Alonsotegi

jOSÉ María Zubero empezó a trabajar en una biblioteca de Barakaldo a la que los niños acudían a hacer los deberes después de clase porque la Enciclopedia Espasa era un complemento imprescindible para el estudio. 41 años más tarde, se jubila en una biblioteca de Alonsotegi en la que los diccionarios siguen reposando en las estanterías, pero han cedido terreno a los ordenadores. Todo sin cambiar de espacio. "Estoy aquí desde antes de la desanexión", afirma. Y los vecinos lo asimilan a la biblioteca hasta tal punto que "cuando me ven por la calle me preguntan a ver a quién voy a poner ahora", bromea.

En 1972 Zubero era un joven de 23 años a la búsqueda de un empleo en el tiempo libre que le dejaban los estudios cuando entró por primera vez en el local recién inaugurado en la plaza Doctor Madinabeitia de Alonsotegi, en aquel entonces, un núcleo perteneciente a Barakaldo. "Iba a clase por la mañana y después, entre las 17.00 y las 21.00 horas, pasaba por la biblioteca para ganarme unas perras", recuerda. Seis años después, ganó la plaza de bibliotecario tras convocarse una oposición.

Aunque el aspecto de la sala no ha cambiado demasiado a lo largo de estas cuatro décadas, los hábitos de los vecinos y la sociedad, sí, y así lo ha percibido el veterano bibliotecario. Al principio de su vida laboral cuando los escolares salían del colegio por las tardes seguían todos los días el mismo ritual: merienda y a la biblioteca. Allí, José María Zubero les echaba una mano con los deberes. "Les ayudaba a orientarse con los libros, cualquier duda que tuvieran en las asignaturas de letras se solucionaba consultando la Espasa. Luego si había algo mal me lo decían al día siguiente. ¡Eh, que nos dijiste tal cosa y no era así!", sonríe señalando los pesados tomos que continúan en su sitio. "Aquello me encantaba, la biblioteca era el auténtico centro del pueblo", asegura. Su trabajo le gustaba incluso cuando tocaba dar un toque de atención a los revoltosos jóvenes que no siempre respetaban las normas de convivencia. Aquellos niños convertidos hoy en padres de familia se lo recuerdan a menudo: "Me para gente por la calle para decirme: ¿Te acuerdas de cuando nos echabas de la biblioteca por armar jaleo?" Sin el mínimo resquemor, al contrario "en Alonsotegi todo el mundo me ha tratado con un cariño increíble".

La biblioteca fue perdiendo adeptos de forma progresiva. "La apertura de un bar aquí cerca empezó a venir menos gente", rememora José María Zubero. La independencia de Alonsotegi de Barakaldo en los primeros noventa y la irrupción de los ordenadores marcó otro punto de inflexión. Él mismo tuvo que incorporar las nuevas tecnologías a su trabajo. Para alguien acostumbrado a almacenar las referencias bibliográficas "en fichas escritas a lápiz y bolígrafo", la transición no resultó fácil. Pero completó la tarea con éxito. "Hice mi primer curso de informática en el telecentro de Gordexola; ahora casi todo el trabajo se desarrolla delante de la pantalla. Nada que ver con lo que yo conocí cuando empecé a trabajar", compara. Internet llegó de mano de las computadoras, cambiando por completo la profesión y, por ende, la biblioteca de Alonsotegi. "Apenas se acerca gente joven porque ya apenas utilizan los libros para hacer la tarea", lamenta. Los usuarios de la biblioteca suelen ser vecinos de mediana edad que acuden para leer la prensa y revistas de que dispone el local en un ambiente tranquilo. José María aborda con otros bibliotecarios vizcainos la revolución que ha supuesto la red en las reuniones que celebran periódicamente para mantenerse al día de las novedades del sector.

Lo echará de menos en la etapa que emprende a sus 63 años portando en la mochila el cariño de los vecinos, así como empleados del Ayuntamiento y partidos políticos municipales que le rindieron un emotivo homenaje el último día de su extensa trayectoria laboral. "Tendré que estar un tiempo sin venir por aquí, se me va a hacer raro", admite. Aun con nostalgia, cree que ha tomado la mejor decisión al solicitar la jubilación voluntaria, ya que " pienso que las cosas no van a ir a mejor precisamente".

Mientras él reajusta su rutina -aunque sin abandonar el vínculo con el Club Deportivo Larramendi de fútbol, que presidió diez temporadas-, la que hasta hace poco ha sido su segunda casa también encara una nueva etapa. Y es que el Ayuntamiento remodelará el local de la plaza Doctor Madinabeitia para acondicionar un servicio de atención ciudadana que abrirá sus puertas durante dos horas al día por las tardes con el fin de facilitar los trámites a los habitantes de Alonsotegi que por diferentes razones no puedan acercarse al edificio consistorial a las mañanas y optimizar la gestión. Para ello, aprovecharán parte de superficie de la actual biblioteca, que conservará su uso y los libros que han acompañado a José María Zubero en estos 41 años.