Plentzia - Un año duro, intenso, desesperante y lleno de amarguras. Un callejón sin salida. Al borde de la desaparición y con un futuro negro. A la deriva sin nadie que les echase un cabo. “He llegado a llorar. Ha sido muy desesperante, no veía salida”.
El presidente de la Sociedad Deportiva Plentzia, Gorka Zuazo, resume a la perfección la zozobra en la que se ha visto inmerso el club de la villa marinera en los últimos meses. Los problemas con su terreno de juego de Errota-Barri, impracticable debido a diversos bultos y agujeros que amenazan la seguridad de los futbolistas, han llevado al límite al club blanquiazul que, pese a todo, ha sabido seguir remando unido y ha concluido la temporada con dos claros éxitos: promesa de remodelación del campo y ascenso a Primera Regional del primer equipo. “Tiene mucho mérito”, destaca el presidente.
La dramática situación del Plentzia en el año que celebra su 90 aniversario viene de lejos, agravada incluso por inundaciones que se han cebado con ellos. “Desde 2010 ya empezamos a avisar al Ayuntamiento de los problemas que había con el campo y este año la Federación Vizcaina nos ha dicho que la próxima temporada no se puede jugar allí porque queda clausurado”, explica con amargura Zuazo. Sin embargo, sus movilizaciones y protestas al fin han dado sus frutos y el Ayuntamiento de Plentzia se ha comprometido con ellos. “Lo van a arreglar. Lo tienen aprobado en sus prepuestos para 2015”, indica Zuazo, quien ahora respira aliviado después de meses de tensión y amargura. Atrapados en un túnel sin salida.
Su implicación con el club se remonta siete años atrás. “He formado parte de todos los estamentos y soy de Plentzia de toda la vida, por eso esta situación me ha dolido especialmente”, reconoce. Este año, hasta tal punto llegó su desilusión que presentó incluso la dimisión el pasado 5 de abril de manera irreversible. Sin embargo, su apego a la localidad, a la familia que forman jugadores y técnicos del Plentzia, a su familia y amigos y, en definitiva, a todos aquellos que han luchado por sacar al club del atolladero en el que se encontraba le hicieron reflexionar y seguir luchando. “Se me cayó el alma a los pies un día cuando llegué a casa y mi hija me dijo: oye aita que el próximo año no voy a poder jugar a fútbol. Como máximo responsable del club no encontraba una solución y me hundí. Tampoco la hallaba como aita porque es más difícil recolocar en otros clubes a las chicas que a los chicos”, recuerda emocionado.
A pesar de todo, cuando el futuro cada vez parecía más de negro, llegaron las promesas salvadoras. El campo, que ha costado lesiones importantes a varios futbolistas esta temporada, será acondicionado. Y, caprichos del destino, o más bien del fútbol, el primer equipo del Plentzia -así como uno de los alevines- han tocado el cielo justo cuando peor les iban las cosas a nivel institucional. En concreto, los jugadores, dirigidos por Álex Fernández, lograron la semana pasada el ascenso de categoría de Segunda a Primera Regional al imponerse en Balmaseda, un campo donde nadie había ganado. Gran parte de la parroquia blanquiazul se desplazó hasta allí para apoyarles. Y no les defraudaron. Mientras, en medio de la euforia, el presidente del club recordó los malos momentos del club, y los de su hija. Como máximo responsable del club ha hallado la solución y, como aita, no ha defraudado a su hija. La SD Plentzia sigue adelante.