La ausencia de peligro pero, sobre todo, la ausencia de una sensación de peligro es la que lleva a un ciudadano a valorar la seguridad de un determinado espacio. Los motivos para considerar que una calle, una plaza, un cantón o un local es un foco de inseguridad pueden ser de diversa índole: desde presencia de peleas constantes, consumo de sustancias, falta de iluminación, comisión de hurtos, problemas de seguridad vial o existencia de edificios okupados. La Policía Municipal de Bilbao abrió en 2023 un total de 130 informes de seguimiento de puntos de inseguridad detectados tanto por la ciudadanía como por las asociaciones o los propios agentes. El Ayuntamiento de Bilbao trató, uno por uno, todos esos puntos, ofreciendo respuestas específicas. Así lo detallaron en el apartado de preguntas al pleno elevadas por el Partido Popular el pasado mes de septiembre.
El concepto de “punto negro” aplicado a la seguridad en Bilbao viene de lejos. Ya en 2012 el Consejo de las Mujeres de Bilbao elaboró el Mapa de la Ciudad Prohibida de los distritos de Bilbao. En ese momento se localizaron 216 lugares percibidos como inseguros, no solo por ser escenarios habituales de agresiones sexuales, sino por provocar que las mujeres se sintieran intimidadas por la falta de luz, la suciedad o la ausencia de visibilidad que generaban miedo. El Consistorio bilbaino terció sobre todos ellos, con intervenciones que en muchas ocasiones fueron urbanísticas, ya que se detectó que había características relativas al diseño de las calles que producían sensación de inseguridad sin que necesariamente concentraran una comisión de hechos delictivos.
A día de hoy, desde el Área de Seguridad aseveran que se ha canjeado el uso de “punto negro” por “punto de seguridad”, entendiéndolo por aquel que se refiere a toda aquella circunstancia que genera vulnerabilidad o percepción de riesgo para la ciudadanía. “Atendiendo a su tipología se dividen en zonas de potencial riesgo y zonas de baja percepción”, revelan. Así, las primeras son aquellas en las que se producen infracciones penales que ponen en riesgo las libertades de los ciudadanos. Las segundas hacen alusión a los espacios en los que se producen situaciones o actos que generan inseguridad, “como presencia de perros, riñas, consumos problemáticos, vandalismo, suciedad, presencia de indigentes, falta de iluminación, barreras arquitectónicas...”.
De hecho, el rango de posibles situaciones generadoras de inseguridad es tal, con “una dinámica tan cambiante”, que desde Seguridad se decidió no elaborar un mapa formal y estático. En su lugar, se optó por trabajar la respuesta a las demandas de la ciudadanía en los talleres de seguridad y en los foros abiertos en cada una de las Inspecciones Vecinales. Es en estos espacios en los que actualmente se plantean las demandas sobre los puntos de inseguridad, tanto por la propia ciudadanía o las asociaciones participantes, como por la Policía Municipal. Aunque también se contemplan otros canales para atender demandas.
En este contexto se han abierto 130 informes de seguimiento de puntos de inseguridad. “Todos ellos se analizaron y trataron, ofreciéndose algún tipo de respuesta”, apuntan desde el Área. Así, algunas de las respuestas son “eminentemente” policiales, sobre todo cuando se refieren a la comisión de hechos delictivos o infracciones administrativas. No obstante, hay ocasiones en las que es preciso abordar la problemática de forma poliédrica, contando con la ayuda de otras áreas municipales que pueden ser Obras y Servicios, Espacio Público, Acción Social o Salud y Consumo, entre otras.
“Dentro de las dificultades que entraña dar respuesta a las multifacéticas necesidades en materia de seguridad, los resultados son, en general, positivos”, consideran desde el Ayuntamiento de Bilbao, donde reconocen que hay “problemas enquistados asociados a usos de carácter histórico”. En relación a ello, mencionan, por ejemplo, zonas con una alta concentración de locales de ocio nocturno que resultan “muy complicados” de abordar. No obstante, apuntan que es una situación habitual en cualquier ciudad del mundo. Por ello, aseveran que en la mayoría de los asuntos reportados a través de los talleres de seguridad, así como en los foros abiertos, se ofrece una respuesta “que satisface a las personas asistentes”.
Percepción
Esta intervención llevada a cabo a lo largo del año pasado coincide, precisamente, con un ejercicio en el que se redujeron las infracciones penales denunciadas tanto a la Ertzaintza como a la Policía Municipal hasta alcanzar las cifras de 2019 en algunas tipologías. Así lo corroboró la Memoria delincuencial de 2023 de la Euskal Polizia, que evidenció un descenso de un 8,46% en relación a los delitos contra la libertad sexual o de un 14,89% contra la seguridad colectiva. No obstante, el Estudio de Percepción de Seguridad y Victimización correspondiente al año 2023 indicaba que la inseguridad ciudadana es el problema que más preocupa al 28,3% de los bilbainos, una cifra superior al año anterior, cuando se situaba en un 23,9%.
Este hecho demuestra que la seguridad ciudadana no siempre está alineada con la percepción de la seguridad. En ese sentido, desde el Área reconocen que las situaciones generadoras de inseguridad “responden a la subjetividad de las personas y a su respuesta a estímulos muy localizados”. En cualquier caso, desde el Ayuntamiento de Bilbao están trabajando para incrementar ambas. De ahí el aumento de la presencia policial en las calles en horarios y jornadas en las que hay más delictividad, principalmente los fines de semana, como consecuencia de un cambio en el calendario laboral. Esta modificación favoreció, en gran medida, que se duplicaran las detenciones, pasando de 2.782 en 2022 a 4.184 en 2023. l