Aitas con garra
Los exrojiblancos Alkorta, Ferreira y Tiko explican su manera de compaginar la práctica del fútbol de élite con la responsabilidad que asumen como padres
CUANDO nació su hija Oihane, Roberto Martínez Rípodas, más conocido por los seguidores rojiblancos como Tiko, se encontraba fuera de Bizkaia, en plena concentración del Athletic. "Pedí un permiso de dos días para poder estar con mi mujer cuando diera a luz. Al llegar aún no era padre, cuando volví, horas después, iba preguntándome ¿soy padre? No me había dado tiempo a asimilarlo", recuerda. Iker, el hijo mayor de Rafa Alkorta, nació un día antes de un derbi con la Real Sociedad. "Me dejaron llegar más tarde a la concentración para poder estar con mi mujer unas horas", cuenta. Patxi Ferreria tuvo más suerte. Cuando llegó al mundo su primer hijo, ya estaba retirado.
Los tres exrojiblancos se juntaron ayer en la plaza central del centro comercial Max Center para poner en común sus experiencias como padres. Noches en vela, el cambio de pañales y las horas de juego se juntaban con los largos entrenamientos, partidos determinantes de la Liga o encuentros lejos de casa. Son los aitas leones, que tienen que cumplir ante más de 40.000 aficionados y con sus seguidores más fieles, sus hijos. "Somos unos padres normales, que intentamos transmitir los mismos valores que todo el mundo a nuestros pequeños", explica Alkorta, padre de dos hijos, Iker, de 12 años y Ane, de 9.
La pequeña es la más futbolera de los dos, aunque ambos han heredado la afición de su padre. Alkorta mantiene grabado en la mente el día en el que su hijo chutó por primera vez un balón de fútbol. "Tenía nueve meses", recuerda. Con la pelota colocada a propósito, el pequeño Iker pateó con fuerza. "Apenas había comenzado a andar pero ya le dio al balón con estilo. De hecho pensé: a este le va a gustar el fútbol", asegura entre risas.
Tenía 32 años cuando el jugador que posee casi 300 partidos a sus espaldas, adquirió el título de aita. "Los futbolistas vivimos muy rápido, con mucha tensión, muchas emociones... por eso al final fui aita siendo ya más adulto", apunta. No olvidará el nacimiento de su primogénito, "es que Luis Fernández no me sacó en ese partido, que era un derbi, y perdimos cuatro uno".
En sus memorias, a una fecha especial siempre le acompaña un partido. Es como su palabra mágica para acordarse del acontecimiento. Para Alkorta fue el partido con la Real Sociedad. Para Ferreira, su último partido como profesional. "Mi mujer estaba embarazada en junio, cuando me retiré. En agosto nació mi primer hijo", cuenta.
Sin manual de instrucciones Sus experiencias son similares. El primer pañal, "mejor no recordarlo, seguro que no era para grabar en vídeo", bromean. Los primeros pasos, las palabras... "Siempre te ibas pensando en que te perderías algo importante de ellos. Tienes que meter muchas horas en esto del fútbol profesional y siempre echas de menos las primeros momentos con el niño, sus gestos, sus palabras.... Te lo cuenta la mujer y da envidia", asegura Alkorta.
A pesar de ser leones, sus cachorros tampoco llegaron al mundo con manual de instrucciones. Aun así, el fútbol, el Athletic, el deporte, les ha otorgado a los tres unos valores "muy importantes" que todos intentan transmitir a sus hijos, a pesar de que tengan edades dispares. "Intentamos transmitir a nuestros hijos los valores que hemos aprendido en el club, en nuestra carrera profesional; unos valores que no empiezan cuando te conviertes en jugador profesional sino cuando empiezas a practicar deporte", explica Ferreira. Entre ellos destacan el respeto, el compromiso, la superación, el compañerismo...
"En el mundo de deporte tienes contacto con muchísima gente, compartes muchas experiencias que puedes extrapolar", coinciden. Por ese motivo, los cinco hijos de estos leones rojiblancos han heredado el gusto por el deporte. Hasta Oihane, que es la más pequeña, practica deporte como su aita. "Le gusta correr, andar en bici y el fútbol. Es como su padre, toca muchos deportes, así que alguno de ellos hará bien", bromea Tiko.
Alkorta también ve muchas posibilidades en sus hijos. "A Ane la veré pronto jugando en pantalón corto. Y eso que intento retrasar el momento porque me parece que con nueve años aún es pequeña para entrar en ese mundo", se sincera. Ella no conoció a su aita jugando con la elástica rojiblanca, pero Iker tiene en su disco duro la imagen del día en el que salió acompañando a su padre al centro de San Mamés. "Fue el día de mi retirada, cuando jugamos contra Osasuna". Otra fecha importante grabada a fuego con su inseparable momento deportivo.
También a Patxi y Ander, los hijos de Ferreira les gusta el fútbol. "Les gusta, y yo les animo a que practiquen deportes colectivos para que aprendan a convivir y respetar a sus compañeros", aclara el exjugador. Tienen un buen ejemplo en casa.
Pero además del deporte, estos tres aitas de élite hacen mucho hincapié en la educación escolar. "Siempre les digo que el deporte está muy bien, pero que hay que estudiar y tener una carrera para poder ser profesionales. El mayor no me cree mucho, dice que yo fui profesional sin tener carrera. Pero intento hacerle entender que es la cosa de la que más me arrepiento", aclara Alkorta ante el asentimiento de sus compañeros.
Cambio de vida En mayor o menor medida, los tres exjugadores han podido disfrutar de su familia. Sin embargo, el mundo del fútbol no ha sido siempre así. "Yo recuerdo a compañeros que contaban que no tuvieron opción de acudir al parto de sus mujeres si estaban en plena concentración. Eso, por suerte, ha cambiado un poco con los años", se alegran. La paternidad les cambió la vida, "como a todos". Sus preocupaciones se acrecentaron y, en su lista de preferencias, las necesidades de sus hijos han pasado a ocupar los primeros puestos.
"Llegabas a casa cansado, o tras una derrota dura y siempre sacábamos ganas para jugar con los más pequeños", apunta Tiko. "Es lo bueno que tienen los niños, que a nada que les das, te lo devuelven con creces con una sonrisa, un abrazo o un beso". De todas sus victorias y éxitos, se quedan con una: el de aitas; unos padres "iguales al resto", con la directrices justas de la vida pero con la garra que les ha otorgado vestir la camiseta rojiblanca.