Balneario de Karrantza, en aguas agitadas
Dispuso de apeadero propio para recibir a nobles, políticos o escritores, fue hospital en 1936 y refugio de 500 soldados alemanes tras el desembarco de Normandía. Las Jornadas del Patrimonio entran en el
QUÉ utilidad tendrá esta extraña estructura en medio del jardín que desentona con los demás edificios? El grupo de visitantes pronto encontraría respuesta entre expresiones de asombro. Al descender por las escaleras entran en una pequeña sala estructurada alrededor de un pozo en forma cuadrada que en 1907 situó a Karrantza a la vanguardia de los tratamientos termales. Esta sala de inhalación para aspirar los vapores disparó la fama del balneario erigido cerca del lugar donde en el siglo XVIII se certificaron los poderes curativos del agua que fluye por la zona. A principios del siglo XX figuraron entre sus huéspedes nobles, políticos y escritores prominentes, pero con el estallido de la Guerra Civil se sumió en un declive que trata de enterrar sin perder de vista su historia. Gracias al programa de las Jornadas Europeas del Patrimonio, el público ha retrocedido a su época de esplendor. Cuando “los trenes conectaban Bilbao y Karrantza y viceversa cada veinte minutos y paraban en el apeadero propio del recinto, y no había tres de ida y tres de vuelta como ahora”, compara Leyre, una de las guías.
Aunque no han hallado documentación que respalde la creencia popular, en el valle atribuyen el descubrimiento de las propiedades de las aguas “a un cura jesuita francés exiliado que en 1798 se percató de que en Molinar las vacas se paraban a beber en unos puntos determinados del río donde se registraba una temperatura de entre 29 y 32 grados” y al contacto con el agua “la gente se sentía mucho mejor físicamente”. Se lo trasladó al Ayuntamiento, que instaló casetas de madera. Al revelar los análisis practicados al agua los beneficios del baño, “construyeron en 1801 el primer edificio”, que no duraría demasiado tiempo en pie. Esa casa y otras tres más terminarían arrasadas por inundaciones. El Consistorio “desistió ante la imposibilidad de asumir otra reconstrucción”. Sin embargo, dieron con otra alternativa. Contactaron con Rafael Guardamino, un acaudalado carranzano residente en Madrid a quien cedieron los terrenos. Él tomó medidas para evitar que se repitieran las catástrofes. “Levantó un muro de contención junto al río y la traída de aguas hasta la casa”, detalla Leyre. En 1849 las aguas de Molinar se declararon medicinales y un congreso de minería celebrado en Madrid en 1883 les otorgó una medalla de plata por su calidad. Karrantza se puso de moda entre la nobleza. Carromatos que “tardaban cinco horas en venir desde Bilbao” acercaban a los clientes más acaudalados. Además, Guardamino amplió el recinto con una fonda más modesta para quienes no pudieran permitirse los lujos de la primera clase. Sí que les estaba permitido el acceso a los baños, cuya estructura se conserva con algunos cambios, como la incorporación de una piscina interior. Del mismo pasillo nacían varios habitáculos, cada uno con su propia bañera para preservar la intimidad, sobre todo de las señoras, que acudían a tomar los baños acompañadas de sus confesores. No importa que fueran “tapadas de la cabeza a los pies”, según explicó Joseba, otro de los guías.
A la muerte de Rafael Guardamino le sucedió su sobrino, Rafael Bergé. Ya con él al frente, se alojó en Karrantza su íntimo amigo Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros bajo el reinado de Alfonso XIII. En 1904, Azorín durante una ruta por balnearios de España sobre los que le encargaron un reportaje en el periódico para el que escribía. “Como anécdota y reflejo de la sociedad de entonces, hizo una mención especial a las mujeres que trabajaban en el establecimiento. Dijo de ellas: No existen muchachitas indóciles ni atolondradas. Todas estas damas son graves, llenas, un poco redondas, vestidas de negro. Y no es posible imaginarlas más discretas, más solícitas, más amables”, reproduce la guía mientras los turistas escuchan estupefactos. En 1907 se inauguró una innovadora cámara de inhalación para las curas con vapor de agua. La curiosa caseta que había llamado la atención al empezar el recorrido. Una verdadera joya, “decorada con paisajes holandeses, escenas pintadas a mano”, apunta Joseba, también guía, que cayó en desuso cuando surgieron adelantos tecnológicos que permitían seguir el tratamiento desde el edificio principal. En 1915 el tren de la línea Bilbao-Santander ya paraba en el apeadero de Molinar.
En 1936, la Guerra Civil cortó en seco los alegres veranos de la élite. Ocupado por las tropas republicanas, el recinto se reconvirtió en “hospital con 165 camas, flota de ambulancias, mulas y coches ligeros”, repasa Leire. Al caer Enkarterri bajo los franquistas, lo que quedaba del balneario fue saqueado. Otra contienda frustró los intentos de los administradores por rehabilitarlo. En 1944, “después del desembarco de Normandía, y hasta 1946, se utilizó para dar cobijo a 500 soldados alemanes que cruzaron la frontera a la espera de nuevos destinos”. Uno de ellos dibujó su vida cotidiana en una serie de viñetas expuestas en la cafetería, aunque “en realidad son copias, ya que las originales están guardadas por su valor histórico”.
Noviembre a ritmo de tango Después desembarcó en Molinar la congregación de los Padres Palotinos, que ha gestionado el edificio desde entonces con breves interrupciones como colegio y casa de retiro espiritual. Desde hace un año el balneario intenta resurgir una vez más. A principios de noviembre la música volverá a sonar en el salón que fue testigo de los festejos más fastuosos de sus años dorados en un congreso de tango que reunirá a más de 300 personas. Entre ellas “se anuncia la presencia de los mejores bailarines del mundo”.
Más en Bizkaia
-
Guillermo Buces, presidente de Cebek: "En este momento de incertidumbre hay que demostrar que somos mejores"
-
Los supermercados y centros comerciales de Bizkaia aumentan un 3,8% sus ventas
-
“La falta de control dispara las bajas, para frenar el absentismo hay que pedir al trabajador arraigo a la empresa”
-
Jaialdi vuelve a latir en Idaho