Bilbao. Bilbao creció territorialmente a finales del siglo XIX a costa de las anteiglesias vecinas. "Necesitaba expandirse porque o crecía o se moría", señala la profesora de historia de la UPV que abrirá el simposio. Finalizada la segunda Guerra Carlista y abolidos los Fueros, Bilbao pudo llevar a cabo la anexión de Abando, Begoña y Deusto. Lo hizo de forma pacífica, "pero tras una batalla dialéctica impresionante", que duró mucho años. De esa forma se zanjaba un viejo litigio jurisdiccional que se inició con la fundación de la villa. De todo ello hablará mañana Nieves Basurto en el XV Simposio de Historia de Bilbao que organizan Eusko Ikaskuntza y el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Bilbao. Su ponencia se titula: A la conquista del espacio. Documentación sobre el contencioso para la anexión de las anteiglesias vecinas (1821-1890).
¿Era para tanto? ¿Bilbao tenía que ir a la conquista del espacio que le rodeaba?
Sí. Bilbao estaba tan constreñida en sus límites a principios del siglo XIX que necesitaba expandirse.
¿Por qué esa necesidad?
Porque a partir de 1821 Bilbao fue creciendo económica y poblacionalmente de tal forma que era necesaria la ampliación de los límites territoriales si quería mantener la progresión. Bilbao, o crecía o se moría y se ahogaba.
Y creció.
Sí. Lo hizo a cuenta de las anteiglesias vecinas tras mantener con ellas un largo contencioso de tipo histórico, legal y político de mucho calado y muy complejo.
¿Cuándo se inicia el contencioso?
Desde el mismo momento en que se otorga la carta fundacional a la villa de Bilbao.
¿Por qué?
Porque en ella se hace una demarcación muy amplia y extensa del territorio de Bilbao.
¿Cuál era el problema?
El problema es que Bilbao, por diversas circunstancias, no ejercía realmente sobre la demarcación que marcaba el Fuero de Logroño. Aunque de vez en cuando manifestaba que los territorios que ocupaban las anteiglesias vecinas eran de su jurisdicción, la realidad es que no ejercía.
¿Dónde ejercía, entonces?
En lo que hoy conocemos como el Casco Viejo y lo que llamaban el arrabal, hacia Sendeja, y por el otro lado, hacia Atxuri. También creció un poco por las calzadas de Mallona y Zabalbide y otro poco por Bilbao la Vieja.
¿De cuántos habitantes estamos hablando?
A mediados del siglo XIX Bilbao tenía unos 17.000 habitantes aproximadamente.
¿Y las anteiglesias que pretendía anexionar?
Abando, por ejemplo, en 1842 tenía unos 2.100 habitantes y en 1864 alcanzaba los 7.000. Hay que tener en cuenta que Abando tenía un casco urbano minúsculo.
¿Dónde se encontraba ese casco urbano en Abando?
En torno a San Vicente y el Ayuntamiento, que estaba allí mismo. El resto de Abando lo componían caseríos, que estaban muy dispersos.
Volvamos al contencioso histórico. ¿Cuándo se reaviva el enfrentamiento entre Bilbao y las anteiglesias vecinas?
En 1821. A partir de ese año Bilbao, que ya tiene una población y un poderío importante, empieza a plantearse la posibilidad de volver a recuperar el territorio que de alguna manera le había otorgado el fuero fundacional.
¿Cuáles eran los problemas de expansión más importantes?
Pues, por ejemplo, el cementerio de Mallona, que estaba en la anteiglesia de Begoña y era donde enterraban a los vecinos de Bilbao. Tampoco podía hacer ninguna actuación para implantar el ferrocarril.
¿Qué sucedió tras la primera demanda de anexión?
El Gobierno de Madrid accedió en 1844 a la petición e intentó que Bilbao pudiera expandirse por las anteiglesias vecinas, pero ellas se resistieron.
¿Se paralizó?
Sí. Hay que tener en cuenta las circunstancias históricas del momento, la primera Guerra Carlista. Sin embargo, unos años después se retomó la demanda de Bilbao.
¿Cuándo exactamente?
En 1861. En esos años la situación de Bilbao era dramática. Su crecimiento era nulo. Entonces, desde Madrid Isabel II emitió una ley para que Bilbao puediera expandirse de acuerdo a sus necesidades. A partir de esa ley se hizo un proyecto de ensanche que lo firmó el ingeniero de Caminos Amado de Lázaro.
¿Se solucionaron los problemas entonces?
No, tampoco con ese proyecto. Las anteiglesias volvieron a ponerse en contra. Lo rechazaron porque consideraban que Bilbao ocupaba demasiadas hectáreas. Se hizo un nuevo proyecto. Se modificó, pero no se hizo efectivo hasta el año 1876, una vez finalizada la segunda Guerra Carlista y abolidos los Fueros.
¿Todo el proceso se desarrolló de forma pacífica?
Sí. Durante todos esos años hubo una batalla dialéctica impresionante entre instituciones, pero nunca hubo luchas.
¿Con las anexiones de Abando, Begoña y Deusto se pusieron los cimientos del Bilbao moderno?
Sí, por supuesto. Bilbao comenzó a consolidarse como una gran población.
¿Por dónde se inició la expansión?
Por la vega de Abando.
¿Fue rápida?
No tanto como en un principio se pensó.
¿Por qué?
Porque la expansión comenzó a desarrollarse sobre unos terrenos que tenían un alto coste ya que estaban en manos de particulares.
O sea, que hubo especulación, negocio inmobiliario, como hoy en día.
Lo que sucedió es que muchos propietarios de Bilbao comenzaron a comprar terrenos en Abando al saber que iba a expandirse por allí, lo cual encareció el suelo.
Demos un salto al presente, ¿qué le parece el Bilbao actual?
Ha ganado unas cosas y ha perdido otras. Ahora es una gran ciudad con unas dotaciones e infraestructruas muy buenas, pero ha perdido el carácter industrial que tenía.
¿Cuál es su rincón favorito?
Me gusta mucho la estación del ferrocarril de Santander. También me gusta mucho el primer ensanche de Bilbao. Tiene una urbanización muy digna.