Metro Bilbao: la arquitectura bajo tierra
Su diseño es uno de los elementos más emblemáticos y reconocibles de la ciudad. Un metro que combina funcionalidad, estética y modernidad
El Metro de Bilbao es un referente internacional por su diseño arquitectónico y funcional. Fue concebido no solo como una infraestructura de movilidad, sino como un proyecto de regeneración urbana y símbolo de la modernidad de la ciudad. Su diseño arquitectónico estuvo a cargo del reconocido arquitecto británico Sir Norman Foster, quien imprimió en el metro una estética futurista, minimalista y coherente con la topografía y el carácter industrial de Bilbao.
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Sencillez, funcionalidad y estética. La idea fundamental de planificación era una red de metro próxima a la calle, de accesos sencillos y directos y con estaciones amplias. Grandes bóvedas, donde la persona no se sintiera atrapada. El diseño de la caverna de metro es original, sencillo y eficaz. Una obra que es resultado de una perfecta conjunción de ingeniería y arquitectura.
Obra y arquitectura
Desde el principio de la gestación del proyecto, se prestó una especial atención al diseño y arquitectura de las estaciones. Esta prioridad no quedaba en lo puramente estético, sino que hacía referencia a la funcionalidad y al bienestar de las personas usuarias. Tanto es así que, en 1998, obtuvo el Premio Brunel de Arquitectura ferroviaria en su globalidad y por la estación de Sarriko en particular.
Las ideas características de las obras de Foster beben de la originalidad, el causar la máxima atracción usando con moderación los materiales y la integración de la arquitectura y la ingeniería. En el caso de Metro Bilbao, los grandes desafíos fueron:
- Que las estaciones estuvieran situadas lo más próximas posible a la superficie, de tal modo que el acceso desde la calle hasta los andenes fuera sencillo y directo.
- Que los espacios fueran amplios.
- Conseguir una gran visibilidad.
- Que la luz entrara de una forma natural.
La arquitectura de las estaciones del metro es el resultado de tres conceptos: SENCILLEZ, FUNCIONALIDAD y ESTÉTICA. Siguiendo estos conceptos, las líneas básicas de la obra de Foster en el diseño de las estaciones son:
Apariencia interior: El tratamiento de la caverna es un gran espacio, de 160 metros de sección transversal, donde se sitúan los viales, los andenes y las entreplantas de distribución.
La obra de intercomunicación: En las entreplantas de distribución confluyen todas las instalaciones y servicios, se desarrollan los servicios de ticket y oficinas. Las estaciones ofrecen un gran espacio, con una visión amplísima, donde el viajero y la viajera no se sienten atrapados y donde encuentran todos los servicios que necesitan.
Apariencia exterior: La que emerge en el conjunto urbano de la ciudad. Es la arquitectura de calle, cuya realización más singular son las marquesinas de acero y vidrio.
El mobiliario: El Ministerio de Ciencia y Tecnología concede en noviembre de 2000 el Premio Nacional de Diseño Industrial a la empresa que fabricó los bancos del Metro (Akaba, con sede en Irún).
En 1998, obtuvo el Premio Brunel de Arquitectura ferroviaria en su globalidad y por la estación de Sarriko en particular
Una de las mayores aportaciones de la arquitectura de Metro Bilbao radica en la consecución de una unidad arquitectónica que se hace patente en el logro de tres objetivos: un alto nivel estético en las instalaciones, la máxima comodidad para la clientela y una incorporación a la arquitectura urbana sencilla y nada agresiva.
El lenguaje de Sir Norman Foster
Sir Norman Foster es, sin lugar a dudas, uno de los arquitectos más innovadores importantes del panorama constructivo contemporáneo. Metro Bilbao y uno de sus más ambiciosos proyectos en curso, el nuevo aeropuerto de Hong-Kong, continuarán alimentando la leyenda de este gentleman del minimalismo y el hightech.
