Iker Ugarte

Galdakao - El día a día de Mikel González está ligado íntimamente a las artes marciales. El galdakoztarra también está muy unido al Colegio Aperribai, lugar en el que con solo cinco años comenzó a practicar kárate. Desde entonces no ha dejado nunca de entrenar, competir y aprender distintas técnicas que pueden practicarse dentro del ámbito de las artes marciales.

Pero su trayectoria de más de 30 años dentro de estos deportes ha ido acompañada de una formación continua que, a día de hoy, le ha llevado a estar en el otro lado; a enseñar a los demás todo lo que sabe y todo lo que sigue aprendiendo, que es mucho. El galdakoztarra comenzó a entrenar en el mismo colegio en el que hoy imparte sus clases de Kenpo, Jiu-Jitsu y defensa personal para mujeres. En su barrio, en Aperribai, forma a unos 30 niños de 5 a 13 años y a un grupo de adultos de unas diez personas.

Lo que ahora se ha convertido en toda una pasión ha sido posible “gracias a mi madre, que me apuntó a clases de kárate”, recuerda. Desde el principio le cautivó todo lo que aprendía y lo que comenzó como una actividad para practicar algún deporte, ahora, “como me dicen la familia y amigos es mi estilo de vida, mi religión. No me imagino sin practicar artes marciales”. Y aún le cuesta creérselo, pero cuando viaja con su equipo o con otros maestros, “hay gente que me saluda y me llama maestro”, cuenta con humildad.

Y es que, además de ostentar los grados de 2º dan cinturón negro en Kenpo, Jiu-Jitsu, Karate shotokan y defensa personal policial y 1º dan cinturón negro en Judo y Krav Maga, González es instructor de varias de estas técnicas. Siempre ha mantenido contacto con el deporte en Galdakao. Allí comenzó a impartir clases y ha sido en Aperribai, su barrio, donde ha creado el club Kombativez, con el que está cosechando grandes resultados. Los últimos, los logrados por varios de sus alumnos en el Campeonato de España de Kenpo, donde han subido al pódium Abel González y Ariane Piñero.

Aunque ha competido muchas veces, la carrera como entrenador “es más satisfactoria, me siento más orgulloso de lo que consiguen mis alumnos y es lo que me da felicidad, enseñar a otras personas”, explica. Desde hace unos años está absorto por el Kenpo, un arte marcial de origen japonés cuyo “sistema se adapta a las personas, no las personas al arte marcial, por lo que cualquiera puede practicarlo”.

Fue a raíz de un contacto con el maestro Rafael Carriet, cuando comienza a acompañarlo y a aprender este arte marcial junto a él. “Después de ese encuentro me doy cuenta de que tanto el sistema como aprender de un maestro como Carriet es lo que estaba buscando, por eso desde 2013 me he centrado en esta técnica que me apasiona”, cuenta.

Por afición González asegura que “a no ser que tengas tu propio gimnasio es muy complicado vivir de esto”, por lo que la mayoría lo hacemos “casi por amor al arte, aunque las satisfacciones son infinitas”. Las artes marciales y poder compartir sus conocimientos le han aportado “disciplina, seguridad en mí mismo, alegría, paciencia y sobre todo he conocido a muchos amigos, a gente que merece mucho la pena”, dice orgulloso.

En el Colegio Aperribai ha encontrado un sitio en el que “me hacen sentir como en casa y me dan muchas facilidades”, agradece. Es allí donde comenzó y allí continúa hoy, dando pasos y formando a otros paisanos, no solo en lo deportivo sino también como personas.