ALONSOTEI. María Jesús, de 15 años; Emilio, de 12, y Arturo, de 10, miran fijamente a la cámara. Aún recuerdan aquella sesión de fotos en el parque de Doña Casilda en la que parecía que tres adultos les habían prestado el elegante vestuario que lucen en la portada del disco que grabaron con otros artistas. Los chicos, con traje y pajarita. Ella lleva un collar. Todo Bizkaia conocía a los hermanos Baranda a mediados de los años setenta. Despuntaron al unirse a la Caravana de la Alegría, la troupe creada por la asociación benéfica Amigos de Zabala que recorría centros asistenciales para alegrar la estancia a los residentes, después de ganar un concurso. Entre “malabaristas y acróbatas”, los jóvenes se ganaban la simpatía del público interpretando canciones de “Mocedades o Sergio y Estíbaliz”. Llegaron a recibir un homenaje en el cine de Alonsotegi, su localidad natal, que “entonces pertenecía a Barakaldo” y les tentaron para dar el salto a Madrid.
Cuando se reúnen en el txoko familiar de vez en cuando se preguntan si su vida habría cambiado de haber hecho las maletas. “Los hijos nos dicen que es una pena que no siguiéramos adelante”, confiesan. Sin embargo, la vida les desvió por otros derroteros. “Nuestra madre falleció cuando yo tenía 14 años. Di a luz por primera vez a los 18 y mi segundo hijo nació un año y tres meses más tarde”, relata María Jesús. La conciliación se le reveló inalcanzable, así que el trío de los Hermanos Baranda se disolvió? aunque no del todo. En las bodas los micrófonos les atraen como un imán, en las cenas de Navidad “ponemos el karaoke” y durante las excursiones suelen arrancarse entre aplausos. Siempre lo han hecho.
Ya de niños amenizaban las celebraciones en su casa. Y es que heredaron las dotes musicales de sus padres, amantes de ópera y zarzuela que “cantaban en corales”. María Jesús, Arturo y Emilio participaron en la coral juvenil Gure Ametsa de Alonsotegi. Su participación en la Caravana de la Alegría y otros concursos les catapultó a la categoría de celebridades en la comarca y alrededores: la inauguración del bar Bolitxe de Zalla, Ermua, Eibar, Medina de Pomar... Salieron victoriosos del certamen de villancicos de Radio Juventud entre más de 200 candidatos. Otra vez no les dejaron presentarse “porque decían que éramos profesionales”. Mientras tanto, aprendían música con Camilo Valdés, a quien señalan en una de las fotografías que conservan de su intensa carrera.
Vivieron momentos extraordinarios para chavales de su edad, pero con un lado amargo. Consumieron su niñez “sin darnos cuenta”. Las actuaciones “tenían lugar los fines de semana, con lo cual “a menudo llegábamos a casa de madrugada” cuando, por ejemplo, “el trayecto a Eibar duraba hora y media”, reflexionan con la perspectiva de los años.
Al bajar el ritmo se dedicaron a otros menesteres y reservaron la música a su ámbito más privado. “Arturo en casa, con el teclado da la brasa”, bromea, componiendo un pareado, la mujer del pequeño de los hermanos Baranda. Aprendió a tocarlo con un curso a distancia, mientras que María Jesús canta a ratos en su casa sin saber que tiene testigos inesperados. “Como vivimos tan cerca la escucho de vez en cuando. Una vez con Mamy blue me emocionó hasta las lágrimas”, revela una vecina de su mismo bloque.