JOSE Martín nunca se habría podido imaginar que su sastrería acabase teniendo una página web. Del metro para coger medidas y las agujas con las que marcar el futuro recorrido de las costuras, este sastre baracaldés ha pasado a dejar en manos de las nuevas tecnologías su negocio de toda la vida. Sus hijos representan esta cambio. Una modernización que llega en un momento en el que no es fácil mantener la persiana abierta si no se echa mano de la innovación. Lo mismo ha ocurrido unas calles más arriba, entre cremas pasteleras y merengue. Jon Pinilla es la segunda generación de pasteleros de su familia al frente de su negocio baracaldés; una pastelería que tras las navidades dará el salto a la venta en la red. Barakaldo toma el relevo generacional tras los mostradores.

"A veces veo cosas que no me gustan pero me tengo que callar. Ahora son ellos los que mandan". Jose se encoge de hombros. Ha pasado el testigo de la Sastrería Martín, que él mismo fundó en el año 64 en la calle Francisco Gómez y respeta todas las decisiones que su hijo Txema y Arantza toman en el negocio. "Están haciendo lo que quieren, lo que consideran mejor. Y tienen carta blanca por mi parte", asegura recordando las décadas que ha estado al frente de su negocio.

El momento de la jubilación llegó y Jose ha tenido la suerte de que sus dos hijos han estado más que interesados en tomarle el testigo. Y es que, según anuncian desde hace meses las asociaciones de comerciantes, cada día es más complicado que los hijos quieran hacerse cargo de negocios familiares. "Yo me dedicaba a la informática antes pero ahora estoy a tiempo completo en la tienda", asegura Txema, que ve en su padre su guía, su ejemplo a seguir. Prueba de ello es la presencia de Jose en la tienda a menudo. "A veces tienen problemas que les tengo que solucionar yo", sonríe, "pero han aprendido mucho", añade satisfecho. El reto de Txema y Arantza se centra, principalmente, en adecuar el comercio y el servicio de sastrería a la actualidad, "para llegar a nuevos clientes". Para ello, y a pesar del disgusto que supuso para su padre, modernizaron el aspecto del comercio y se lanzaron a las posibilidades de difusión que otorgan las redes sociales, como Facebook, o tecnologías como el código QR, a través del cuál se accede a la sastrería.

Hora de renovar Con reconocida fama, sobre todo en lo referente a poner elegantes a los novios para el día de sus bodas, el negocio se va adaptando a los cambios. "Hemos recibido mucha ayuda de Inguralde para poder adaptarnos, y en estos momentos tan difíciles cualquier apoyo es importante", asegura Txema, que también busca consejos para paliar la situación económica en su padre. "Yo he pasado por muchos momentos difíciles en este local", puntualiza Jose siempre dispuesto a echar una mano. "Era hora de renovar", matiza con 40 años de profesión sobre su espalda.

La renovación también ha llegado a la pastelería Alai, a escasos metros de la sastrería. Primero se transformó el local, por uno más moderno, luminoso y funcional. El resto de cambios, la mayor revolución, se ha desarrollado sin embargo en la trastienda. Hace siete años que Jon Pinilla se convirtió en el gerente del negocio de su padre. De una manera gradual, poco a poco, fue cogiendo los mandos de la pastelería "aunque mi aita aún me aconseja cuando le necesito".

"Le gustan las cosas que vamos haciendo en el local", dice. Su mayor pasó, impulsar una página web en la que, además de poder comprar todos los productos de la tienda, se ofrece un servicio a domicilio. La web telepastel.net comenzará a repartir pasteles y tartas después de navidad, "para que no disminuya la calidad de nuestro servicio", apunta Jon.

Renovar una pastelería de más de 35 años está siendo un placer para este baracaldés que también ha creado bombones "en los que se pueden personalizar imágenes", por un precio de 15 euros, o una pasta con la K de Barakaldo, que opta a convertirse en el pastel del municipio. Así, junto a Txema y Aran-tza, Jon dibuja un futuro que sus padres no hubiesen llegado a adivinar en el pasado.