Bilbao - ¿Cómo se le queda el cuerpo cuando una jueza, experta en violencia de género, le pregunta a una mujer que ha sido violada si cerró las piernas?
-Pues muy mal. Me parece ofensivo, degradante y humillante. Esa jueza carece del mínimo rigor profesional y ético para con la víctima. No se puede permitir.
¿Supone un retroceso?
-Por supuesto. Este tipo de preguntas impiden avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria, libre de violencia. Si los propios profesionales no protegemos y apoyamos a las víctimas de esta violencia, ¿quién lo va hacer?
¿Cuáles han sido los casos que más le han impresionado?
-Son tantos... Hemos llevado tantos casos, tantas mujeres muertas, violadas, maltratadas...
Seguro que hay alguno que le impactó más.
-El del violador del ascensor.
Recuérdenoslo.
-Era un hombre que estaba preso en Alicante y que después de darle la condicional empezó a violar; violó al menos a 54 mujeres, en Valladolid y a otras 11 en Salamanca.
Qué terrible.
-Lo fue. Un juez le dejó en libertad aunque tenían un informe psiquiátrico en el que decían que podía volver a violar. No le importó a nadie.
En esos casos, ¿quién es el responsable?
-El Estado de derecho es el responsable de la vida de la mujer, haya denunciado o no. Ninguna mujer puede morir asesinada. Si muere una sola mujer es porque los instrumentos democráticos del Estado no han funcionado. No es normal que violadores asesinos sean puestos en libertad y tampoco es normal que una mujer esté denunciando constantemente y el hombre ande suelto.
¿Eso ha sucedido muchas veces?
-Demasiadas. Pero en el caso del violador del ascensor hay más. Mató a Leticia Lebrato y antes a Marta Obregón, porque ellas se resistieron. ¿Sabe lo que decía a las mujeres con un cuchillo puesto en la garganta?
¿Qué les decía?
-Si te mueves o gritas, te mato. ¿Eso es lo que quiere esa jueza para las jóvenes? Porque malo es que te violen, sin duda, pero mucho peor es que te maten. Las 54 mujeres de Valladolid y las 11 de Salamanca salvaron sus vidas; Leticia y Marta, no, porque se resistieron.
Otro caso que también muy duro y mediático fue el de las niñas de Alcasser.
-Sí, muy duro. Aquel caso fue impresionante en muchos sentidos. Hubo un padre que se dedicó a recaudar dinero y a hacerse millonario, mientras que la asociación, sin un duro, con un abogado, Virgilio Latorre, de gran prestigio en Valencia, no nos cobró nada y llevó la acusación.
Estuvo en el juicio, ¿no?
-Sí, estuve con las madres de las tres niñas. Tuvimos tiempo para hablar de lo que había pasado y de lo que realmente había detrás.
¿Le quitó el sueño?
-Muchísimo. No fue fácil para la asociación trabajar sobre la verdad cuando en un programa de televisión estaban haciendo un juicio paralelo, con un montón de mentiras e intentando convencer que detrás de las muertes estaban implicadas personas de influencia como políticos. Yo sabía que no era así, que los verdaderos responsables eran Miguel Ricart y Antonio Anglés, y así lo dije.
Se refiere al programa de Pepe Navarro, al que fue invitada.
-Vaya que si lo fui. Pepe Navarro no creo que me tenga mucho cariño porque le fastidié el programa. Intentaron convencer de que yo estaba tapando a los políticos y me enfadé mucho. Puse una denuncia al programa. Después me llamaron para pedirme perdón y me llegaron a ofrecer hasta 300.000 pesetas de las antiguas por ir los jueves. Yo no ganaba aquello en Telefónica ni sé en cuanto tiempo, pero les dije que no. Que a mí, el dinero me venía muy bien, pero que no vendía a la asociación por nada.
¿Llegó a ver el sumario?
-¿El sumario? Aquello que se veía en la televisión era un taco de hojas en blanco, no había ningún sumario del caso Alcasser.
Otra mentira.
-Otra de las tantas, por eso no participé de aquel circo mediático. Como no fui me llamaban por teléfono. “Dejadme en paz”, les decía y luego lo ponían. Fueron años muy duros, adelgacé muchísimo.