El cambio de hora que muchos bilbainos ya no quieren: "Todo lo que sea trastocar el horario no puede ser beneficioso"
El próximo domingo los relojes regresarán al horario de invierno, y muchos cuestionan si este cambio, que altera rutinas y descanso, sigue teniendo sentido
Este domingo a las tres de la madrugada volverán a ser las dos. Los relojes se atrasarán una hora y volverá el horario de invierno, una costumbre que se repite cada octubre desde hace décadas pero que, pese a su aparente sencillez, sigue dividiendo opiniones. En una ciudad como Bilbao, donde las jornadas laborales se alargan y el mal tiempo suele marcar el ritmo de estos últimos meses del año, muchos sienten que este pequeño ajuste llega con más inconvenientes que beneficios. Lo que antes se asumía casi sin pensar, un gesto automático en el móvil o el despertador, hoy se cuestiona cada vez más por su impacto en el descanso, la salud y la rutina diaria.
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En el parque de Doña Casilda, entre hojas que anuncian el otoño y un sol que ya se esconde antes, el debate está vivo. “A mí me toca trabajar este domingo, además de noche”, cuenta Alejandro García, un joven enfermero. “Voy a estar una hora más de turno. No me apetece mucho, pero es lo que toca, es algo que solo pasa una vez al año”. Su testimonio resume una de las quejas más comunes: el cambio de hora puede parecer mínimo, pero trastoca rutinas, horarios laborales y, sobre todo, el sueño.
“Todo lo que sea alterar el horario que uno ya tiene no puede ser beneficioso”, apunta su compañero Ibai Lafarga, también enfermero. “Sales del trabajo, comes, y cuando te das cuenta ya es casi de noche.” Para los estudiantes tampoco es un regalo: “Te levantas más cansado y cuesta concentrarse”, añade Liher Gómez.
El reloj altera la vida familiar
Las familias también notan la alteración. María Anzola asegura que “como amatxu, cualquier cambio logístico nos afecta”, mientras pasea con su hijo de dos años por el parque. “Hay que ajustar siestas y cenas, y al final pasamos varios días adaptándonos.” Por su parte, Itziar Santos reconoce que su pequeño duerme bien, pero entiende a quienes lo llevan peor: “Para quien tiene críos con sueño ligero es un fastidio”.
El pasado lunes, Pedro Sánchez propuso a la Unión Europea eliminar definitivamente los cambios de hora estacionales a partir de 2026. Según explicó, la práctica ya no supone un ahorro energético significativo y sí tiene efectos negativos sobre los ritmos biológicos y la salud. Sin embargo, más allá de la política, las opiniones reflejan la visión ciudadana sobre la medida.
Sánchez propondrá a la UE acabar con el cambio de hora en 2026: "Ya no tiene sentido"
“Mira que no estoy de acuerdo en mucho de lo que dice, pero justo esto que ha propuesto me parece coherente”, comenta Ibai. “Esto que decían que se hacía para ahorrar energía se ha demostrado que no es verdad. Eliminarlo sería bueno para la salud y también para la salud mental”. Para algunos, la propuesta tiene un impacto incluso en la eficiencia laboral: “Al final para los trabajadores va a ser mucho más cómodo eliminarlo, porque esa horita de diferencia se nota y te hace más eficiente durante el día”, señala Liher.
Entre las madres también han habido coincidencias. María apunta: “He oído que es mejor que no haya cambio de hora, que deberíamos ponernos en el mismo horario que otros países”. Mientras que Itziar añade: “Si los estudios muestran que afecta a la salud, con más razón deberían eliminarlo”.
Estas reacciones reflejan que, más allá del debate político y técnico, el cambio de hora es percibido por muchos como una molestia real en la vida diaria. La propuesta de Sánchez parece conectar con esa preocupación, transformando una cuestión tradicionalmente rutinaria en un asunto de bienestar y calidad de vida para las personas.