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La lluvia no frena la ilusión y el Teatro Arriaga se llena de txikis al encuentro de Olentzero y Mari Domingi

A pesar del agua, la emoción y la tradición llenan las puertas del teatro, donde los más pequeños entregan sus cartas y comparten sus deseos

En imágenes: así han recibido Olentzero y Mari Domingi a los más txikis en el Teatro ArriagaMarkel Fernández

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Las puertas del Teatro Arriaga se han convertido este miércoles en un pequeño umbral hacia la ilusión, incluso bajo la lluvia que cae sin cesar sobre Bilbao. De la mano de madres, padres, aitites y amamas, niñas y niños han llegado con las cartas bien apretadas entre los dedos, algunos de ellos incluso con los ojos vidriosos, llenos de nervios y emoción.

La lluvia no ha logrado empañar sus sonrisas; algunos han repasado en voz baja sus deseos; otros han brillado con sonrisas que no pueden ocultar mientras esperaban la cola, protegiéndose con paraguas y chubasqueros. Dentro les esperaban Olentzero y Mari Domingi, que un año más querían encontrarse cara a cara con los más pequeños para escucharles y recoger, uno a uno, los sueños que no siempre caben en un sobre.

A las 11.00 horas, Olentzero y Mari Domingi se han asomado a la balconada del teatro y nada más verles y oírles, los txikis que esperaban la cola bajo los paragua han empezado a gritar sus nombres. La expectación por conocer a quienes les dejarán este 24 de diciembre regalos bajo el árbol era máxima.

"La lluvia le importa poco"

“Lleva toda la semana hablando de este día, no ha dormido casi nada”, cuenta Ane, madre de un niño de cinco años, mientras intenta abrigarle antes de entrar. A su lado, el pequeño Unax sujeta la carta con fuerza: “Le he pedido una bici y juguetes de Bluey”, dice sin soltarla. La lluvia, asegura Ane, nunca es impedimento para su hijo. "Para ver la kalejira también estuvimos más de una hora esperando a que saliese calándonos y a él le importaba poco", recuerda. Sin embargo, asegura que "todo vale la pena" por "verle la carita" de ilusión.

En imágenes: kalejira de Olentzero y Mari Domingi en BilbaoMarkel Fernández

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Entre la fila también hay quien repite experiencia. “Vinimos el año pasado y fue tan especial que no queríamos perdérnoslo otra vez”, explica Iñaki, aitite de dos hermanas que acababan de pasar por el pintacaras que se ha instalado en la plaza del teatro. “Para ellos es mágico, pero para nosotros también; es volver a cuando lo disfrutábamos con nuestros hijos”, añade.

La locura de conseguir entradas

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Pero vivir este momento tan especial no ha sido fácil para todas las familias. Conseguir una entrada para ver a Olentzero y Mari Domingi en el Arriaga se convirtió el pasado lunes en toda una carrera contrarreloj. Los pases se agotaron rápidamente, obligando a muchos a madrugar, refrescar pantallas y cruzar los dedos. “Ha sido una locura. Entré en la web a primera hora y aun así casi me quedo sin sitio”, reconoce Leire, que ha venido desde Santutxu con sus dos hijo. “Merece la pena, pero es muy complicado hacerse con la entradas, creo que habría que darle una vuelta al sistema”, indicaba.

La alta demanda refleja la fuerza de una tradición muy arraigada en Bilbao. “Es algo que queremos que vivan, que recuerden siempre”, señala Leire. Un deseo compartido por muchas familias en una mañana en la que la magia navideña en la que el agua no ha podido borrar la ilusión.