Miguel A. Pardo

Barakaldo - Son una etnia nacida en países como Marruecos y Argelia, pero las migraciones han hecho que la cultura bereber esté presente en Euskadi, donde se estima que hay 5.000 personas pertenecientes a esta comunidad que, a nivel mundial, cuenta con una población cercana a los cinco millones. Su nutrida presencia en Euskadi hizo que Ridouanne Chakuuch, un hombre de 36 años residente en Barakaldo desde hace 17, impulsase la creación de Agharas -El camino correcto, en bereber- una asociación que cumple una doble función, dar a conocer a la ciudadanía esta cultura y ofrecer apoyo a aquellos bereberes que residen en Barakaldo y, por extensión, en Bizkaia. “Hace cuatro años hicimos un grupo de teatro y ese fue el origen de Agharas. Estábamos cinco bereberes y cinco autóctonos en el grupo y pensamos que nuestro trabajo no podía reducirse a una obra de teatro”, explica Ridouanne.

Él sabe mejor que nadie las dificultades que puede encontrar un recién llegado a Euskadi, no en vano, cuando llegó a Barakaldo hace 17 años, tuvo que pasar varias noches al raso. “Llegué sin conocer nada ni a nadie y, sí, tuve que dormir en la calle algunas noches. Agharas, dentro de sus limitaciones, también intenta que eso no ocurra con las personas que ahora llegan hasta aquí”, explica Ridouanne. Él se considera “todo un privilegiado”, ya que “siempre tienes el sueño de vivir mejor en Europa y lo he conseguido. Me ha costado mucho trabajo, pero lo he logrado. Tengo dos hijos que han nacido en Barakaldo y me siento muy identificado con este pueblo”, reflexiona.

Agharas nació hace cuatro años y meses después, por casualidad, Ridouanne y Joseba Chávarri cruzaron sus caminos. “Siempre he trabajado en el sector de la inmigración y estaba dando una clase y Ridu se equivocó de aula y entró a clase. Habló algo de la asociación y resolvimos el equívoco, pero al acabar la clase fui en su busca para interesarme por lo que me contaba, quería implicarme más en su causa”, indica este bilbaino de 40 años que se ha convertido en uno de los colaboradores más incansables de Agharas. Y es que, en el día a día de su actividad en Agharas se encuentran con casos complicados. “Hay muchos problemas con chavales de entre 18 y 21 años que no tienen ningún tipo de protección, cuando crezcamos como asociación y contemos con más recursos esperamos poder trabajar en esa cuestión”, señala Joseba. Hasta ahora, el papel de la agrupación en este ámbito es, fundamentalmente, de nexo entre las instituciones competentes y las personas que necesitan esa ayuda.

Actividades Pero la labor de Agharas va mucho más allá de prestar socorro a aquellas personas recién llegadas a Euskadi, la asociación organiza actividades que permiten que los recién migrados conozcan la cultura vasca y que, a su vez, los autóctonos se adentren en la cultura bereber. “Todas las personas que presencian nuestras actividades lo hacen con mucha curiosidad y ganas de conocer a la otra cultura”, explica Ridouanne. En ese aspecto de unir y fusionar las culturas bereber y vasca, un ejemplo muy claro es la celebración del año nuevo Amazigh, evento celebrado el pasado 14 de enero en el Frontón Barakaldés y que congregó a más de medio millar de personas.

Otra muestra de su labor por el conocimiento de la cultura bereber tendrá lugar hoy mismo, cuando, a partir de las 18.00 horas, integrantes de Agharas acudan a Clara Campoamor y la casa de cultura de Gurutzeta a participar en la actividad Mi nombre en diferentes lenguas con motivo del Día Internacional de las Lenguas Maternas. “Agharas me ha enseñado a ver, más si cabe, que no hay culturas mejores ni peores, sino diferentes”, explica Joseba quien, con Ridouanne fusiona lo vasco y lo bereber.