Bizkaia ha sumado tres nuevos brillos a su constelación gastronómica. Tras la gala de la guía Michelin, celebrada el pasado martes, el territorio pasa de 11 a 14 restaurantes con la codiciada distinción francesa, consolidándose como uno de los lugares más relevantes del panorama culinario estatal y europeo. Este jueves, La Revelía de Fernando González –en Amorebieta–, Bakea de Alatz Bilbao –en Mungia– y Islares de Julen Bergantiños en el corazón de la capital vizcaina, junto a Puppy, volvieron a abrir sus puertas. Esta vez con la emoción de un principiante, la efimera sensación de estrenar una estrella que reconoce no solo la calidad, sino que catapulta a la estratosfera gastronómica, donde los sabores de duda e incertidumbre se evaporan junto al calor de los fogones.

Tres nuevos brillos, tres estilos

Cada uno de estos chefs llega a la cima con un estilo propio. Fernando González combina raíces vascas con toques de la tradición centroeuropea adquirida en Dinamarca, uniendo productos locales con sensibilidad y técnica depurada. Alatz Bilbao lleva consigo la influencia de la brasa y la artesanía, transformando hierro y madera en herramientas que acompañan a su cocina, heredando de su pasado en el taller mecánico de su padre la precisión y la creatividad. Julen Bergantiños, por su parte, ha vuelto a Bilbao tras diez años de aprendizaje en grandes cocinas nacionales e internacionales, trayendo consigo una propuesta íntima y poderosa, donde la cocina de proximidad y los sabores profundos conviven con una visión transgresora.

Una constelación gastronómica con proyectos de autor

El primer día tras recibir la estrella siempre combina nervios y rutina. Los teléfonos no dejan de sonar, los proveedores se multiplican, pero la esencia de estos restaurantes permanece. Cada chef afronta este debut con serenidad y respeto por la gastronomía, conscientes de que la estrella no marca el final del camino.

Más allá del reconocimiento, los tres restaurantes reflejan cómo Bizkaia se consolida no solo como destino culinario, sino también como un destino capaz de nutrir proyectos personales con identidad propia. La gastronomía se convierte así en un espejo de las inquietudes, dudas y sueños de cada uno de sus de sus cocineros.

El chef de Bakea compartió la jornada con la gente del pueblo y solo abrió una parte del establecimiento. Pankra Nieto

Bakea, una estrella verde a la sostenibilidad y otra roja

Alatz Bilbao vivió un día especial en Bakea, su restaurante en Mungia, donde la primera estrella Michelin llega como un reconocimiento a años de esfuerzo. A sus 35 años, el chef recuerda cómo su vida estaba marcada por el taller de su padre y un futuro cómodo entre llantas y ruedas, hasta que decidió dar un giro radical y dedicarse a la gastronomía. 

Del taller de su aita a la brasa

“Mi padre se llevó un disgusto tremendo, pero hoy en día lo celebra más que yo. Estamos muy contentos y tenemos muchas ganas. El camino es seguir haciendo lo mismo y perfeccionando el servicio”, explica el mungitarra, que recuerda sus primeros pasos entre prácticas en Mugaritz, Follia y otros grandes cocineros como Gianmarco Greci o Fran Baixas. La influencia de esas experiencias se entremezclaron con su herencia familiar en las entrañas de los automóviles. Aún visita el taller de su padre para recoger materiales que reinventa en el restaurante, desde utensilios hasta elementos de menaje. 

Un madrugón ilusionante

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El día comienza temprano, con proveedores que pasan por el restaurante y la preparación de un espacio íntimo de apenas 16 comensales, donde la brasa es protagonista. La gala Michelin dejó emociones encontradas, muchos nervios, pero también una sensación de orgullo por ver reconocida la trayectoria de Bizkaia en la guía, que otorgó además una estrella verde de sostenibilidad a Bakea. “Que cuatro de las cinco estrellas verdes se queden en Euskadi dice mucho de nuestro compromiso con el producto y el entorno”, explica el chef impresionado.

A pesar de la fama y el glamour que acompañan a la estrella, el cocinero mantiene los pies en la tierra. Su objetivo sigue siendo atraer público a zonas con menos tránsito, como es el caso de Mungia.