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Cuando el arte de vivir era otra cosa

Cuando el arte de vivir era otra cosafoto: pablo viñas

Sobrevivió al cielo en llamas de la guerra (un viejo socio llamado Tomás Bilbao tapió los accesos para que los desmanes y el anhelo por hacerse con un botín de guerra no lo devastasen...) y al paso de las hordas modernas que quisieron derribarlo, acusándolo de antiguo, como si fuese un pariente cercano de la pirámide de Keops o de las romanas termas de Caracalla. El edificio de la calle Navarra, diseñado por el arquitecto bilbaino Emiliano Amann, se levantó en un santiamén y ha resistido a los embates del tiempo, a cualquiera de las tempestades de los rayos y los truenos que han caído a su lado a lo largo de sus cien años de vida.

El mismo menú que se sirvió aquel 25 de enero en la inauguración de la sede de la Sociedad Bilbaina, diseñado por el chef de la época, Alejandro Caveriviere, se sirvió ayer, diez décadas después. No era la creación de un cualquiera. No por nada, Caveriviere era, ya por aquel entonces, una estrella, creador de la salsa Club Ranero, de fama internacional. Aquella receta, como tantas otras, nació a caballo entre la curiosidad y el azar. Vio unas tajadas de bacalao al pil pil en la cocina de un txakoli y decidió añadirle una fritada de pimientos verdes, tomates, calabacín, ajo, cebolla y salsa vizcaina. Así nació la legendaria salsa Club Ranero.

Pero volvamos al menú. No se resume rápido porque la comanda es digna de reyes. Ayer se sirvió después del concierto previo, donde el piano de Adrián Hodor alimentó el espíritu antes de que la cocina alimentase el cuerpo... ¡y de qué manera! Lean, lean si no. Hubo consomé Campo-Florido; filetes de lenguado Marguery; perdices en salsa; coliflor napolitana, solomillo mechado con berros; galantina de ave; ponche oriental, bizcocho de albaricoques; quesos y frutas. Los vinos, blancos y tintos, espumosos, café y licores. El acabose.

A la cita, presidida por el presidente de la Sociedad, Germán Barbier, no faltaron el presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, Juan Goiria; Enrique Amezua, Javier Muniozguren, Carlos Gómez Menchaca; el gerente de la Sociedad, Manu Suárez; los hermanos Álvaro y Javier Díaz de Lezana, Berta Longás, Federico San Sebastián, Jesús Unceta-Barrenechea, Javier Bikarregi, Ricardo Álvarez, José Garzón, quien pormenorizó los detalles de un menú largo como la barra de un bar, Modesto Alonso, Emiliano Amann, María Jesús Cava, Carmen Atxa, Marisol López Abadía, Isabel Bátiz, José Gállego, Arantza Sierra, Marian López, Vicen Aberasturi, Jesús Urbizu, Fernando García Pañeda, Frida Bolinaga, Ángel Ibinarriaga, Fran Elorriaga, Miguel Ángel Urcelay y un buen número de invitados.

Gente de la casa como Iñaki Sanz y María Estefanía Alonso, se movían entre los invitados vestidos de época. Era un guiño al ayer. Testigos de todo ello quedaron Ameli Calvete, Rocío Avanzini, Jon Gangoiti, Ana Axpe, Julio César López de Heredia, Pedro Rodríguez, Mercedes Olabarri, Tomás González, Teresa Cavia, Martín González, Isabel de Zuriarrain, Ramón Múgica, Rafael Ortiz, Marta Lecuona, Rosa Gómez, la pintora Cristina Hecht, Ángel Gorricho, Filo Floristán, Margarita Santo Domingo, Julia Artero y un buen número de invitados que acudieron a revivir el pasado, los viejos tiempos donde vivir era otra cosa, un ejercicio más pausado que el presente.