LA idea nació a finales del siglo XIX, cuando el Papa León XIII instituyó, en 1888, la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, toda una condecoración de la Santa Sede que iba acompañada por un documento de concesión escrito en latín, lengua viva en cuestiones de la Iglesia. Aquella presea original consistía en una cruz octogonal con la flor de lis en los cuatro cantones de la misma y con la imagen del papa León XIII. En el reverso figuraban los emblemas papales -llaves y la tiara de San Pedro...- y el lema que le da nombre: Pro Ecclesia et Pontifice.

No es ésa la que hoy se entrega. Su diseño ha cambiado. La versión actual sólo se concede en oro, el metal de los sueños vivos. El anverso muestra a los apóstoles San Pedro y San Pablo y en el brazo izquierdo de la cruz se muestra la inscripción Pro Ecclesia (Por la Iglesia), en el brazo derecho de la cruz et Pontifice ( y el Papa). Van a lucirla con orgullo y “un punto de vergüenza” (así lo reconoce uno de sus merecedores, Félix García Olano...), Gurutzi Arregi Azpeitia, Benito Ansola Erkiaga y el propio Félix, tres vidas cargadas de buena fe y entrega; tres caminos espolvoreados con los mojones de ilusiones y los postes de guía de la entrega sin límite. Sus voces se han escuchado al servicio de los otros y hoy son los otros quienes les devuelven el mensaje.

Beranduegi es un cortometraje rodado en 1979 con una cámara súper 8 por Benito Ansola, cura párroco de su localidad natal, Lekeitio, que organizó sus afamados Topaketak (encuentros alrededor del cine) que se celebran en euskera en esa población. Tanta pasión y dedicación ha volcado sobre el Séptimo Arte que aún hoy se ha rescatado el premio Benito Ansola saria, que tiene como objetivo promover los proyectos audiovisuales en euskera. ¿Ha sido uno de los grandes en el cine vasco...? La Filmoteca Vasca le reconoce, junto a Koldo Larrañaga, Pío Caro Baroja, Fernando Larrukert, y Nestor Basterretxea, como uno de sus precursores. No por nada fue profesor de cinematografía de la Escuela Profesional de Markina y en 1978 creó el Lekeitioko Zinema eta Bideo Bilera. La Iglesia le reconoce ahora con la mención honorífica Carmelo Etxenagusia en la categoría de Cultura y fe. “Es una exageración de que bien me quiere”, asegura el hombre, emocionado.

periodismo y las mil ermitas “Siempre hice lo que creí que tenía que hacer”. La frase corresponde a Félix García Olano, un ave de cetrería del periodismo, quien ha compatibilizado su trabajo profesional en La Gaceta del Norte, DEIA (fue director desde 1981 hasta 1987, amén de otros cargos...) y Radio Euskadi con su colaboración en la delegación de medios de la Diócesis y con Radio Popular. Recuerda que en los viejos días de a pie de calle “se hacía crónica social de la Iglesia pero no había analistas religiosos” y admite que en la actualidad “se hace mejor periodismo religioso aunque, a veces, se caiga en la chismografía”.

De los premios que ha recibido a lo largo de su vida -Buena Gente, de la revista Vida Nueva, premio Bravo de la CEE y el homenaje de la Asociación de Periodistas Vascos (“igual a estas alturas ya soy el más antiguo de todos los adscritos”, puntualiza con un punto de coquetería...), éste es el que le hace más feliz porque “lo recibo en mi casa”. En sus manos recae ahora la Mención Honorífica Carmelo Etxenagusia en el ámbito de la comunicación. Aunque la modestia se lo impida confesar, el alma de periodista que le acompaña sabe que ésa es noticia de primera página, por mucho que las rotativas ya no paren por historias como la suya. Eso que hemos perdido...

Y si Félix ha trabajado la tierra a pie de calle, qué decir de Gurutzi Arregi. Un novelista nórdico de títulos inverosímiles hubiese bautizado su vida algo así como La mujer de las mil ermitas pese a que ella, con la precisión propia de los investigadores, matice que en el trabajo que realizó hace más de 30 años registró “814 ermitas en nuestro territorio. Actualmente perviven cerca de 500. Las ermitas son expresión de la religiosidad popular que han vivido nuestros antepasados”, relata. Algunas de ellas son milenarias, aunque existe muy poca documentación escrita sobre las mismas.

Gurutzi, que considera a José Miguel de Barandiaran y Ander Manterola como sus maestros, insiste en que “no solo ha de valorarse el valor patrimonial sino el etnográfico, toda la vida ritual y social, todas las leyendas que se forjaban alrededor de las ermitas”. Es por ello que le ilusiona la decisión de la Unesco, años atrás, de “reconocer y valorar el patrimonio inmaterial de los pueblos”. Gurutzi es distinguida con la Mención Honorífica Carmelo Etxenagusia por su labor a favor de la difusión de los Bienes Culturales de la Iglesia. No había nadie mejor.