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Medio siglo de la tragedia del ‘Saint Patrick’

El pasado día 17 se cumplieron cincuenta años del hundimiento del ‘Saint Patrick’, un barco cuya tripulación era prácticamente vizcaina. Solo pudo ser rescatado el cuerpo de uno de los 31 marineros. Un misterio no aclarado

Medio siglo de la tragedia del ‘Saint Patrick’Juan Lazkano

A Juan José Gámiz siempre le contaron en casa que el 23 de diciembre de 1964, al día siguiente del sorteo de la lotería y víspera de Nochebuena, se escuchó un grito estremecedor en la cocina de la vivienda de su abuela. Era Agapita, que acaba de leer en la portada del periódico que el Saint Patrick, donde navegaba su hijo, se había hundido frente a las costas de Alaska. De esa forma tenía la primera noticia del naufragio que se llevó por delante la vida de 31 jóvenes marinos, la mayoría vizcainos, a pesar de que el catástrofe se había producido seis días antes, concretamente la noche del 17 de diciembre. Y poco más se supo durante los próximos meses y años. Nunca se conocieron las causas que le llevaron al Saint Patrick, un petrolero transformado en buque de carga y construido en tiempo récord, a embarrancar en un roquedal de las Islas Aleutianas en plena guerra fría entre Estados y la Unión Soviética, ni por qué se abandonó tan pronto la búsqueda de los desaparecidos. Continúa habiendo muchos interrogantes en torno a una tragedia que conmocionó a Bizkaia durante aquellas navidades. Pero aunque siga sin hallar respuesta, Juan José Gámiz no quiere “cerrar la historia” de este triste capítulo de los anales de la marina mercante vasca. Por eso, con motivo del cincuenta aniversario del hundimiento, ha hecho un llamamiento a los familiares de las víctimas para que hoy, domingo, acudan a la basílica de Begoña, donde en la misa de las 13:00 horas, se leerán los nombres de los 31 náufragos.

Juan José Gámiz tenía 5 años en 1964, pero guarda un recuerdo imborrable de su tío, Pedro María, “que me llevaba a todos los sitios y me traía regalos cuando volvía de navegar”. Su tío era joven. Tenía 28 años, era electricista pero había decidido enrolarse. “Tenía novia y se había comprado un piso en Santutxu, así que navegaba para ahorrar lo máximo posible y poder casarse”, cuenta Juan José. Pero todas esas ilusiones se vieron truncadas el 17 de noviembre de 1964. Pedro María Gámiz Frade, nacido en la calle San Francisco de Bilbao, formaba parte de la tripulación del Saint Patrick, un barco con bandera de conveniencia (Liberia) que partió el 10 de diciembre de Brotchie Ledge, Vancouver (Canadá) con rumbo a Yokohama (Japón). Transportaba trigo y forraje para ganado, y parece ser que querían llegar al puerto de destino el día 24 para pasar allí la Nochebuena. Quizá por eso, siempre ha pensado la familia de Pedro María Gámiz que el capitán Julián Díaz Marcuartu, un joven de 34 años de Arrigorriaga, eligió “el camino más corto, un paralelo tan elevado”. Nunca se sabrá.

Lo que sí sabe perfectamente es la transformación que sufrió el Saint Patrick antes de hundirse en las heladas aguas del Pacífico. Porque la historia de este barco también puede ser decisiva a la hora de resolver el misterio. El Saint Patrick nació siendo un petrolero con el nombre de White Bird Canyon. “Este barco”, relata Juan José, “es uno de los 485 que construyó el Gobierno de Estados Unidos para poder abastecer de petróleo a los ejércitos aliados durante la II Guerra Mundial”. Aunque salieron de diferentes astilleros, todos se construyeron bajo el mismo patrón y con una novedosa técnica para la época: la soldadura naval. Aquí podría radicar una de las causas del hundimiento. Según aclara Juan José, “con la soldadura, que sustituía a los remaches, la unión de las chapas era mucho más rápida, y como era una técnica que estaba en sus primeros estados de desarrollo, no siempre era perfecta, ya que parece ser que se dieron casos de barcos de este tipo que se rompieron por fallos estructurales en las soldaduras”.

Además de la soldadura, en el caso del Saint Patrick pudo influir otro factor: la gran remodelación que sufrió para transformarse en barco de carga. Retomando su historia, se construyó en 1944 en Alabama en tan solo 77 días. Cuatro años después pasó a ser propiedad del Gobierno francés, que lo rebautizó como Gonfreville. En 1962 cambió de mano y de nombre. Pasó a llamarse Good Hope, y en 1964 sufrió la gran transformación. Pasó a llamarse Saint Patrick y a ser un bulkarrier de 169,5 metros de eslora y 14.500 toneladas, 5.000 más que cuando fue botado. “Alargaron el barco”, apunta Juan José, “haciendo un corta y pega con la parte del puente de mando”. Da la casualidad de que la remodelación se hizo en unos astilleros de Yokohama, el destino al que nunca llegó. La singladura que debía realizar el Saint Patrick con trigo y forraje era el primero tras su conversión. Y algo raro debió ver en el nuevo barco uno de los marinos que debía embarcarse, porque en el mismo puerto de Vancouver, decidió no hacerlo. Eso le salvó la vida. El resto inició la fatal travesía el 10 de diciembre.

