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Trapagaran apuesta por recuperar la batería antiaérea de Durañona

El Gobierno vasco deberá determinar el nivel de protección del conjunto militar

Trapagaran apuesta por recuperar la batería antiaérea de DurañonaE. Zunzunegi

Trapagaran. El Gobierno vasco es la institución que deberá pronunciarse sobre el grado de protección legal del que sea merecedora la batería antiaérea de Durañona, situada en el municipio de Trapagaran, según se desprende de la respuesta dada por el servicio foral de Patrimonio a una demanda de información cursada por el juntero popular, Arturo Ignacio Aldecoa.

Esta instalación, que fue construida hacia 1942 y permaneció en funciones hasta 1965, aproximadamente, es uno de los elementos patrimoniales que un grupo de excelencia de la UPV/EHU y de la universidad francesa de Pau está estudiando para "su puesta en valor tanto como elemento de la historia del municipio, como posible elemento de tracción turística", reseñaron fuentes municipales. Los otros elementos en estudio por parte de los expertos universitarios son el funicular de Larreineta, el poblado de Matamoros-Burzako y la vía franco Belga.

Cuatro cañones La batería de Durañona estuvo dotada de cuatro cañones Flak de 88 milímetros, servidos por un destacamento de artillería de 125 personas al mando de un oficial con graduación de capitán. Las instalaciones de la batería antiaérea de Durañona fueron completamente desmanteladas por el Ministerio de Defensa antes de proceder a la subasta de los terrenos, cuya propiedad ostenta en este momento la mercantil Talleres Alju S. L.

El desmantelamiento dejó sobre el terreno el esqueleto de los elementos inmuebles de la batería, en concreto las cuatro plataformas de los cañones y tres edificios de estilo vagamente neovasco destinados al alojamiento y comedor de la tropa, residencia del oficial al mando y un polvorín. En uno de ellos aparece, entre otras decoraciones de aplacado de mortero, la insignia del cuerpo de artillería.

Acabada la Guerra Civil y con el desenlace final de la Segunda Guerra Mundial aún incierto, la batería antiaérea de Durañona fue concebida como una posición para la defensa de las industrias siderúrgicas y los cotos de mineral de hierro de Ezkerraldea, considerados como recursos de gran valor estratégico para la industria militar de la época.

Sin embargo, la dotación artillera de la batería nació ya anticuada dada la poca utilidad de los potentes Flak 88 para la defensa antiaérea, ya que cuanto más mejoraban los aviones más difícil era acertarles con artillería pesada, por lo que en los años cuarenta del siglo XX la defensa antiaérea evolucionó rápidamente hacia una alta cadencia de tiro.