SE sacuden el polvo en el arcén tras cubrir toda una vida en la carretera del oficio. Hoy les hablo de hombres y mujeres que juraron amor eterno a su trabajo, hoy les hablo de un puñado de médicos que no han dejado de serlo (no podrán hacerlo nunca...) pero que han cruzado el río de la jubilación. La Clínica IMQ Zorrotzaurre se convirtió ayer en una suerte de sala de los abrazos de despedida en los aeropuertos para rendir homenaje a los 18 médicos que firmaron su adiós en 2014. En la placa plateada que se llevaron como recuerdo podía leerse Por su labor y dedicación en todos estos años como médico de esta entidad y en los ojos de los presentes podía leerse una mezcla de sentimientos, desde el orgullo a la melancolía.
No recuerdo bien quién, pero alguien dijo, bien dicho, que una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes pero que no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario. Y la inmensa mayoría de los médicos lo son. Así, Fernando Alonso, Fermín Aranguren, José Raúl Ayo, Daniel Berridi, Ignacio Felipe Bilbao Armas, Pedro Bustamante, Daniel Dolado, José María Faus, José Ignacio Gárate, Rafael García, Javier Izquierdo, Georgeos Kudssie, quien labró su vida profesional en Abanto-Zierbena, Ignacio López, Miguel López Valverde, Daniel Oñate, Víctor Sobradillo y Ángel Vicario han dejado huella en consultas y quirófanos, sí; pero también en el corazón de sus pacientes. Por mucho que alguno de ellos no pudiese llegar a la ceremonia.
emociones Todo ocurrió en el broche de asamblea anual del Montepío de IMQ donde se aprobaron las cuentas de ayer y se aplaudieron las previsiones y prestaciones para mañana. Y pese a que se produjo un reventón de emociones (sotto voce, alguno que otro celebraba los sesenta y cinco...) en la ceremonia de despedida nadie corrió riesgo alguno: había muchos médicos en la sala. Vaya que si los había.
Entre los presentes se encontraban, además de los citados, el presidente de IMQ, Pedro Ensunza, Pablo Vidal, José Manuel Moreno y José Román Ustarroz, los cuatro hombres que llevaron la voz cantante; Mitxel Duñabeitia, director general de IMQ, José Larrinaga, José Ángel Arzuaga, Manuel Marcos, Begoña Martínez Olaskoaga, Salvador Landa, Javier Hernández y un buen número de amigos y compañeros de los despedidos (dicho sea sin segundas...), de admiradores y colegas de un grupo de médicos que han colgado las batas del perchero. No podrán huir de su destino: serán médicos durante toda su vida.