"A ver si puedo descansar un poco", responde Satur Vilela cuando se le pregunta qué planes tiene ahora que echa la persiana a Pescaderías Vascas, el negocio al que, primero como trabajador y luego como propietario ha dedicado los últimos 63 años de su vida. Una cosa sí tiene clara: "Dejaré de levantarme a las tres de la madrugada".
Y es que, desde la experiencia, este gallego afincado en Bilbao asegura: "Eso que dicen de que uno se acostumbra, no es así… Cuando estoy a gusto en la cama, también aguanto. Los días de fiesta me gusta estar dos o tres horitas más de lo normal".

Así que, a partir de ahora, Satur saldrá de la cama a diario sobre las siete de la mañana. Un gran avance. "Más tarde no me levanto nunca", apostilla. A sus 85 años, aprovechará las horas que hasta ahora dedicaba a la pescadería a otros quehaceres: "Ahora hay que caminar, como me dice el médico, para que las piernas no se queden anquilosadas".
Para su hija Ana, con 59 años, el panorama es diferente: "De momento voy a tomarme un descanso y luego Dios dirá. Si tengo un proyecto, nada tendrá que ver con el pescado… El pescado no lo quiero ya más que en el plato". Y es que lleva toda la vida ligada a este negocio: "Desde que nací venía aquí. Estaba estudiando y te enganchaban para ayudar en las vacaciones, los fines de semana, las tardes.. Después terminé la carrera de magisterio y aquí acabé, no llegué a ejercer de profesora. Llevo fija trabajando desde entonces. En total, 35 años cotizados".
Como le ocurría a su aita, las emociones también le asaltaban a Ana. "Te da pena sobre todo por la gente, porque hemos hecho como una familia. Son muchos años, es toda una vida".