Flotando con ETS, Amaia y Arde Bogotá en el concierto sobre la Ría de Bilbao
Miles de personas de todas las edades respondieron ayer a la llamada de BBK Ría, acontecimiento musical gratuito celebrado sobre un escenario flotante en el que actuaron ETS, la navarra Amaia y el grupo indie Arde Bogotá
Se nos llena la boca con la utilización de palabras como pionero, histórico y memorable, pero lo vivido este sábado en la Ría de Bilbao, sobre un escenario flotante y con miles de personas en las orillas siguiendo las actuaciones en vivo de En Tol Sarmiento (ETS), Amaia y el grupo Arde Bogotá, no resulta exagerado y se ajusta a tales calificativos. El espectáculo BBK Ría, organizado en el 10º aniversario de la entidad bancaria como fundación, dejó flotando melodías y recuerdos imperecederos sobre la recuperada ría.
Relacionadas
El espectáculo, gratuito y que concitó la presencia de numeroso público entre El Arenal y Ripa, partía con la idea de recuperar la ría como arteria y herramienta transformadora de la villa. El espacio situado en torno al escenario flotante cercano al Puente del Arenal, con la trasera del Teatro Arriaga, funcionó como punto de encuentro y espacio de convivencia, de disfrute y de cohesión social durante algo más de tres horas y media de cita musical.
Tras un aurresku y con las piraguas rozando el escenario, a las 18.15 horas abrió fuego, casi literalmente debido a los 30 grados que azotaban la villa, ETS, con su líder, cantante y guitarrista Iñigo Etxezarreta al frente, que apareció en la proa de una embarcación cantando Heldu da garaia. En la cúspide de su carrera tras 20 años, en la que reventó recientemente tres veces el BEC y con la vista en el horizonte de sus conciertos en Madrid y Barcelona, el alavés ofreció un espectáculo más sobrio y sencillo que el de su paso por Barakaldo –ya disponible en formato digital–, con menos dependencia de la tecnología, las pantallas y las explosiones, y más centrado en la emoción sin obviar la fiesta popular a lo largo de 40 minutos.
Convirtió en más especial el concierto al no renunciar al apoyo de la charanga de su pueblo, Yecora/Lekora, en la segunda parte del concierto, ni a un cuarteto de cuerdas en el arranque, situado en un nivel inferior del escenario. Lo que no varió mucho fue el repertorio, similar aunque reducido al del espectáculo 20 Urte Zuri Eskutik del BEC e igualmente seguido y alentado por un público intergeneracional y familiar. Etxezarreta convenció e hizo cantar y bailar con himnos de su discografía como Zurekin batera y Aurkitu genituen, está última adornada con la danza tradicional vasca del dúo formad por Iker y Marina.
Ya con la charanga caliente, con sus metales fogosos al viento y el aroma popular de la verbena como añadido, levantó a las orillas, las gargantas y las palmas con clásicos como Aukera berriak, Musikaren doinua y los irrefrenables Sumendiak y Ametsetan desapareciendo, como llegó, en barco, entre la algarabía general de los asistentes.
Amaia
Eran las 19.30 horas cuando le llegó el turno a Amaia después de una exhibición de txalapartaris de Iruñea. Se presentó en un formato inusual, en solitario, con el único apoyo instrumental de su piano, también omnipresente en sus conciertos estándar. Sin presencia de guitarra acústica ni arpa, la cantante ganadora de OT protagonizó un entrañable y sobrio recorrido por sus tres discos publicados, no limitándose a su todavía reciente Si abro los ojos no es real, publicado este mismo año.
Marcó territorio con Nadie podría hacerlo, entre loas al espacio y a la gente, y se mostró tal cual es, valiente, risueña y empoderada. Capaz de imponer su criterio artístico a la maquinaria poderosa de OT, se mostró sobradísima de voz, pizpireta, simpática y guasona, entre la ingenuidad y ese desparpajo natural que atesora, entre lo innato y lo calculado. Su actuación tuvo como momentos culminantes la interpretación de temas propios como El encuentro o Tengo un pensamiento, y las versiones de Fiebre, de la catalana Bad Gyal, que definió como “un himno y una gran canción de amor”, y la aflamencada Me pongo colorá, de las recordadas Papá Levante.
Amaia se salió del lugar común, alejada del pop bailable, los coros, bailarines y músicos de apoyo habituales, que volveremos a ver en el Bilbao BBK Live en unos días, y convenció desde su apuesta por la melodía y la sensibilidad, que pivotó siempre sobre una voz torrencial. Entre aplausos y tras descubrir muy tarde y entre risas el pedal del piano, se despidió con la estremecedora y lorquiana Zorongo gitano y Yamaguchi, con apoyo de una guitarra, aires de jota y peticiones de “beste bat”.
Arde Bogotá
El fin de fiesta se inició a las 20.20 horas con Arde Bogotá, banda que en dos años se ha situado en lo más alto de la escena indie, siguiendo la estela de sus paisanos Viva Suecia con solo dos discos. Desde que sonó el inicial Antiaéreo hasta su despedida con Los perros, los de Cartagena, que tienen ya problemas en casa para albergar todos los premios de la Academia de la Música logrados, demostraron tanta profesionalidad como engolamiento.
Liderados por su impostado y dinámico vocalista de voz grave, Antonio García, pronto lograron agitar a miles de personas con la interpretación de Qué vida tan dura y Flores de venganza. El guitarrista Dani Sánchez, con camiseta del Athletic, le dio un toque rockero clásico al repertorio, bien apuntalado por la sección rítmica firmada por el batería José Ángel Mercader y el técnico Salvador, que sustituyó al bajista original, operado de apendicitis. Aportó cierta herencia postpunk a su instrumento y el refuerzo del guitarrista Pedro Quesada compactó el sonido del combo.
El contrapunto al baile –al que animaron siempre y citaron con el efluvio funk de Cariño– y el sudor llegó con la balada sentida Exoplaneta, el compromiso de La torre Picasso y la aceleración final de lo que definieron como una “bilbainada maravillosa” con la autobiográfica y generacional Cowboys de la A3, La salvación y Abajo. No, no vinieron a molestarnos, sino a convertirse en los héroes de BBK Ría con el pecho de sus seguidores –salvados y entregados, sin dolor y con el colmillo presto– henchido de entrega y amor en una tarde para el recuerdo. Echaron abajo Bilbao y lo dejaron flotando.
Temas
Más en Bilbao
-
Tras los muros del Palacio Foral: un viaje por 125 años de historia vizcaina
-
El Casino de Artxanda: el majestuoso baluarte de la última resistencia vasca
-
Arde Bogotá alucina con San Mamés: "Esto es lo más grande que nos ha pasado"
-
Conciertos gratis BBK Ría: "Es un sueño ver a Arde Bogotá gratis y en Bilbao"