Larrabetzu - ¡La de cosas que caben en 100 años! En un siglo hay sitio para multitud de vivencias, millones de horas de trabajo, un sinfín de viajes con la vendeja, miles de risas, muchas lágrimas, hijos, nietos, biznietos, amor sin límites, infinitas tardes de huerta, incontables zapatillas de lana, montones de flores y un corazón repartido entre dos pueblos: Galdakao y Larrabetzu. Estos son tan solo algunos de los ingredientes que forman parte de la vida de Libe Asua, que el próximo 25 de octubre soplará nada más y nada menos que cien velas. Mujer de fuerza en la mirada y experiencia vital intensa, Libe recibirá este domingo un homenaje en Larrabetzu, localidad en la que arraigó vida y sentimiento hace más de 70 años. No es el único reconocimiento que Libe recibe con motivo de tan destacado cumpleaños. El día 2 de octubre fue su Galdakao natal quien le dedicó una fiesta y un sinfín de muestras de cariño.

El verde de Larrabetzu saluda cada mañana a Libe, que con diez décadas ya sobre los hombros y en las líneas de las manos, no pierde ocasión para disfrutar de sus flores, para bajar al hogar del jubilado Gure Etxea a jugar a las cartas o para tejer infinidad de esas zapatillitas de lana que ha regalado ya a medio Larrabetzu, y al otro medio, tiempo al tiempo... Y ahora, como pasa siempre que se alcanzan esas cifras redondas que merecen fastos y celebración, toca mirar atrás y hacer recapitulación de lo que es una vida plena, intensa, una de esas vidas sencillas pero rotundas que caracterizan a esa generación a la que le ha tocado luchar y con una guerra de por medio. “No he sido más que una pequeña trabajadora. Pero siempre muy positiva”, afirma.

Historia vital Nació en 1916, la cuarta de siete hermanos e hija del que fuera enterrador de Galdakao y de una costurera. Siendo una niña, con 12 años, se puso a servir, primero en una casa de su pueblo y luego en Bilbao. “A la escuela iba cuando llovía, porque no había qué hacer en la huerta”, narra rememorando una niñez a la que le arrebataron bocados de infancia. Y recuerda que en su primera comunión se fue a trabajar al huertito, mientras los vecinos se quedaron celebrándolo tomando chocolate. Fue ese día cuando decidió que si alguna vez se casaba, lo celebraría como se merece, con una fiesta. Fue leal a sí misma, y años después dio el sí quiero en Urkiola como merecía la ocasión. “Siempre he sido devota de San Antonio”, asegura.

A su marido le conoció en un bautizo de la familia. Era de Larrabetzu, cestero, y trabajaba elaborando las cestas de las vasijas que se usaban en la fábrica de Unión Española de Explosivos, en Galdakao. No tiene para olvidar aquel día en que, siendo novios, fueron a Bilbao, al Teatro Arriaga, a ver la zarzuela Las espigadoras y a merendar al Pacho.

Se casaron en 1943, un año después de conocerse, e iniciaron su vida juntos en Larrabetzu, esa bella localidad de Txorierri a la que ha entregado corazón y décadas de vida. Se puso al frente de la huerta de la casa e iba con la vendeja al mercado de La Ribera con las verduras de temporada: puerros, cebollas, tomates, pimientos... “¡Nos ha pegado el regateo!”, dice riendo una de sus hijas, que lleva su mismo nombre, y que mira a su amatxu con cariño y admiración infinitas.

Libe no es mujer de estar parada. Y la huerta no era el único ámbito en el que arrimaba el hombro. Así que, en aquellos tiempos, pasó a ser la telefonista del barrio, además de hacer las veces de partera y practicanta. Don Manuel Aldamiz, que era el médico de Larrabetzu por aquel entonces, le inició en esos quehaceres esenciales en una localidad rural de antaño. Ha perdido la cuenta de los agujeros para pendientes que hizo a niñas de Larrabetzu y alrededores.

Celebración Libe no encuentra palabras para agradecer las muestras de cariño que siempre ha recibido de las gentes de Galdakao y de Larrabetzu, y que ahora se materializan también con motivo de su cumpleaños. El pasado 2 de octubre disfrutó de dantzas y aurresku en el homenaje que le brindaron en su pueblo natal de la mano de Goiko Elizako Batzarra Kultur Elkartea. Muestra orgullosa la placa que le regalaron ese día.

Y este domingo será en Larrabetzu donde se celebre una fiesta de cumpleaños. Ese día, a las 11.00 horas habrá misa seguida de un concierto de Gaztelumendi Abesbatza, del que es una fiel seguidora. Después del agurra en la plaza del pueblo, habrá lunch en el hogar del jubilado. Será sin duda un día lleno de emociones en el que disfutará del baile que en su honor harán su nieta Zior-tza y su biznieta Irati. Y sonríe al pronunciar sus nombres. Porque es ternura; es la fuerza que da una vida plena e intensa; es ejemplo de alegría y energía al filo de los 100 años.