Desde su concepción, el proyecto buscó integrar eficiencia, luminosidad y claridad espacial. Foster apostó por un lenguaje arquitectónico que transmitiera seguridad y comodidad al usuario, evitando la sensación de claustrofobia común en otros metros subterráneos. Por ello, una de las características más distintivas del Metro de Bilbao es la presencia de espacios amplios, curvos y diáfanos, recubiertos con materiales claros y reflectantes que potencian la luz natural y artificial.
Las estaciones están diseñadas como “cápsulas” o túneles elípticos, recubiertos con paneles metálicos y pavimentos pulidos. Este concepto, conocido como “caverna de Foster”, crea una sensación de continuidad y fluidez entre los diferentes espacios del recorrido: accesos, andenes y pasillos.
La estructura principal se compone de hormigón visto, acero y vidrio, materiales que simbolizan la solidez industrial y la transparencia de una ciudad en transformación. El uso de luz indirecta y la curvatura de las paredes refuerzan la percepción de amplitud, incluso en zonas subterráneas profundas.
Señalética
Desde el principio de la gestación del proyecto, se prestó una especial atención al diseño y arquitectura de las estaciones. Esta especial atención no quedaba en lo puramente estético, sino que hacía referencia a la funcionalidad y al bienestar de las viajeras y viajeros.
La señalética del metro de Bilbao fue diseñada por Otl Aicher y está basada en:
- Signos lingüísticos (palabras): El tipo de letra diseñada intentó mejorar la legibilidad y la velocidad de lectura. Tipografía Otl Aicher con letra A
- Flechas: Pueden indicar cuatro direcciones: izquierda, derecha, arriba y abajo de frente.
- Colores: Son cuatro, pero el color rojo es el color básico.
Un aniversario muy dulce: chocolatinas, caramelos y coros por el 30º cumpleaños de Metro Bilbao
Estaciones para detenerse
Metro Bilbao ofrece un paisaje bajo tierra y sobre ella digno de visitarse como es el caso de las estaciones subterráneas más conocidas y emblemáticas.
La idea de Norman Foster de hacer de la caverna el “corazón” del sistema se traduce en la excavación de un gran volumen único. Estas estaciones se componen de una gran galería basilical y colgada de ella dos mezzaninas o plataformas de distribución de los viajeros, resueltas en acero inoxidable resistente al fuego. Estas plataformas conectan con los andenes por medio de unas escaleras imperiales y por medio de un pasillo exento, con las escaleras mecánicas de entrada y salida. Los elementos de mantenimiento como ventilación, cables, conductos de agua, etc. se encuentran bajo los andenes.
La preocupación fundamental de Foster ha sido resolver los temas de comunicación, articulando los diferentes polos de actividad e integrando los lugares con los medios que la tecnología ha puesto en sus manos. Para ello usa solo tres materiales: el hormigón, el acero inoxidable y el vidrio. Otros elementos existentes corresponden a equipos de superestructura que no dependen del arquitecto.
El carácter colgante de las plataformas rompe la pesada sensación que toda caverna, con su carácter de catacumba, produce. Cada caverna-estación comenzaba a construirse siguiendo el método austríaco, perforando una galería.
Tras esta, se perforaban a cada lado “las orejas” que daban forma al arco superior y se sostenía con cerchas. Las fases siguientes, zanjón central, riñones y contra bóveda daban forma a la excavación definitiva.
Las estaciones acogen las áreas de servicios y dependencias de explotación del metro, así como las vías y los sistemas de control de tráfico ferroviario. Los andenes son, asimismo, una gran galería de servicios.
Las entradas y salidas están realizadas como cañones elípticos de hormigón, lo que permite frente a los accesos circulares habituales más espacio sobre la cabeza del usuario de la escalera mecánica. Al llegar a la calle estos cañones de acceso pasan de hormigón a vidrio, constituyéndose a partir de la intersección de la elipse con el plano de la calle, en un edículo de vidrio, los llamados “fosteritos”.
Su forma no sólo per- mite la luz del día sobre las escaleras, sino que anuncia esa figura elíptica, de estilo barroco, que nos cubre a lo largo de todo el recorrido.