La mar es una mujer fatal. Encandila y atrapa con sus ojos azules de vampiresa pero esconde, en sus profundidades, un alma voraz. Contra esos raptos de furia se manejan los hombres y mujeres que trabajan en la Cruz Roja del Mar de Arriluze, cuya base se alza en uno de los edificios más emblemáticos del municipio: La Casa del Náufrago. Se encuentra situada enfrente de la llamada Punta de Begoña, al comienzo del contramuelle de Algorta, junto al antiguo puerto de Arriluze.
La institución de salvamento fue fundada en 1975 y la sede que ocupa, la Casa del Náufrago, se edificó en 1912 para albergar a la Sociedad de Salvamento de Náufragos del momento, un grupo altruista formado por algunos pescadores y hombres de mar de la zona que, a pesar de sus escasos recursos, acudían en caso de siniestro en auxilio de los navegantes. Recuerdan las crónicas que aquellos héroes contaban con una trainera de rescate, bautizada como Ama Begoñakoa, un andarivel, un cañón de bronce y dos fusiles lanzacabos, picos y palas, y unos precarios cascos de mimbre como protección, todo ello transportado en un rudimentario carro de madera para facilitar su transporte.
Hoy está todo más profesionalizado y el Puerto de Bilbao ya no registra la misma siniestrabilidad de aquellos días, pero el Cantábrico sigue siendo una navaja afilada. No por nada, Pedro Gisbert recordaba ayer mismo que a lo largo de 2012 se han librado más de 70 batallas y se han rescatado no menos de diez personas de los furiosos brazos de la mar. Durante el pasado campeonato de surf La Galea una ola a traición arrastró una moto de agua contra los acantilados, destrozándola. Fue uno de tantos percances en la mar; el mal menor de una institución que vigila y da cobertura desde la zona de Castro Urdiales hasta cabo Matxitxako, así como zonas pantanosas, ríos y presas. También ofrecen servicios especiales en regatas, juegos acuáticos y un sinfín de eventos sobre las aguas.
Al objeto de reponer un vehículo de rescate de estas características, la Cruz Roja del Mar de Arriluze celebró ayer la XXI edición de su tradicional gala benéfica en el Club Marítimo del Abra. Tras el cóctel previo y la cena de gala, se celebró un desfile benéfico donde todos los participantes lo hicieron de manera altruista. Lo presentó el monologuista Axlor Riezu, lo abastecieron tiendas como Carola Toca, Catania, El Ganso, Cristina Liemmens y El lagarto está llorando, y en la peluquería y el maquillaje colaboraron Yolanda Aberasturi, Marcel Arranz, Amaia Lauzirika, Resu Karé y Lucía Camarena y la música corrió a cargo de un clásico Jaime Vilallonga. Todo salió a pedir de boca.
Puede decirse que ejercieron de capitanes de la noche el presidente de Cruz Roja Bizkaia, Javier Zarraga, y el presidente del Club Marítimo del Abra, Gerardo Teijeira. Junto a ellos asistieron a la gala Asier Atutxa, presidente de la Autoridad Portuaria; Iñaki Irusta, presidente de la Cruz Roja del País Vasco; los concejales getxotarras, Joseba Arregi y Ana Helguera; Mercedes Alcalá-Galiano, José María Eizaga, Andoni Rekagorri, Arantza Muerza, Almudena Porres, Luisa Latxaga, Miguel Atutxa, Yolanda del Hoyo, Pedro Schmitt, Magdalena Múgica, presidenta de Mujer Siglo XXI; Ignacio Sáenz de Gorbea, Mercedes Boyra, Gonzalo Amann, Luis Zugazabeitia, Mercedes Artiach y una legion de gente comprometida, hasta sumar los doscientos comensales. Cuentan, a falta del recuento, que lo recaudado puede acercarse a los 7.500 euros. Un buen salvavidas.
Tampoco se perdieron la cita gente como Jesús Álvarez, Alicia Stuber, María Luzarraga, Javier Cano, Sylvie Lagneaux, Iñigo Soroa, Jon Intxaurraga, Carlos Gorria, Pedro Gallego, Fernando Maza, María Eugenia Toledano, Adelma Oteo y José Manuel Fuente entre otros. Todos ellos se congratularon con la labor desarrollada por los descendientes del ginebrino Henry Dunant, aquel hombre que la noche del 24 de junio de 1859, tras la batalla de Solferino, tuvo la idea de crear la Cruz Roja.