Norman Foster, el arquitecto de renombre que junto a Frank Ghery y después Zaha Hadid y la suma de la actividad de profesionales del ámbito local, sembraron la simiente del nuevo Bilbao, ha visitado las obras del Museo de Bellas Artes, donde dejará de nuevo su impronta para generaciones y que ya están en su recta final. Foster cumplió noventa años el pasado 1 de junio -arquitectos vizcainos que participan en el proyecto entonaron Zorionak Zuri al término de su intervención- y lleva seis de ellos trabajando en este proyecto. Pese a su extensa carrera, volvió a mostrar su capacidad para emocionarse cuando se hace realidad el fruto de sus diseños y terminó su intervención con un gero arte, "nos vemos dentro de un año", el 24 de junio en la inauguración. Noche de hogueras, de magia, de catarsis y a partir de 2026 día grande para la cultura en la capital vizcaina.
La mirada del periodista se pierde entre espacios vacíos y columnas indescifrables, justo allí donde un arquitecto interpreta las formas y ve más allá. Norman Foster ha asegurado que “absolutamente nada puede sustituir la experiencia real”, ni la tecnología con la que, junto a su equipo, ha diseñado la ampliación del Museo de Bellas Artes.
Un año de obras
La estructura principal ya está terminada, básicamente queda vestir el edificio, por fuera y por dentro. Los tubos del sistema antiincendios y del aire acondicionado toman forma en la parte superior del recinto. Y en la zona acotada para almacenaje a pie de parque esperan algunas las piezas de la cubierta.
El puzle se completa poco a poco, pero dentro de algo más de un año, se inaugurará el espacio Agravitas, que ya sobrevuela el museo y promete un encuentro entre la cultura y el entorno verde de Doña Casilda.
"La obra avanza a pleno rendimiento y hemos vuelto a comprobar que, cada paso que se da en esta obra, hace más evidente la relevancia y la calidad del proyecto firmado por Norman Foster", ha indicado la diputada general de Bizkaia y presidenta del Patronato del museo, Elixabete Etxanobe.