien de confianza, en el que muchos se apoyan y con el que saben que cuentan para todo”.

Por eso, cuando Elexpe repasa parte de su trayectoria, recuerda tantas tareas diferentes como días trabajados. “Cada día pasaba algo nuevo, alguna cosa que hacía que tuvieras que modificar el plan para esa jornada de trabajo”. De este modo, han sido incontables las horas que el ya exalguacil de Igorre ha trabajado por sus vecinos.

Sin embargo, lo ha hecho siempre con una sonrisa y desde la más estricta profesionalidad, a los que habría que sumar que “siempre he buscado el entendimiento con todos”. Y es que “en Igorre nos conocemos todos y he tenido que poner algunas multas a amigos y conocidos, pero era parte de mi trabajo y lo he podido hacer, además, sin que afectara en ningún aspecto externo al de mi trabajo”.

Cuando se jubiló, el Ayuntamiento le rindió un merecido homenaje, y ayer fueron sus vecinos y también el Consistorio quienes quisieron arroparle en un día especial y emocionante. Aunque Elexpe comenta que “no soy muy de homenajes, yo he hecho mi trabajo y me siento hasta abrumado”, aunque en el fondo “claro que hace ilusión y agradezco todas esas muestras de cariño”.

El igorretarra admite que “son cosas que me dan algo de vergüenza, y eso que por el pueblo me saludan todos y me paro a hablar cada dos por tres”.

Pregonero Quizás esa cercanía y su disposición a ayudar en “todo lo que he podido” lo llevó hace unos años a estar en el balcón del Ayuntamiento con cientos de vecinos esperando a que diese el comienzo a las fiestas, ya que también ha sido pregonero. Aquel día, recuerda, “estaba muy emocionado, pero lo pasé fatal, me temblaban hasta las piernas”, cuenta riendo al recordar ese momento.

De todos estos años como alguacil, Elexpe se queda sin duda “con la sensación de haber ayudado, sobre todo me quedo con esa mano que siempre he tendido a las asociaciones y movimientos de los jóvenes, creo que nunca he dicho que no si estaba en mi mano ayudar”.

Ahora, tras la jubilación, Elexpe asegura que “estoy en la gloria, no paro de hacer cosas”. No en vano este amante de la montaña y apasionado de la micología, es de los que no paran quietos en casa. Además, “como vivo en un baserri, estoy entretenido y la verdad es que encantado”. Por si fuera poco, durante la temporada otoñal, son muchos los días que sube al monte para coger setas, “aunque este año no tengo ni para regalar a los amigos”, cuenta. Sin duda, merece ese tiempo libre, y más.