Las jornadas laborales de Amaia Arregi, concejala de Seguridad, no terminan en el Ayuntamiento. La máxima responsable de la Policía Municipal acude a cada uno de los 14 talleres de seguridad que se celebran cada mes, además de los foros abiertos que tienen lugar en las Inspecciones Vecinales. Es en estos espacios donde palpa, mejor que en ningún otro lugar, cuáles son las inquietudes de los ciudadanos. “La mayoría de las veces son problemas de convivencia, de gente que se pone a tocar música en la calle o chavales que hacen botellón; por miedo debido a la falta de iluminación o porque hay gente en tal banco”, revela Arregi en relación a los 130 informes de seguimiento de puntos de inseguridad que se trataron a lo largo de 2023. No obstante, señala que, sobre todo en los foros abiertos, los problemas se tienden a asociar con la procedencia de las personas. “Me preocupa el trasfondo xenófobo o racista de algunas afirmaciones, que dicen que inmigrante es igual a delincuente”, admite la concejala.

“Muchas veces nos dicen que hay magrebíes: No entiendo lo que dicen, están en la calle, me miran... Ya, ¿pero os han hecho algo?”, pone como ejemplo Amaia Arregi, quien dice que en Uribarri hay muchos jóvenes magrebíes que acuden a estudiar. “Se les veía pasear por el barrio, lo que ha generado ciertos problemas, pero se ha trabajado en el taller. Algunos de los chavales, incluso, han manifestado haber sentido miedo al sentirse observados”, evidencia la edil, quien concede que “lo diferente, en general, nos genera cierta preocupación, y aún más cuando no entendemos el idioma”.

En ese sentido, Arregi expone que “a veces las noticias tampoco ayudan, cuando se pone el foco en la procedencia, o cuando se producen filtraciones como las que se propagaron en su momento en Aste Nagusia”. Así , a diferencia de en los talleres de seguridad, donde se trabaja con una relación de confianza, es en los foros abiertos donde es más fácil escuchar discursos que alientan el odio. “La gente viene aquí en busca de una vida mejor y de oportunidades que en sus países de origen no tienen. Esos discursos hay que trabajarlos muy mucho y para eso también trabajamos con el Observatorio de la Convivencia de Bilbao”, manifiesta la concejala.

Pisos okupados

Una de las problemáticas más recurrentes en los talleres es la okupación. “Siempre decimos que los tiempos de la administración son largos, pero el que tiene uno debajo de casa que le está pinchando la luz de la comunidad, quiere oír que se lo vas a solucionar mañana”, apunta la edil, quien concreta que trabajan con diferentes áreas municipales como Acción Social u Obras Públicas y Servicios. “En Zazpilanda, en Zorrotza, hubo un inmueble con varios pisos okupados que generaban muchísimas infracciones de convivencia. Gracias a la labor de las propias asociaciones, que cuando los okupas de uno de los pisos se marcharon lo notificaron a la Policía, se pudo cerrar”, expone la concejala, quien cita también un local okupado la calle Aragón, en San Inazio, como otro de los puntos candentes en este sentido. “Esa lonja tiene un propietario al que le hemos pedido que inicie un procedimiento judicial, porque han constituido morada y, si no se van libremente, la Policía no les puede echar, por mucho que queramos”, apostilla.

“Las cámaras no disuaden de que pasen cosas, pero después es más fácil la resolución”

Amaia Arregi - Concejala de Seguridad

La crisis de vivienda también se manifiesta en la cantidad de personas sin hogar, cuyo perfil ha cambiado en los últimos años. “No tiene fácil abordaje, porque no es un problema solo de sinhogarismo. Es un problema de inmigración al que Bilbao sola como tal no le puede dar respuesta”, asevera Amaia Arregi, quien dice que, en algunos casos, su presencia “genera inseguridad y problemas de salubridad”. En ese sentido, indica que han llevado a cabo bastantes actuaciones para poner a su disposición los servicios sociales municipales. “En La Pinza, debajo de La Salve, están a una altura para no mojarse si llueve. Se le está dando una vuelta para poner una rampa y evitar asentamientos”, explica la concejala antes de apostillar que está más relacionado con una percepción de inseguridad “porque no han hecho nada”. Ello no impide que los vecinos soliciten su expulsión del espacio público.

Ocio Nocturno

Otros puntos de inseguridad repetidos en todos los distritos son aquellos relacionados con el ocio nocturno, sobre todo en los barrios más céntricos. “Las posturas están muy encontradas. La convivencia es que tú puedas dormir, pero que yo pueda disfrutar del ocio nocturno”, considera la concejala de Seguridad, quien garantiza que los locales padecen unos controles “férreos” de aforo, de medidas de seguridad y de ruido. “Pero 700 personas saliendo a las 5.00 horas del Antzoki, hacen ruido. Está mal que griten, pero no podemos controlar los decibelios de cada persona”, apunta la edil, quien reconoce que es muy difícil atajarlo desde ese punto de vista. En ese sentido, recuerda que en los 80 las discotecas estaban fuera de la ciudad y los chavales se morían en la carretera.

Si se atiende a aquellos barrios en los que es más habitual que haya conflictos, el Casco Viejo suele ser uno de las más complicados por su constante tránsito de gente. De hecho, el área de Seguridad instalará en 2024 algunas cámaras para controlar puntos como María Muñoz, Iturribide o Calzadas de Mallona. “Las cámaras no se pueden poner donde nos da la gana, sino que hay que justificarlo”, explica la edil, quien indica que, por ejemplo, en las escaleras que suben a Begoña un extranjero sufrió el robó de un reloj de 40.000 euros que, gracias a unas cámaras, se consiguió recuperar. “El hecho de que haya cámaras no disuade de que pasen cosas, pero es verdad que después es más fácil la resolución. Y si nos da esa percepción de seguridad, bienvenida sea”, indica la edil.

En lo que respecta a puntos de inseguridad más fáciles de resolver, Amaia Arregi relata cómo en Otxarkoaga, cuando cerraron una entidad bancaria en la Plaza Enbeita, “los aitites y amamas tenían que acercarse casi hasta Txurdinaga para sacar la pensión”. En ese camino, tenían que cruzar el parque y alguno había tenido algún susto. “Los días en los que se cobra la pensión se reforzó el paseo para estar atentos. Denuncias como tal no hubo, pero quedaba la percepción de inseguridad”, explica. Esa misma percepción se genera, a menudo, con cuestiones asociadas al tráfico, por ejemplo. En el Paseo del Canal, junto a la avenida Zarandoa, las bicicletas y patinetes iban muy rápido aún no habiendo bidegorri, lo que generaba inseguridad en los viandantes. “Se habló con Movilidad pero se vio que no eran compatibles ambos usos”, expone. De ahí que tras hacer “bastante pedagogía”, llegó un momento en el que se terminó multando, “lo que fue muy criticado”.