Hay imágenes que explican mejor que cualquier discurso cómo ha cambiado Bilbao. Y eso es precisamente lo que ha conseguido el Museo Guggenheim con una reciente publicación en redes sociales que rescata varias vistas del pasado industrial de la ciudad y las compara con el paisaje actual de la ría.
Cuatro imágenes, una realidad
Desde su inauguración hace ya más de 28 años, el Guggenheim se ha convertido en uno de los grandes motores de la transformación urbana del botxo. No fue solo un museo más. Fue el punto de inflexión de una ciudad que dejó atrás el gris industrial para abrirse a a una nueva forma de relacionarse con su entorno.
La primera de las imágenes sitúa la mirada desde el puente de La Salve. El contraste es evidente. Donde antes dominaban las infraestructuras duras y un entorno hostil, hoy el espacio se ha humanizado. Ha cambiado el paisaje, pero también quienes lo transitan. Peatones, paseantes y visitantes ocupan ahora un lugar que durante décadas estuvo marcado por el tránsito industrial.
Desde La Salve
La segunda instantánea es todavía más contundente. Del caos y la suciedad de los antiguos astilleros, se ha pasado al actual paseo de la Campa de los Ingleses. Un espacio diáfano, presidido desde 1999 por la escultura Mamá, la popular araña de 9 metros de alto. En la tercera comparación, dos navíos ocupan el lateral que hoy pertenece al museo. Una imagen que resume a la perfección el cambio de usos de la ría.
La Universidad de Deusto como testigo
Por último, la cuarta panorámica ofrece el contraste más simbólico. Frente a frente, dos núcleos urbanos distintos. La Torre Iberdrola, Bizkaia Aretoa y el Guggenheim irrumpen con fuerza en la escena, mientras la Universidad de Deusto permanece como el único vestigio del Bilbao industrial que aún resiste en la imagen y en la actualidad. Un recorrido visual que recuerda hasta qué punto ha cambiado la ciudad en apenas tres décadas.