Según toda la información que ha podido recopilar Juan José durante años, el barco lanzó el primer SOS el día 18 a las 6.42 horas, comunicando que se encontraba embarrancado en medio de un fuerte temporal. “Parece ser que en un principio no parecía muy importante, que solicitaron un barco para que les ayudase a salir”. Las condiciones meteorológicas en aquellas horas eran las siguiente: “Cielo cubierto, lluvia y visibilidad entre 0 y 4 millas, viento SE de 30/40 nudos con ráfagas de 50 y mar del mismo punto con olas de 6/9 metros”. El primer SOS fue captado por el mercante japonés Tetsuho Maru, que se encontraba a unas treinta millas de distancia. Poco después, de las 9.10 horas, el Saint Patrick comunicaba que se quedaba sin corriente y que no conocía su posición exacta. Y a las 12.44 horas, el barco japonés recibió el siguiente mensaje del Saint Patrick: “Embarrancado en malas condiciones, sin posibilidad de usar los botes, en cinco minutos nos quedamos sin batería, solamente con helicópteros es posible el rescate de la tripulación”. A continuación emitió una señal continua de socorro y a las 12.59 horas del 18 de diciembre se cortó. El Tetsuho Maru, que llegó posteriormente a la zona, no localizó al Saint Patrick, ya que las condiciones de viento le impedían acercarse a la costa. El mismo viento hizo imposible el vuelo hasta bien entrada la tarde a los aviones de las bases áreas de Adak y Shemya. Durante dos días continuaron las labores del búsqueda sin éxito, hasta que el 20 por la mañana un avión lo localizó “en un roquedal en la base de un acantilado de cincuenta metros de altura en la parte SE de la isla de Ulak”. En un primer momento no encontraron supervivientes. Sin embargo, el día 23, hallaron un lanzacabos en la parte superior del acantilado y 200 metros de cuerda, cuyo extremo estaba firme al barco. Ese mismo día se divisaron tres cuerpos, pero solo pudieron rescatar uno, el del oficial radiotelegrafista, Antonio Herrero Monsalve. “Se recuperó con él un reloj y una medalla de San Antonio y fue enterrado en Anchorage (Alaska)”, indica..

El día 26 se dio por terminada la búsqueda de más supervivientes. Esta es una de las dudas que se le plantean a Juan José. “Es extraño”, dice, “que después del naufragio del barco no entraran en su interior a recuperar cadáveres”. Así que el barco se quedó allí “y todavía está visible”, comenta el sobrino de Pedro María. Recuerda que esa zona, la de las Islas Aleutianas es conocida como The Cradle of storms (La cuna de las tormentas), donde las autoridades marítimas de Estados Unidos tienen contabilizados 188 naufragios. Y tras muchas investigaciones, Juan José ha podido comprobar que el naufragio del Saint Patrick está catalogado como “visible” por las cartas marinas.

En cuanto a las causas que pudieron provocar el hundimiento, se baraja que pudieron fallar los generadores o la propulsión, quedándose el buque sin gobierno, o algún fallo estructural de la construcción naval. De todas formas, “también se alimentaron leyendas”. Por ejemplo, la que le contó la hija de un desaparecido que había oído que “el barco no llevaba pienso sino otro tipo de mercancía en plena guerra fría en una zona donde se decía que había bases secretas de rusos y americanos”. El misterio continúa.

77

Julián Díaz Marcuartu, de Arrigorriaga. Capitán, 34 años

Pedro Beascoechea Gorordo Oficial, 40 años

Alfredo Burgos Gastón Tercer oficial, 23 años

Jesús María de la Torre Ruiz de Azúa Jefe de máquinas, 31 años

José Manuel Alvarez Iriondo Jefe de máquinas, 33 años

Juan Manuel Gordo de los LLanos Primer oficial de máquinas, 36 años

Federico Escobedo Ríos

Julián Alberdi Gardiazábal 40 años

Ramón Romero Cubina

Juan Bello Seco

Pedro María Gámiz Frade Electricista, 28 años

José Ángel Tejada Larrea 31 años

Francisco Martín Rodríguez 37 años

Ricardo Alzaga Varela

Antonio Herrero Monsalve Cuerpo recuperado. Radiotelegrafista

Juan Antonio Manterola Recagorri

Juan Rodríguez Caamaño

Antonio Julio Vilariño

Carlos Vázquez López

Jesús Villabertia Libano

Fidel Escandón Araujo

Santiago Tellechea Astienza

Manuel Pais García

Manuel Lado Beiro

Graciano Gutiérrez Celis

Manuel Lago Olivera

José Manuel Arzá Bastineza

Francisco Erauzquin Elexpe

Víctor Manuel Sestayo Santiagos

Jaime Barturen Gaubeca

Cesáreo Martija Uriarte