BARAKALDO. La primera vez que levantó una txinga y le explicaron en qué consistía la prueba exclamó: "Esto no lo puede hacer una persona". Cerca de un año después de ese momento, Ousmane Dramé defiende el título de subcampeón de Euskadi de esta modalidad. Ousmane tiene 29 años, mide 1,90 y pesa 100 kilos. Nació en Senegal y nunca antes había oído hablar de herri kirolak. "No practicamos este deporte en Senegal", asegura. Su tamaño, pero sobre todo su color, concentran la mirada de los espectadores en cada competición; los mismos de los que, tras verle en acción, recibe ánimos durante las pruebas. Las txingas, aquellas que le parecieron tan pesadas durante su primer contacto con el deporte vasco -y a las que aún hoy guarda respeto- le han convertido en un baracaldés más en el barrio de Basatxu, donde reside y entrena con 50 kilos de integración en cada mano.
Hace seis años que Ousmane abandonó Kaolack, su región natal en busca de "una vida mejor". Su travesía no fue una de esas historias de naufragios y viajes ocultos. Aterrizó en avión en Valencia, donde residió durante seis meses. "Tomas la decisión de viajar pensando que vas a encontrar algo y cuando llegas es completamente diferente a lo que habías imaginado", describe desde la habitación que tiene alquilada en Basatxu. Su destino lo acercó hasta Bilbao, donde buscó trabajo y un lugar para vivir. Algo más de un año después, se afincó en el centro de Barakaldo.
Todo lo que Ousmane tiene de alto lo tiene de bonachón y deportista. Preparándose para obtener el título de electricista y con una sonrisa contagiosa, el senegalés no olvida su tierra ni un momento, defendiendo los colores de su bandera en la selección de fútbol Senegal de Barakaldo como guardameta. "Este año he sido el portero menos goleado de la liga", apunta con tono orgulloso. Para mantener el buen estado físico, acude al gimnasio a diario. Y fue allí donde conoció a Oscar Pérez, campeón de Euskadi en varias modalidades de deporte rural. "Se fijó en mí y se acercó para decirme que podría valer para este deporte, así que me invitaron a entrenar un día con ellos".
Sin fronteras Así comenzó una relación de amistad entre él, Oscar y su hermano Javier, que hace las labores de utillero de ambos deportistas. "Ousmane tiene muchas posibilidades en este mundo", asegura Javi, que está sorprendido por que el senegalés se toma la competición "muy en serio". "Me pareció un poco duro, pero me gusta mucho", destaca Ousmane, después de llevar el peso de la integración participando como un vizcaino más en las competiciones de Euskal Herria. "Esto es un deporte más, y el deporte es algo global, no tiene fronteras", dice admitiendo que en un primer lugar muchos espectadores se extrañan al verle practicando deportes vascos. "A veces me miran, pero no soy la primera persona de raza negra que lo practica. He visto en algunas fotos a personas que lo habían hecho antes aunque no sé su nacionalidad", resta importancia. Sin embargo, Javier está convencido de que la llegada de Ousmane a la localidad fabril ha supuesto un auténtico trampolín para dar a conocer la calidad deportiva tanto de Oscar como del propio senegalés. "Desde que él está con nosotros nos llaman para más pruebas", admite a escasas horas de que Ousmane se enfrente al actual campeón de txingas de Euskadi, Juan José Agirregabiria, hoy en Deba.
En el cerca de un año que lleva compitiendo, Ousmane no ha escuchado ningún comentario racista o despectivo. "Los únicos que me vacilan son mis compañeros, que siempre me dicen que soy muy grande por eso de ser negro... Pero el público me trata muy bien", explica. "Siempre le animan sin cesar. Cosas negativas siempre puedes escuchar, pero luego cuando le ven competir todos le animan", apunta el entrenador.
En Basatxu, todos conocen a su subcampeón de transporte de pesas. "Soy uno más, la verdad es que me siento cómodo. Me he integrado muy bien aquí", asegura Ousmane. Confiesa que no conocía nada acerca de la cultura vasca, pero después de seis años en Bizkaia ha descubierto que son "muy parecidos a los senegaleses, sobre todo, en cuanto al valor que le dan a la familia". Ahora, sus asignaturas pendientes son indagar más en la historia del deporte rural vasco, "para poder entenderlos mejor" y meterse de lleno con el euskera "porque solo sé decir eskerrik asko, egunon, arratsaldeon y gabon", desvela de nuevo con esa risa pegadiza.
En secreto para la familia Las tardes de entrenamiento se han convertido en Basatxu en un espectáculo. "Hemos colocado unos bancos en la zona que utilizan para entrenar y los vecinos nos sentamos allí a verles", explica Javier. La prueba de las pesas es la favorita del senegalés, aunque también practica con el yunque, el saco y el carro. Esta última modalidad es la única a la que Ousmane saca algún parecido con las prácticas que se realizan en Senegal. "Se parece al trabajo que realizaba en la tierra, que durante un tiempo fui agricultor", desvela.
A pesar de no conocer nada de la cultura vasca, Ousmane se ha convertido en una parte fundamental de ella. Y su familia, desde Senegal, no sabe absolutamente nada. "Nunca les he hablado de ello, la verdad". No es por vergüenza, dice, o porque se lo vayan a tomar mal. "Llevo poco tiempo aún, cuando tenga más títulos...", promete quitándole peso -algo de lo que sabe mucho- al asunto. Las txingas viajarán con él en su próximo viaje a Senegal. "Sería buena idea implantar allí un deporte parecido a este", sueña.