En las faldas del monte Artxanda, mirando a Bilbao se criaron Beltza y Pinto, dos bueyes de raza frisona. Después de nueve años viviendo a pan y mantel, ayer, su dueño, Jon Ander Zorno-tza, les llevó “con mucha pena” al matadero para sacrificarlos y obtener la carne que será vendida en la capital vizcaina en Navidad. “Me ha costado mucho. Después de nueve años criándolos, les coges mucho cariño. Es inevitable. Pero tocaba dar el paso porque con el peso que habían cogido los dos bueyes les podrían empezar a fallar las patas. Terminan cayéndose”, cuenta a DEIA el ganadero.

Bien temprano, Beltza y Pinto dejaron la que había sido su casa durante casi una década para emprender su último viaje hacia el matadero.

Lo que no sabía Jon Ander Zorno-tza, propietario de los dos animales, es que Beltza y Pinto le tenían guardada una sorpresa en forma de kilos. Cuando les subieron a la báscula, esta comenzó a dar vueltas hasta rozar casi la tonelada: uno de los bueyes pesó 918 kilos y el otro 902, dos cifras insólitas, según apuntó Zornotza, que le dejó sin palabras.

“¿Sabía que tenían bastante peso, pero hasta casi los mil kilos? Ni me lo imaginaba. ¡Eran dos bueyes de aúpa!”, reconoció satisfecho. Y es que tal y como explicó el propio ganadero, por lo general es una raza de leche y no de carne, por lo que suelen alcanzar los 600 kilos en canal, una cifra que se aleja de los casi mil a los que llegaron los bueyes de Artxanda, Beltza y Pinto. “Vaya sorpresa que me han dado”, repetía satisfecho el ganadero.

De cada uno de los animales obtendrá alrededor de 500 kilos de carne, de los que sacarán unas cuarenta chuletas que serán distribuidas en las carnicerías Bihotza de Bilbao. “Se han criado en Bilbao y su carne será vendida en Navidad para los bilbainos”, dice con orgullo Jon Ander Zornotza. Durante nueve años, el ganadero se encargó de mimarlos y darles de comer con el mejor de los alimentos. A diario, Beltza y Pinto comían sesenta kilos de pienso, (maíz, cebada, algo de compuesto) y lo más importante una buena dosis de hierba fresca cortada todos los días en las campas del caserío donde residían en Artxanda. “Comían bien, la verdad”.

Zornotza lleva muchos años dedicándose a la cría de bueyes. “A mí me gusta dedicarme a esto. Disfruto con ello. Hay gente que se va de vacaciones y yo invierto el dinero en criar bueyes”, dice entre risas.

En la actualidad cuenta con quince bueyes, pero reconoce que ninguno de los que ha llevado al matadero hasta la fecha ha llegado a los casi 1.000 kilos. “Esto es un récord para mí y más teniendo en cuenta que son animales que suelen tener mucha grasa”, relata.

Beltza y Pinto fueron comprados en Espinosa de los Monteros hace nueve años. Según explica Zornotza, cuando los vio tuvo claro que quería adquirirlos para criarlos en Bilbao. “Me costó mucho educarles. Al principio fueron muy salvajes, pero lo conseguí”. A base de alimentarles con buena comida, de limpiarles con manguera el barro de las patas y de cepillarles casi a diario, se ganó su confianza. “La carne estará exquisita. ¡Que lo disfrute la gente!”, concluye orgulloso.