Bilbao - Mikel de Barrón (Bilbao, 1969) tiene claro que la tutela de personas con discapacidad intelectual debería ir más allá de la simple atención de sus necesidades físicas. Como gerente de Futubide, fundación tutelar nacida de Gorabide, actualmente tiene a su cargo más de 120 personas cuyas familias o ya no están o no pueden cuidar de ellas. La organización que dirige detectó hace ya 20 años que sus tutelados necesitaban suplir estas figuras familiares de alguna manera. Por estos motivos arrancaron su programa de acompañamiento con 18 voluntarios. Hoy son ya más de 60. Futubide ha organizado hoy una fiesta de aniversario para agradecerles su trabajo en la sala BBK de la Gran Vía bilbaina.

¿Cómo empezó el programa de voluntariado?

-Cuatro años después de nacer Futubide vimos que cubríamos una necesidad de las personas con discapacidad, pero que no dejábamos de ser una institución. Creemos que la tutela tiene una parte afectiva importante y a veces los profesionales pueden perder de vista este aspecto. Por eso nació el programa, para proporcionar a cada persona que tutelamos un voluntario o voluntaria.

¿Y en qué consiste exactamente?

-Son voluntarios individuales y la idea es que cubran un poco el papel que cumple la familia, darles el cariño y la cercanía que a veces la fundación no puede llegar a ofrecer. El programa exige un compromiso mínimo de un encuentro mensual, pero la mayoría de los voluntarios sobrepasan con creces este mínimo y se reúnen con nuestros tutelados una vez a la semana o cada dos semanas.

¿Su objetivo es la inclusión social?

-El objetivo principal sí es la inclusión, pero más en clave de amistad. De hecho, desde hace años lo que buscamos a la hora de establecer las relaciones es que haya una afinidad entre las dos personas, que compartan aficiones y gustos para que se genere un vínculo afectivo.

Los 18 voluntarios que arrancaron el programa siguen todavía en él, ¿lo consideran un éxito?

-El programa es un valor y un hecho diferencial de Futubide. Se nota la diferencia entre nuestros tutelados que disponen de voluntario y los que no, su calidad de vida es mucho más alta. De hecho, nuestro objetivo es que todos tengan una persona voluntaria y por eso todavía seguimos necesitando más personas.

¿Es difícil encontrar gente dispuesta para esta tarea?

-A todas las personas que se acercan a nosotros les pedimos un compromiso a largo plazo, de 4 o 5 años como mínimo. Buscamos que se cree un vínculo importante y no podemos estar rehaciéndolo cada poco tiempo porque sería mayor el daño que le podríamos hacer a nuestro tutelado. Así que no es el típico voluntariado de alguien que acaba la carrera y tiene un año sabático con mucho tiempo. En un principio el programa se podía interpretar como algo caritativo, pero ya ha cambiado por completo.

¿En qué sentido?

-Las personas voluntarias hace años que nos dicen que reciben mucho más de lo que dan cuando participan en el programa. De todas formas, intentamos cuidarles mucho y, por ejemplo, nos aseguramos de que sus actividades nunca les supongan un gasto económico. Si quieren ir juntos a ver al Athletic o al cine o se toman un café, la fundación corre con los gastos.

Cincuenta mujeres y once hombres, ¿ellas son más capaces de desarrollar una amistad de largo recorrido?

-El programa se empezó a presentar en asociaciones y organizaciones vinculadas a la mujer, como el Centro de Promoción de la Mujer, y de ahí la mayor implicación del sector femenino. Sin embargo, durante los últimos dos años se han incorporado más hombres que mujeres.

Después de 20 años, sus voluntarios y tutelados tendrán múltiples anécdotas que contar?

-Hay relaciones que te ponen los pelos de punta. Algunos voluntarios nos llaman y nos piden que el tutelado vaya a su casa en Nochebuena o a la boda de su hijo. También hay quien se ha ido una semana entera de vacaciones. Algunas relaciones están llegando ya hasta los nietos. Hace poco, una de las voluntarias nos decía que empezó a venir empujando el carrito de su nieto y que dentro de poco igual será su nieto quien tire de ella porque no piensa dejar de ver a nuestra tutelada.

Me imagino que también habrá habido algún momento duro, ¿no?

-Los procesos de duelo son muy difíciles. Cuando fallece una persona tutelada por nosotros, tenemos que comunicar la noticia a los voluntarios. El programa contempla un protocolo de desvinculación para hacer el proceso lo más fácil posible, pero aún así sigue resultando especialmente duro.

¿Los 18 voluntarios originales siguen con los mismos tutelados?

-Una de ellas ha sufrido un cambio porque la persona con la que comenzó esta andadura falleció. Atravesó primero un proceso de duelo, pero después nos dijo que el programa le había enganchado y que le gustaría continuar acompañando a una persona tutelada de la fundación.